Alberto Núñez Feijóo.
¿Cómo es posible que Sánchez siga en la Moncloa? Hay un motivo
La derecha ya nos ha convencido de que Sánchez es malo, ahora nos tiene que convencer de que no es facha.
¿Cómo es posible que todo esto no haya reventado ya?
Nos lo preguntamos muchos, por muchas razones, y la respuesta es muy sencilla: porque hace falta sumar uno más y la oposición no lo consigue.
La política del muro es también la del cortafuegos, y los incendios en la sala de la derecha no se propagan a la de la izquierda, como tampoco los que están a un lado saltan al otro.
Esto produce mucha desesperación, pero son los mimbres con los que tejer este cesto que llamamos “democracia parlamentaria”.
No obstante, la derecha está mucho más cerca de poder llegar al gobierno de lo que lo ha estado en los últimos cinco años. Lo tiene todo a favor.
1. Sumar ya no suma.
2. Hay un desgaste enorme de equipos, personas, y marca que forman el Gobierno.
3. El PSOE se ha quedado sin el relato de la corrupción.
4. Las garrapatas empezarán a abandonar al perro en cuanto este flaquee y Frankenstein se puede romper en pedazos.
5. El proyecto de la izquierda progresista se ha hundido.
6. Y todo esto se empieza a reflejar en las encuestas de estimación de voto.
Todo está a favor, sólo hace falta dar el último paso, pero ya sabemos que cerrar un partido es a veces lo más difícil.
¿Qué tiene que hacer la derecha que sí aspira a gobernar?
1. No pifiarla. Es muy sencillo, pero muy poco intuitivo.
2. Pasar de la reacción a la acción. Para eso tiene que entender que no va a ganar por ser más bruta, sino por proponer algo.
Alberto Núñez Feijóo.
La derecha se puede centrar en movilizar el cabreo, o en incentivar al indeciso, que no es lo mismo que quitarle votos a Vox o a Sánchez. No tiene nada que ver, no es esa la cuestión, porque se trata de competir contra los dos a la vez.
Todavía los hay que piensan que los españoles son idiotas y que hay que explicarles lo malísimo que es Sánchez, como si hubiese uno solo entre sus potenciales electores que no lo hubiese comprendido.
Pero, como los malos profesores, cuando no se les entiende, en lugar de explicarlo mejor, gritan más fuerte.
Yo creo que el campo del antisanchismo está suficientemente trabajado y que no hace falta ni una sola razón más para entender que Sánchez es un pésimo presidente del gobierno.
Así que, para no seguir metiendo la pata, ¿qué tal si intentan otra cosa?
Para empezar, que entiendan que agitar demasiado el muñeco de Sánchez produce el efecto contrario al deseado. Queriendo aparentar fortaleza, lo que se transmite es impotencia.
Queriendo defender el sistema, lo debilitan aún más.
Cuantos más exabruptos sueltan contra el presidente del Gobierno, más demuestran que no se les ocurre otra cosa.
Y cuanto más apelan a las calles, menos convencimiento muestran en las instituciones, los procedimientos y las normas que dicen defender.
No tiene sentido dirigirse a los indecisos con gestos que sólo convencen a los más cabreados, porque esos ya han tomado su decisión. Apostarlo todo al cabreo sólo sirve para blanquear a Vox, alimentar el descrédito democrático y mostrar debilidad e impotencia.
Justo lo contrario de lo que se pretende.
La derecha podría plantear que no hace falta aceptar el marco mental del progresismo rupturista ni del extremismo de derechas. España no está tan mal, los españoles somos mejores de lo que parecemos, y la mayoría de la gente quiere una representación de la normalidad.
Hay muchos españoles que no están dispuestos a que se repita lo mismo que en Argentina, por muy cabreados que estén con Sánchez.
Lo explica muy bien Jorge Fernández Díaz, flamante premio Cavía: “La historia más inquietante que nos toca desentrañar es cómo, para sepultar un modelo fracasado y diseñado por estatistas que en lugar de cuidar al Estado como un templo lo transformaron en un aguantadero inservible, los argentinos terminaron eligiendo y coronando a un facha. Un paradigma de la derecha populista, que niega lo que cree, como Pedro negó a Jesús”.
Es decir, que si para echar al “peronismo”, aquí “sanchismo”, hay que rehabilitar el facherío, a lo mejor muchos de derechas preferirán quedarse en casa a la hora de votar, y muchos de izquierdas se levantarán del sofá con enorme pereza.
No hay que tener mucha imaginación, es lo que pasó el 23 de julio de 2023.
Digámoslo en plata, como el argentino: la derecha ya nos ha convencido de que Sánchez es malo, ahora nos tiene que convencer de que no es facha.
O sea, que nos digan de una vez por todas si quieren la democracia para llegar al poder, o el poder para defender la democracia.
El resto, a muchos, nos importa muy poco. Hasta que no lo aclaren, será difícil que ganen.
La alfombra roja hacia el poder no se la vamos a poner los españolitos a cambio de nada.
La tarea es ardua, los objetivos complejos, y los medios escasos. Pero su trabajo es llegar democráticamente al poder y proponer un proyecto para todos que no sólo consista en echar a Sánchez.
Eso lo damos por descontado, ahora falta todo lo demás.