Somos un enfermo de demencia, que no recuerda lo que desayunó esta mañana, ni mucho menos las políticas nefastas que lo dejaron sin memoria, como un experimento de una farmacéutica que se llama Laboratorios PSOE y Asociados de la Izquierda.

Nos tambaleamos porque hemos perdido la virilidad de un país joven en apenas cuarenta años. Hemos perdido esas ganas de comernos Europa y de paso el mundo, y nos conformamos, en zapatillas de andar por casa, con que se coma lentejas todos los días a la misma hora.

No nos reconocemos en el espejo porque han roto el espejo a pedradas, ese donde nos mirábamos y nos reconocíamos todos los españoles iguales en derechos, en deberes y en libertades. Ahora hay diecisiete reflejos y nadie recuerda cómo encajaban. 

Los reyes Felipe y Letizia junto a la princesa de Asturias, Leonor, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la solemne apertura de la XV Legislatura.

Los reyes Felipe y Letizia junto a la princesa de Asturias, Leonor, y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la solemne apertura de la XV Legislatura. Efe

Así anda España, desmemoriada de lo que la hace ser España, y que sale a Europa con una tarjeta colgada en el pecho por si se pierde y no sabe volver a casa. Por eso hay que perdonar que Pedro Sánchez destroce una vez más la imagen internacional de España posicionándose a favor de un grupo terrorista.

Dice Hamás porque no recuerda que lo único que se le puede decir al terrorismo es jamás. Así se tambalea la izquierda. Y así anda la derecha, justita de memoria e inestable decidiendo si lo importante hoy era hablar de la imagen internacional del país o de lo caro que se ha puesto vivir. 

Han conseguido, a fuerza de hacernos tragar una ley y después otra con calzador y embudo como si fuesen píldoras, que España no se reconozca. Nadie se acuerda ya y mucho menos la oposición, de los indultos que entonces eran inaceptables.

Igual que el próximo año no se acordarán de una amnistía que hoy abre y cierra noticiarios. Porque Pedro Sánchez se encarga de ir saturando la memoria reciente con otra tropelía cada mañana, a ser posible más grande que la anterior. 

Si la jugada le sale bien al de la Moncloa, es decir, si se apacigua el independentismo, Carles Puigdemont vuelve como un cobarde amnistiado que no se atrevió a pisar la cárcel, se divide el voto y el próximo presidente de la Generalidad es socialista, a Pedro Sánchez le harán héroe nacional.

Cambiarán la escultura de Alfonso XII del Retiro por una ecuestre del de Tetuán. También la de Carlos III de la Puerta del Sol, la de Felipe IV de la Plaza de Oriente y todas serán sustituidas por una de Pedro Sánchez I a lomos del pueblo.

Y cuando eso ocurra, nadie recordará que España una vez fue un lugar serio que recordaba que los políticos estaban para servir a la sociedad y no para servirse de ella.