Puede parecer una chulería. "Hay que partirles las bragas". Un comentario de mal gusto. Las frases de unos chavales para presumir ante los compañeros de promoción de magisterio en el grupo de Whatsapp.

Hay que partirles las bragas, dicen futuros maestros.

¿Para qué vamos a darle más importancia? Ya están las feminazis y la esclavitud de lo políticamente correcto sacándolo todo de quicio. A ver si vamos a llegar al extremo de que los hombres, y más con las hormonas de los veinte años, no van a poder estar calientes.

No lo llevemos todo a la demencia como el caso Rubiales. Que no se lo dijeron ni a las chicas. Sólo fue una respuesta en privado ante estudiantes del mismo curso. Ni que se lo hubieran escupido a la cara a las susodichas. Una chiquillada sin importancia.

¿Qué dicen de cultura de la violación ni qué leches? ¿Están locas? Que vean otros grupos de WhatsApp. Y fliparán.

Hay que partirles las bragas.

"No las va a llevar, que últimamente son todas muy putas". ¿Es que ya no se puede estar cachondo, o qué? ¿Es que ya no se puede hablar del físico de las compañeras de clase?

Pero si en el fondo a las mujeres les gusta que les digan que "están como un puto quesito de cabra del copón". ¿Qué mujer no se siente halagada por eso? Las feminazis. Pero es que esas están desquiciadas. Todo lo que hagamos los hombres les va a parecer mal.

Hay que partirles las bragas.

Vamos a ver, si ellas también lo dicen de los chicos. Seguro. Anda que no fantasearán con tórridas noches de sexo con sus compañeros de magisterio. Que se pillarán por alguno, seguro. Y se pondrán cachondas pensando en él. Que las tías se ponen muy pesadas cuando se cuelgan por uno de nosotros. Lo que cuesta quitárselas de encima.

Hay que partirles las bragas.

Claro que hay que partírselas. Y claro que los hombres tenemos total libertad para opinar sobre ellas, en los términos que nos dé la gana.

Y claro que tenemos derecho a buscar nuestro placer. Y claro que ellas se visten para gustarnos, de qué, si no, esos escotes y esas faldas cortas. Y claro que nos provocan. ¿Qué derecho tiene la universidad a abrirme un expediente por lo que hablo con mis amigos en un grupo privado?

Ahora vienen y dicen que es cultura de la violación. Con los hombres, ya se sabe. Que la naturaleza no nos hubiera hecho así.