Los diccionarios de estilo dicen que utilizar tacos es el recurso del que no tiene estilo. No estoy del todo de acuerdo. Hay que tener mucho estilo para saber decir tacos. Es lo más difícil del lenguaje.

Es lo que más les cuesta a los extranjeros. Pueden tener un nivel C2 en español y seguir metiendo la pata al usar un taco a destiempo. Para decir palabrotas hay que ser muy humilde, tener mucho talento y un gran amor a la cultura popular.

Pero si no tienes estilo, contente. Porque un taco mal utilizado es la tinta del calamar que lo emborrona todo.

Lona con el eslogan para el 28-M de Más Madrid en un edificio de la capital.

Lona con el eslogan para el 28-M de Más Madrid en un edificio de la capital. Twitter / @MasMadrid__

Y eso le pasa a esa lona gigante que Más Madrid ha colocado con el lema Madrid es la hostia. No sabemos qué quiere decir. El taco pesa demasiado en el discurso, y el mensaje se oculta tras el efecto. Resulta soez. Mala opción.

A eso es a lo que se refieren los diccionarios de estilo. Contente si no tienes mucha seguridad. No los uses, que los carga el diablo, y casi siempre se vuelven en tu contra. Es muy difícil insultar sin que se vuelva en tu contra. 

No se entiende lo que quieren decir y, como no quiero perderme en interpretaciones, voy directamente a su web. Creo que hay que intentar entender al que me interpela antes de responder. En su página me encuentro la explicación de que "la lona busca madrileñizar la campaña y poner en valor el orgullo madrileño".

Es lo que nos temíamos. Según la lona, ni Madrid es la hostia, ni estamos contentos, ni hay nada que celebrar. Para ellos Madrid es "un cortijo", un camino a la Moncloa y el coto del Partido Popular, y por eso hay que "madrileñizarla".

No les gusta Madrid. La hostia son ellos y para madrileñizar Madrid hay que reconvertir a los madrileñizados. Lo de siempre. El deseo de todo nacionalista es rehacer la historia según sus sueños, los que crean monstruos.

El único problema de Madrid es que se debate en un dilema propio de las grandes ciudades. Madrid tiene que elegir entre seguir siendo un pueblo que sumaba barrios, con sus costumbres, sus tiendecitas en el centro y el paseo de los domingos, o la capital de España y del sur de Europa, con sus turistas, sus precios caros y su crecimiento económico, social y cultural.

Madrid tiene que elegir entre ser una capital de provincia más o punta de lanza del progreso.

No niego el dilema. Pero yo aquí prefiero ser vencido por el signo de los tiempos que por las fantasías de la nostalgia nacionalista. Madrid no puede ponerse palos en las ruedas. No puede fantasear con defender la identidad madrileña que la izquierda populista impone allí donde se asienta, como en Cataluña, Baleares, Canarias o Andalucía.

Si Madrid es la hostia es porque no es nacionalista. Porque crece y deja crecer. Porque está en el centro. Porque no se deja encandilar por la gran peste de nuestro tiempo, que es el identitarismo cultural. Porque es plural por necesidad. Y porque los madrileños no soportan que nadie los madrileñice.

Madrid es tan la hostia que, si no te gusta, te puedes ir y no pasa nada. Sigues estando muy cerca. Pero si Madrid es la hostia, si realmente es especial, es porque nunca ha existido esa aberración que llaman orgullo madrileño.