El exministro de Obras Públicas, Javier Sáenz de Cosculluela, este sábado en Lardero.

El exministro de Obras Públicas, Javier Sáenz de Cosculluela, este sábado en Lardero. Vimagit Estudios

Opinión HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Cosculluela: "Ningún integrante de las Cortes Constituyentes aceptaría la amnistía a Puigdemont"

El portavoz del PSOE en la Transición: "La amnistía es un punto de no retorno, de quiebra con lo que nos unía" / "Al PSOE le hace falta una perestroika" / "La opinión de los veteranos no sirve para nada a los actuales dirigentes".

10 septiembre, 2023 03:41

Los veteranos del PSOE, los de la vieja escuela, están que trinan con Pedro Sánchez. Es el caso de Javier Sáenz de Cosculluela (Logroño, octubre de 1944), pata negra del socialismo español desde que el partido era clandestino, en el ocaso de la dictadura franquista. Vivió desde dentro la Transición a la democracia, como diputado en las Cortes Constituyentes. 

Meses antes de la primera victoria de Felipe González, fue nombrado portavoz del grupo socialista en el Congreso. En 1986, ascendió al Gobierno como ministro de Obras Públicas y Urbanismo, cargo que ocupó hasta 1991, cuando regresó a la Cámara Baja. En el mismo lugar donde empezó su trayectoria política, fue donde la terminó, nada más cambiar el milenio. 

Como tantos otros de los que protagonizaron la era del felipismo, Cosculluela se presta a compartir con EL ESPAÑOL sus reflexiones sobre la situación política actual. A su juicio, el puño y la rosa están de capa caída, y el concepto de "libertad y progreso" que abanderó el PSOE y arrasó en los primerísimos compases de la democracia, ha dejado de existir. 

Sáenz de Cosculluela formó parte de las Cortes Constituyentes, en plena Transición.

Sáenz de Cosculluela formó parte de las Cortes Constituyentes, en plena Transición. Vimagit Estudios

En los últimos días, un rosario de gerifaltes de antaño entonan su particular Se acabó y claman contra la negociación entre el PSOE y Carles Puigdemont para reelegir presidente a Sánchez. El precio a pagar es una amnistía que mande al olvido todos y cada uno de los delitos que cometieron los responsables del procés independentista de octubre de 2017. 

Hay quienes trazan un paralelismo entre la situación actual y la del Comité Federal de 2016 que acabó con dos acontecimientos sin precedentes en la historia de los socialistas: la expulsión de Sánchez del partido y la abstención del grupo parlamentario en la investidura de Mariano Rajoy. 

Viendo el panorama actual, ¿hay riesgo de fractura en el PSOE? 

Teóricamente, ninguno de nosotros deseamos la ruptura. Lo que necesitamos es la perestroika. Pero no sabemos cuál va a ser el futuro. Hay unos dirigentes del PSOE que deberían plantearse cómo abordar el futuro, cómo orientar la actividad política. La política tiene que tener tendencia a la colaboración, a la generación de comunidad en España, tenemos que ser constructivos. Si los partidos adoptan una estrategia bélica y militar están completamente equivocados. 

¿Los exdirigentes socialistas tienen margen, en algún órgano interno del partido, para evitar que se lleve a término la amnistía?

La gente tiene que hablar y dar su opinión. Desde luego, en el PSOE, en este momento, expresar opiniones críticas es una tarea bastante difícil. Es un partido que ha perdido la capacidad de reacción, porque el Comité Federal debate muy poco. Hay que confiar en que los afiliados del PSOE vayan asumiendo responsabilidades.

Alfonso Guerra dice que la situación se ha vuelto insoportable. 

Hombre, fíjese. El otro día vi la foto de la señora vicepresidenta, dando palmaditas en el hombro y sonriendo amistosamente a ese fugado de la Justicia, a Puigdemont. A mí se me caía la cara de vergüenza y de indignación por ver a un miembro del Gobierno español haciendo el ridículo de esa manera.

Lleva militando en el PSOE desde el franquismo, cuando era un partido clandestino, ¿se siente representado por las siglas en este momento?

No. El PSOE está perdiendo el rumbo. Ha aceptado un sometimiento a lo que yo calificaría como atavismo nacionalista. Es cada día más evidente. El PSOE está perdiendo la capacidad de ser una fuerza creadora de comunidad, que es lo que fue históricamente en la Transición. Está cavando trincheras.

"El PSOE está preso de una especie de falta de libertad interna, nadie se atreve a opinar"

El PSOE contribuyó fuertemente no sólo a la Transición democrática, sino a convertir España en una comunidad amante de la libertad y con deseos de progreso. A mí, el PSOE en este momento me produce una turbación.

¿Por qué?

Está preso de una especie de falta de libertad interna, nadie se atreve a opinar. Está el partido con un sometimiento que no es explícito, pero que, a la hora de la verdad, se manifiesta. Nadie se atreve a opinar dentro del PSOE, ni rechista ni murria. Los órganos del partido han perdido toda su capacidad de suscitar debate y discrepancia. Al PSOE le hace falta una perestroika.

¿Cuándo empezó esa pérdida de rumbo en el PSOE de la que usted habla? 

El Gobierno de coalición con Podemos ya empezó a generarnos muchas dudas. A muchos no nos parecía conveniente. Pero esto ha sido un deterioro progresivo y, sobre todo, últimamente. No hay un acontecimiento explícito.

¿Tiene contacto con actuales dirigentes?

No, ninguno. Lo que leo de ellos no me anima mucho a mantener una proximidad. Estoy discretamente en mi vida privada y en mi trabajo y, además, mi edad no me permite tomar muchas iniciativas… ya estoy en los 79. Tengo la sensación, además, de que no les interesamos. La opinión de los veteranos para ellos no sirve para nada.

Dicen que hay una ruptura generacional y que la opinión del PSOE de antaño no penaliza al de hogaño. Aunque Sánchez nunca ha cosechado en las urnas mayorías similares a las de González o Zapatero.

Hay dos puntos de vista que se pueden aportar: uno, el de los votos. Disponer de apoyo electoral es muy importante. No hay que olvidar que, en este momento, entre PP y PSOE representan a la mayoría de españoles pero no son capaces de acordar, dialogar, aquí estamos ante la confrontación del adversario. Esta situación me recuerda un poco a unos libros que leí de chico. 

El exministro de Obras Públicas votó al PSOE con amargura en las últimas elecciones.

El exministro de Obras Públicas votó al PSOE con amargura en las últimas elecciones. Vimagit Estudios

Adelante.

Eran de un entomólogo, que se llamaba Fabre. Este hombre distinguía dos clases de insectos: los auxiliares, que sirven, que son útiles, que aportan muchas soluciones en la vida vegetal y animal; y, luego, había otros insectos que eran constitutivos de una acción negativa, digamos que eran plagas.

Los partidos también pueden ser así: auxiliares de progreso, de creación de unidad, de generar un clima de convivencia; o, por el contrario, pueden ser muy destructores de la convivencia en la medida en que fomentan valores negativos. Bueno, pues esta referencia a la entomología podía servir a la política española. Porque el nacionalismo y la extrema izquierda no están contribuyendo a una evolución positiva. Yo, más bien, pienso que constituyen una plaga.

¿Votó al PSOE en las últimas elecciones?

Sí, pero con una amargura muy grande. Siendo miembro del partido, opté por votarle sin ninguna fe a lo que está haciendo.

¿Por qué la mayoría de antiguos dirigentes de peso del partido, como Felipe González o usted, reprochan a Pedro Sánchez la mayoría de sus decisiones pero luego le terminan votando?

Tampoco la derecha ha dado muchas posibilidades. Primero, han desaparecido los partidos de centro en España. Y luego, la derecha está cometiendo muchos errores. No hay que olvidar que los pactos con Vox han suscitado mucho temor y desconfianza. La situación es complicada.

Ahora, es verdad que nos tenemos que plantear subjetivamente cada uno qué vamos a decidir a partir de ahora. Si la amnistía se aprueba, para mí es un punto de no retorno, de quiebra de lo que nos unía. Creo que soy muy explícito.

Porque, si hubiese repetición electoral ¿volvería a optar por el PSOE?

Es pronto para decirlo, pero me interesará mucho saber si se va a mantener la estrategia actual o no.

Hay tres posibilidades: que el PSOE pacte con Puigdemont la amnistía y Sánchez siga al frente de un Gobierno Frankenstein, que se repitan las elecciones o que PP y PSOE lleguen a un acuerdo. ¿Cuál sería su opción preferida?

Si hay un entendimiento en este momento sería estupendo. Pero no lo veo posible. Entonces, descartada esa posibilidad, la verdad es que creo que tal como vamos, casi que prefiero que haya nuevas elecciones y que el centroderecha y el centroizquierda tengan la posibilidad de aproximar posturas y, entre otras, repensarse el sistema electoral. Es absolutamente necesario.

¿Para evitar la preponderancia de las minorías?

Es como tener a un vecino incómodo en una comunidad de cien vecinos. Y que el que marque la pauta sea ese vecino incómodo. Ya llega un momento en el que hay que pensar las cosas. Además, hay sistemas que permiten la proporcionalidad. El sistema alemán es estupendo.

"Hay que buscar el acuerdo entre PP y PSOE, pero tendría que ser más concienzudo y con más generosidad por ambas partes"

Hay fórmulas, pero desde luego la actual empieza a ser problemática. En fin. Que se pongan de acuerdo en tres o cuatro cosas. Si es que, en este momento, cada uno está cavando sus propias trincheras.

Feijóo ofreció al PSOE un acuerdo para gobernar durante dos años y con seis pactos de Estado. ¿Sánchez debería, al menos, darle una vuelta?

No conozco a fondo la propuesta del señor Feijóo y no sé si en este momento las condiciones psicológicas de ambos permiten algún tipo de acuerdo. Creo que hay que buscar el acuerdo, pero tendría que ser más concienzudo y con más generosidad por ambas partes. Hoy por hoy, hacen ofertas tácticas. La derecha y el PSOE dan la impresión de que están en dos mundos diferentes.

Por ejemplo, ¿sería generoso buscar un perfil de consenso entre izquierda y derecha para presidir el país?

La verdad es que los votantes han manifestado con bastante claridad su deseo de que haya diálogo. De que la política gire en torno a mantener y consolidar el Estado español como una cuestión esencial. Es una minoría la que quiere romper el Estado, acabar con la Constitución. Es una minoría la que quiere imponerse sobre la mayoría. Motivos para llegar a acuerdos hay. Ahora, vamos a ver si son capaces.

¿Por qué hay tan poca tradición de pacto en España entre PP y PSOE? 

Durante casi cuarenta años ha funcionado el entendimiento. Yo he vivido esa política de diálogo, de entendimiento, de concesiones mutuas, de respeto, durante muchísimos años, varias décadas. España no es que sea un país que no está capacitado para el diálogo, es la clase política la que ha entrado en esa dinámica. 

He sido portavoz del grupo parlamentario, secretario general, he estado en el Gobierno, en la oposición y mi experiencia es que durante varias décadas nos hemos entendido en el Parlamento. Se negociaba, se hablaba, se discutía, pero había capacidad democrática de respeto mutuo. Eso ahora se ha perdido. Se oyen unos debates en el Congreso que abochornan. 

Sáenz de Cosculluela, retratado para EL ESPAÑOL.

Sáenz de Cosculluela, retratado para EL ESPAÑOL. Vimagit Estudios

¿Y eso cómo se corrige?

Hombre, todos podrían poner algo de su parte. Desde la perspectiva de pertenencia al PSOE, me gustaría que se replanteara sus objetivos y su estrategia política. Y a la derecha también le pediría que revisara un poco algunos temas, porque tienen que hacerlo. Deberían reflexionar acerca de cómo abordar esta situación de una manera más constructiva y menos inamistosa. 

Usted formó parte de las Cortes Constituyentes, ¿comparte la afirmación de Alfonso Guerra de que una amnistía a los independentistas catalanes sería la condena de la Transición?

Absolutamente cierto lo que dijo Alfonso Guerra. Lo oí y me parece que él lo ha expresado con bastante claridad. Para mí es un punto de no retorno. De quiebra con lo que nos unía.

No sé si puede desarrollar la idea.

La amnistía afecta a la configuración del Estado y a la configuración del espíritu constitucional que late en España. Es una frontera importante. La amnistía rompe demasiadas cosas. Además de eso, es un punto de quiebra para muchos de nosotros con estos políticos.

Si los independentistas renuncian a la vía unilateral de independencia, ¿tendría una razón de ser esa amnistía?

¡Pero si están diciendo que lo quieren volver a hacer! Mire, eso es una consideración piadosa. Una amnistía no se puede aplicar, simplemente. Luego, las medidas individuales que quepan en algún momento son discutibles, hay márgenes. Pero la aprobación de la ley de amnistía es romper una de las claves de bóveda de la Transición y la Constitución. No hay duda de eso.

Hay mucho debate jurídico sobre si cabe en la Constitución o no.

El derecho admite toda clase de discursos, porque no deja de ser una ciencia social. La letra de la Constitución es clave y el espíritu por el que se aprobó la amnistía del año 1977 fue excepcional por el fin del franquismo, del sistema autoritario. Pero ahora, ¿declarar la amnistía a unos señores que han sido golpistas?

"Los nacionalistas ofrecieron lealtad a la Constitución, todos les dimos credibilidad y luego no han cumplido su palabra"

Aparte de que la amnistía no sólo afectaría a los golpistas, también sería para dos o tres mil personas afectadas por delitos, todos relacionados con el nacionalismo atávico… Hay catedráticos que opinan libremente, pero con ligereza. Creo que ningún integrante de las Cortes Constituyentes aceptaría la tesis de que la amnistía es posible.

¿La Transición y la Constitución dieron respuesta a los problemas territoriales de España? Viendo los problemas que han surgido después con los nacionalismos e independentismos... 

Hay bastantes libros ya, algunos muy significativos, sobre la Transición. Todos reflejan que pudo haber algo de ingenuidad en ese diseño. Pero es verdad que los nacionalistas ofrecieron un compromiso, una lealtad con la Constitución, y todos dimos credibilidad a esas manifestaciones de los nacionalistas. Más que el diseño, lo que ha resultado problemático es el desenvolvimiento de la política territorial.

Es verdad que se quedó sin cerrar el capítulo de las competencias que necesariamente corresponden al Estado, eso quizás fue un error. Pero la dinámica posterior ha venido presidida por la falta de lealtad de los nacionalistas, no han cumplido con su palabra. 

O sea, que el diseño fue correcto. 

Sustancialmente. La Constitución tiene sus defectos o sus insuficiencias, pero realmente más que el diseño yo creo que lo que ha fallado es la dinámica posterior. Es mi modesta opinión. 

Me gustaría terminar hablando de un asunto que usted conoce bien, de su etapa como ministro: la sequía pertinaz que azota a España. ¿Se han desatendido las infraestructuras para hacer frente a este problema? 

En el Gobierno de Zapatero se abandonó la política hidráulica. Invocando razones medioambientales y a veces populistas, la política hidráulica se abandonó. España es un país que no puede dejar de tener política hidráulica y uno de los aspectos esenciales es repartir equitativamente el agua. Primero, acumular toda la posible. Y, en segundo lugar, compartirla.

Estamos en un Estado comunitario y no puede ser que prescinda el criterio del reparto equitativo. Dando prioridad al consumo humano, y después a otras necesidades. Hoy la técnica permite hacer cosas que quizás hace 50 años no eran posibles. El gran programa de obras hidráulicas que hizo Indalecio Prieto al comienzo de la República, casi todos los proyectos, tenían un antecedente romano.

Este país siempre ha tenido problemas de agua.

En Madrid se entiende menos porque abrimos el grifo y sale un agua estupenda. Hay que ir a muchas zonas donde la escasez de agua es grande y no queda más remedio que acumular el mayor número posible de recursos hidráulicos y luego tener la capacidad de saber repartirlo o incrementarlo. El Ebro, por ejemplo, puede recibir agua en algunos sitios y darla en otros. En fin, este debate nos llevaría bastante lejos.

El socialista, aficionado a la entomología, cree que los nacionalismos y la extrema izquierda son una plaga.

El socialista, aficionado a la entomología, cree que los nacionalismos y la extrema izquierda son una plaga. Vimagit Estudios