Javier Rupérez, durante la entrevista y cuando fue secuestrado por ETA en 1979.

Javier Rupérez, durante la entrevista y cuando fue secuestrado por ETA en 1979. E.E.

Opinión HABLANDO SOBRE ESPAÑA

Javier Rupérez: "El Gobierno firma un acuerdo con Otegi, el hombre que me secuestró"

El que fuera embajador de España en EEUU analiza la situación tras la victoria de Biden y la fragmentación del centroderecha en España.  

15 noviembre, 2020 02:36

Cumpliendo rigurosamente con las medidas de seguridad, Javier Rupérez (Madrid, 1941) nos recibe en su casa del centro de la capital de España y nos obsequia con su último libro, "Las crónicas de la pandemia", editado por Pigmalión. Y es que el confinamiento de marzo le sorprendió en Madrid, sin poder regresar a Washington, donde reside habitualmente y donde fue embajador de España. 

Como tantos, se encontró recluido en casa, en su ciudad natal, sin agenda concreta, y con tiempo para la reflexión, la lectura y la escritura. Y así evocó y puso negro sobre blanco otra reclusión de hace cuarenta años, esta no dictada por pandemia o decreto de estado de alarma alguno, sino por la voluntad criminal de la rama político militar de ETA. La banda terrorista, con la partipación de uno de sus entonces jóvenes militantes, un tal Arnaldo Otegi, le secuestó cerca de la Catedral de la Almudena.

Fue un 11 de noviembre de 1979. El mismo día pero cuarenta y un años después, el mismo Otegi, ya como líder de Bildu, anunciaba su más que posible apoyo a los Presupuestos Generales del Estado y el vicepresidente Pablo Iglesias lo celebraba como el principio de una incorporación de la antigua Batasuna a "la dirección de Estado". 

¿Cómo se digiere que alguien que le secuestró forme parte de un acuerdo de Presupuestos con el Gobierno?

Ese acuerdo que Iglesias llama "de Estado" con Bildu tuvo lugar el 11 de noviembre. El 11 de noviembre de 1979 Arnaldo Otegi me secuestró. Es con ese personaje con el que están llegando a un pacto de Estado. Afortunadamente yo sobreviví, no solo eso, sino que seguí haciendo lo mismo que estaba haciendo antes y estoy vivo y coleando. Yo creo que no hace falta decir nada más.

Este Gobierno está en una dinámica absolutamente destructiva, con respecto primero a la misma Constitución que ha hecho posible que ellos existan como gobierno, y segundo destructiva para una noción elemental de lo que es un país como España, desde el punto de vista de la cohesión social y de la cohesión política o cultural. Porque al mismo tiempo que llegaban a un acuerdo "de Estado" con Otegi lo hacían con otro partido [ERC] que quiere impedir que los niños catalanes aprendan español.

El acuerdo con Bildu está siendo criticado por importantes dirigentes del PSOE, como los presidentes de Aragón, Castilla-La Mancha y Extremadura. José Luis Ábalos ha dicho que con la mentalidad de quienes no aceptan un acuerdo así no se habría hecho la transición a la democracia.

Eso en el mejor de los casos es una siniestra estupidez, en el peor es una obscenidad. La Transición tuvo que ver con una división que se había producido en un momento determinado de la historia de España, que llevó efectivamente al enfrentamiento sangriento entre los dos bandos y que trajo consigo al mismo tiempo, después de muchos años de una dictadura, una reconciliación. También no un olvido, pero sí una situación en donde unos y otros no necesariamente se perdonaron, pero sí se reconciliaron, y desearon construir una nueva España. Pero había habido una Guerra Civil. 

Comparar el acuerdo con Bildu con la Transición es una siniestra estupidez, sino una obscenidad 

¿Está diciendo Ábalos que hubo una guerra civil?; ¿una guerra civil con los terroristas?; ¿está concediendo a los terroristas la capacidad de presentarse como parte de una guerra civil?; ¿les está dando la razón en las reivindicaciones que presentaban?; ¿les está dando la razón en la utilización de la violencia de manera absolutamente indiscriminada durante cincuenta años contra todos los españoles?...¿eso es lo que está haciendo el señor que se dedica a blanquear las cuestiones monetarias de los Maduro y compañía? Es absolutamente obsceno. 

Sobre la memoria en cuanto a ETA hay algo paradójico. Por un lado hay estadísticas que indican que la mayoría de los jóvenes no saben, por ejemplo, quién fue Miguel Ángel Blanco, pero al mismo tiempo hay cada vez más producciones audiovisuales sobre ETA, como la reciente serie que adapta la novela "Patria" u otra en la que se cuenta su caso.

Me parece enormemente positivo para el conjunto de la ciudadanía española que recordemos lo que ocurrió. Y que todas esas manifestaciones plásticas se estén multiplicando. No he visto todas. La última, "El Desafío: ETA" me parece realmente excelente. Creo que aborda de una manera adecuada, profunda y al mismo tiempo neutra lo ocurrido, el horror de esos cincuenta años de terrorismo. Creo que es una serie que debería proyectarse todas las semanas en los colegios vascos. Todavía no he visto la última de Iñaki Arteta, tengo mucho interés, porque me han hablado muy bien de ella, y le conozco personalmente.

Javier Rupérez, durante la entrevista.

Javier Rupérez, durante la entrevista. Javier Carbajal.

Es absolutamente fundamental que recordemos lo que ocurrió. A mí me secuestraron aquí [señala la ventana] al lado de La Almudena. Cuántos han perecido aquí, o en Sevilla, Bilbao, Valencia, Palma de Mallorca... En algún momento habrá que contar toda la verdad sobre la financiación de ETA, o las relaciones internacionales.

Cuando yo estaba secuestrado mis secuestradores, entre elllos Otegi, me preguntaban mucho por Argelia, donde yo había estado unos meses antes negociando la liberación de unos pescadores canarios retenidos por el Polisario. Habían estado en Argel, donde además tuvo lugar algunas de las negociaciones.

También sería importante saber el nombre de los autores intelectuales de cada atentado, porque los que apretaban el gatillo eran gentes que no tenían ninguna formación ni experiencia. ¿Quién les decía que había que matar a un general, o a un magistrado, o a un parlamentario?

¿Cree que Otegi debería pedirle perdón?

No le he visto nunca. Que se disculpe, porque sería la primera parte del reconocimiento de lo que hizo, porque nunca lo ha reconocido. Pero más que eso lo que sí me interesa es el reconocimiento de todos los crímenes que han cometido.  

Un centroderecha fragmentado

Derivado de todo lo que estamos comentando, otra de las conclusiones de esta semana es que el apoyo de Ciudadanos a los Presupuestos al que aspiraba Sánchez, no así Iglesias, se desvanece. 

Yo creo que Ciudadanos ha dejado de existir, francamente. Y está buscando, desesperadamente, la manera de subsistir. Lo mejor que podrían hacer tanto Pablo Casado como Inés Arrimadas es buscar un arreglo para la recomposición de ese espacio. 

Pero Ciudadanos, que hace ahora un año sufrió un gran batacazo en las generales, sigue siendo una fuerza importante y de gobierno en Madrid, Andalucía, Castilla y León y Murcia, además de tener, obviamente, una implantación muy sólida en Cataluña. 

Efectivamente están en coaliciones que son importantes, pero de cara a las futuras citas con las urnas deberían converger. A mí me parece importante el sector que representa Ciudadanos. Si escuchamos el discurso de Casado en la moción de censura nos encontramos con una reclamación centrista que no mejora Ciudadanos. Ciudadanos está aportando confusión con su apoyo al PSOE, que es lo que muchos de sus militantes están criticando. 

Estamos ante un escenario muy parecido al de la fragmentación del centroderecha en los ochenta, con la que logró acabar Aznar unificando todo bajo las siglas del PP. 

Claro, claro. Es una situación muy parecida. Hay que recordar que tras la desaparición de UCD hubo catorce años de gobiernos socialistas. Al final hubo una recomposición de todo ese espacio, a través del PP, en el que entramos los democratacristianos, los liberales, los huérfanos de UCD... y eso fue el éxito final del PP. Claramente es lo que hay que plantearse en este momento. 

Es curioso que no hemos mencionado aún a Vox. Es un elemento disruptivo que no existía entonces. Una formación a la derecha del centroderecha, con posiciones que rompen la tradición de las siglas en las que usted ha militado y que tiene una fuerza nada desdeñable, nada menos que el tercer partido del Parlamento español. 

Hasta los gobiernos de Rajoy había un partido y en estos momentos hay tres, o dos y medio. En la moción de censura Vox se equivocó en un movimiento táctico. Lo que querían era no tanto ir contra Sánchez sino contra Casado. Y es normal que Casado se diera cuenta de la maniobra e hiciera todo lo posible para defenderse, y la defensa la hizo muy bien. Su discurso fue realmente ejemplar, desde todos los puntos de vista. Lo hizo afirmando todo lo que deben ser las líneas básicas de comportamiento de lo que debe ser un partido de centroderecha. Vox se equivocó también en la respuesta, fijándose exclusivamente en las menciones personales. Yo creo que en la vida política no se debe llorar demasiado. Las cosas son las que son y hay que enfrentarse a ellas.

Casado tiene que buscar, como hizo Aznar, la reunificación del centroderecha, empezando por Ciudadanos 

Por otra parte Vox ha ido derivando hacia posturas que son absolutamente incompatibles con lo que es el centroderecha básico español. Su antieuropeísmo, las simpatías por Trump... Pero al mismo tiempo hay que recordar algo elemental: Vox es un partido constitucionalista. Se esté o no de acuerdo con sus planteamientos, Vox no hace nada en contra de la Constitución y no pretende hacer nada en contra de la Constitución que no sea por los procedimientos que establece la propia Constitución.

Así como es importante una conversación Arrimadas-Casado, también es importante una conversación Abascal-Casado. Éramos uno y deberíamos volver a ser uno, en la medida de lo posible. 

Sin embargo, no estamos ante un fenómeno exclusivamente español. Ahora hablaremos de Trump y lo que ha supuesto en el Partido Republicano de EEUU, pero si miramos a Europa ahí está el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, dentro del Grupo Popular Europeo pero cada vez más distanciado; ahí está Ley y Justicia, el partido gobernante en Polonia; Le Pen no para de crecer en Francia; el sector pro Brexit se ha hecho con el control de los 'tories' británicos, como demuestra sin ir más lejos el primer ministro Boris Johnson...  

Que cada cuál haga frente a sus propias responsabilidades nacionales. Efectivamente hay una reaparición de una cierta voluntad de eso que llaman, precisamente los húngaros la democracia iliberal y todas sus consecuencias, que son preocupantes. Hay, ciertamente, manifestaciones diversas de esas tendencias radicales en varios países de Europa.

También pasa en la izquierda, dicho sea de paso. Así como aquí Iglesias se llena la boca de insultar a la "ultraderecha", obviando que él es la ultraizquierda. En España hay una alianza de izquierda radical revolucionaria que está destruyendo el país. Está destruyendo las normas esenciales de comprotamiento jurídico, político e institucional, está tratando de destruir la Constitución del 78 que es la mejor que ha tenido España, con mucha diferencia, desde la de 1812. 

Biden y Trump 

Usted conoce bien EEUU. Parece evidente que, a pesar de su resistencia, Trump tendrá que resignarse a que el 20 de enero Biden pronuncie su discurso inaugural. Sin embargo, el trumpismo parece lejos de haber desaparecido del todo políticamente. Es un clamor el comentario de que sin pandemia probablemente habría ganado otra vez. 

Tenemos que organizar una especie de rezo de gracias a la pandemia [risas] por la desaparición de Trump. Esa afirmación de que el trumpismo persiste es lo que él querría. Porque dice: tengo setenta millones de votos, bueno, pero el otro setenta y cinco, las reglas son las reglas...

Pero me refería más a la cata sociológica del votante de Trump. Parece que hay una América de obreros blancos, simplificando un poco, totalmente opuesta a la de las elites costeras o de Nueva York y Washington. Y que eso no va a desaparecer.  

Ese conjunto de americanos ha perdido las elecciones. Lo primero que tenemos que recuperar es también el elemento del funcionamiento constitucional del sistema. Ustedes se presentan a unas elecciones y o pierden o ganan, y si pierden aceptan la derrota. Es cierto que el resultado se puede leer más en clave de un voto de censura plebiscitario a Trump que un apoyo a Biden.

El ex embajador de España en EEUU, Javier Rupérez.

El ex embajador de España en EEUU, Javier Rupérez. Javier Carbajal.

Trump juega a que con ese apoyo de setenta millones va a llegar a 2024 para presentarse otra vez. Bueno, no conoce o no quiere conocer la vida política americana. De aquí al 2014 habrán surgido toda una serie de candidatos dentro de un partido Republicano que ha perdido y que necesita un reacomodo. Es un partido destruido por Trump, del mismo modo que el PSOE está siendo destruido por Sánchez.

Son dos líderes que no tienen más referencia que su propio poder personal. Ambos están polarizando enormemente a sus dos países. 

Cuando usted fue embajador en EEUU estaba en la Casa Blanca otro republicano muy distinto a Trump, George W. Bush. Ha sido muy significativo que se apresurase a reconocer la victoria de Biden y a felicitarle. Aquella fue la época de las guerras de Afganistán e Irak, que como en su día Vietnam ha dejado una huella muy profunda en la sociedad americana, con una nueva hornada de veteranos. Cuando Trump enseñorea el America First está de fondo la guerra comercial, pero también el aislacionismo. 

EEUU ha estado prácticamente en guerra desde aquellos momentos. Y eso lo he vivido de cerca, y lo vivo, porque en el fondo sigo viviendo allí. Es muy profundo el dolor de las muertes, de los lisiados, de los veteranos. Eso ya se notó en la presidencia de Obama, que marcó un cierto retraimiento con respecto a la presencia militar de EEUU en el exterior. En un momento determinado, cuando se produce la intervención de los aliados en Libia [en 2011, cuando se terminó con Gadafi y su régimen] él dice que prefiere estar en "el asiento de atrás". Driving from behind, conduciendo desde atrás. 

Trump es un ultranacionalista que sabe poco de negocios, como demuestran sus inmensas deudas 

Pero la diferencia con Trump es que esa idea de Obama no tenía nada que ver con la participación de los EEUU en el mundo exterior. No tenía nada que ver con la visión del papel fundamental que EEUU ha venido manteniendo en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial. Un papel que tenía que ver con el multilateralismo y con la estabilidad internacional desde la óptica del mercado libre y la democracia. 

Esta filosofía se la carga Trump, por una visión ultranacionalista que tiene que ver con sus propios planteamientos personales. Con su misma idea del negocio, que es lo que él dice conocer. Yo creo que en realidad lo conoce poco, porque como todos sabemos es un hombre con deudas perpetuas e inmensas.

Ha pretendido destruir la Unión Europea (UE), ha respaldado el Brexit precisamente porque creía que era la mejor manera de acabar con ella, ha insultado a los aliados de la OTAN...todo el nucleo fundamental de la proyección exterior de los EEUU ha quedado seriamente afectado por su política exterior, mientras se planteaba como amigo de dictadores varios, el de Corea del Norte, de Putin o del chino, con independencia de las cuestiones económicas. También con Bolsonaro, es decir, siempre aliado del nacionalismo del mundo, por no decir el autoritarismo dudoso del mundo. 

En eso se enmarca la marcha atrás en el acuerdo nuclear con Irán. 

Sí, y la salida de la OMS, del Tratado de París sobre cambio climático, la salida parcial de la Organización Mundial del Comercio...En definitiva, el rechazo total a cualquier estructura multilateral. En la cuestión con Irán Biden intentará volver. ¿Cuál era el propósito del acuerdo? Pues detener la posibilidad de que se dotara de armas atómicas.

Naturalmente con unas conversaciones que tenían que ver con el comercio, que tenían que ver con la recuperación económica y con la recuperación de Irán en el mundo internacional. Naturalmente había críticos de ese acuerdo, porque decían que no llegaba a contemplar suficientemente la prohibición de las armas nucleares. Pero era un acuerdo con EEUU, con todos los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y con Alemania.

Trump también pretendió salir del acuerdo de Nafta, con México y Canadá. Ha interrumpido un acuerdo muy avanzado de libre comercio con la UE, lo mismo con los países del Pacífico. Esto último hubiera sido muy importante para coaligar a todos los aliados de EEUU en la zona frente a China, precisamente. Así que al final esto ha sido una baza para China. Ese es Trump. 

Otro de los rasgos de su presidencia ha sido, indudablemente, la guerra comercial. Hay quien dice que no es más que una reacción a la defensiva ante la "decadencia del imperio americano". ¿Qué le parece esta idea? 

Yo siempre recuerdo la anécdota de Mark Twain sobre la noticia que llegó a publicarse de su muerte, que afirmó que era "abiertamente prematura" [risas]. Cuando oigo lo de la decadencia pienso lo mismo. Las noticias sobre la desaparición de EEUU como potencia mundial son abiertamente prematuras. Claro que las cosas han cambiado, 2020 no es 1950, ni 70, ni siquiera 1990.

Me parece exagerado hablar de la decadencia de EEUU como primera potencia mundial 

La competencia con China está ahí, y supone un nuevo dato en el escenario, ya que no es la primera potencia económica pero sí la primera potencia comercial. China tiene además una gran expansión política, y su despligue militar en el mar está afectando a aliados naturales de EEUU como Filipinas, Japón o Corea del Sur.

Es inevitable preguntarle, a alguien que conoce el día a día en EEUU, por la eterna cuestión racial, que este año ha sido tan importante tras el asesinato de George Floyd y que presumiblemente ha tenido una gran influencia en la victoria de Biden.    

El problema no es exactamente el mismo que en los años sesenta, pero tristemente sigue ahí. Ahora van a tener una vicepresidenta, Kamala Harris, que es de color, tanto negro como amarillento o tostado, por su ascendencia india. 

Yo siempre recomiendo "La Mancha Humana" de Philip Roth, es una novela sobre una persona que es absolutamente blanca desde el punto de vista de lo que es la apariencia exterior, pero que sin embargo es descendiente de negros. Tiene una "mancha" y eso condiciona su vida. Eso sigue existiendo en la sociedad americana. Es además un círculo vicioso, donde está el tema social, el tema económico, el tema educativo... y consiguientemente la marginación. 

Yo vivo en Washington, donde hay grandes zonas de gente de color, en Chicago, donde también he vivido, hay literalmente dos ciudades: la ciudad blanca y la ciudad negra. Y algo parecido ocurre en Nueva York. Ha habido grandes avances. Ha habido un presidente negro, nunca ha habido un presidente judío, por ejemplo, y en estos momentos tenemos el segundo presidente católico [Biden será el primer católico que ocupe la Casa Blanca, después de Kennedy].

Pero efectivamente queda mucho por hacer. No hay una discriminación legal, pero sí una latente, social. Aunque en mi opinión el Black Lives Matter se ha pasado de frenada. Hay una serie de preguntas candentes. Por qué, por ejemplo, no se ha producido la integración de la minoría afroamericanana con la misma velocidad con que se ha producido la de la minoría hispana.