La decisión de Rajoy de aplazar a después del 17 de agosto cualquier iniciativa sobre su investidura demuestra que son falsos sus reiterados llamamientos a lo "urgente" que es resolver la situación de bloqueo institucional de España.

Estamos viviendo una situación similar a la breve legislatura pasada. Entonces, mientras los partidos buscaban acuerdos para una posible formación de gobierno, sus grupos en el Congreso votaron de forma unánime concederse tres semanas de vacaciones en Semana Santa, para lo cual llegaron a aplazar un Pleno. En aquella ocasión fue necesaria la complicidad del presidente del Congreso, Patxi López, igual que ahora Ana Pastor no ha hecho nada por agilizar la situación.

Rajoy, que tiene la responsabilidad de llevar la iniciativa, ya se quitó de en medio el fin de semana pasado y reincide ahora al irse de puente. Hemos visto cómo Pedro Sánchez también disfrutaba de la playa. Y con ellos, todos los parlamentarios. Ocho meses sin gobierno parece que no les resultan suficientes para actuar con mayor celeridad. Actitudes así contribuyen al descrédito de los políticos. Queda claro que, a la hora de la verdad, anteponen sus vacaciones al interés general.