Por culpa de Helena Resano ando desempolvando el pasado. Aquellos maravillosos años en los que presentaba informativos y andaba por las noches seleccionando noticias y contándolas desde una mesa llena de monitores de televisión y periódicos calientes. Parece que fue ayer cuando los franceses volcaban camiones de fruta, parece que fue ayer cuando se casaron los Reyes envueltos de gris y lluvia y parece que fue ayer cuando las Torres Gemelas caían en directo ante nuestra estupefacta mirada.

Las noches en las que durante muchos años presenté informativos fueron noches de tensión y de atención. Así lo recuerdo. Pero también de colegueo y complicidad entre los compañeros que nos quedábamos en ese horario de poca luz y mucha luna. Cierro los ojos y vuelvo a ver una mesa con vasos de café, caramelos de menta para compartir y muchos folios con resúmenes del día. Una mesa en la que sumábamos paciencias y apostábamos por un informativo breve y directo. Poco suceso y poco deporte, “solo noticias que resuman el día”, dijimos. “No somos los primeros en contarlo, somos los últimos. Seamos esenciales”. Juanra Lucas presentaba a mediodía, Angels Barceló por las tardes y yo me quedaba a cerrar el día en aquel estrecho plató heredado de Montserrat Domínguez. 

Qué ha pasado hoy, nos preguntábamos al llegar al trabajo frente a la máquina de golosinas y frutos secos. Y, mientras caía una bolsa de patatas de sabor imposible, ordenábamos la actualidad con el pulso de nuestras venas, no el de nuestro twitter, que no existía. 

Mi querida Helena Resano saca libro explicando la trastienda de un informativo. Y buceando por los capítulos, interesantísimos para los que quieran conocer cómo se hace, por qué se hace y quiénes lo hacen, he vuelto a revivir mis años al mando de aquel plató encajonado al principio de la redacción donde contaba la vida bajo unos focos. Aquella mesa con tres cámaras automáticas, un regidor de acento argentino y un pedal para mover las letras del autocue. A pocos metros estaba realización y, si prestaba atención, podía escuchar sus respiros, respingos y suspiros. Y, con un poco de memoria, vuelvo a sentir la emoción tras el copyright y el todo-ha-ido-bien, mañana-más.

¿Hacia dónde vamos?, se pregunta Helena Resano en su manual. “Ni idea”, se responde con sinceridad.

Muchas veces me han preguntado por qué dejé informativos, pero varío la respuesta en función de quien me la pregunta. Y seguiré cambiándola durante muchos años. Sólo he dudado cuando la cuestión es “¿volverías?”. ¿Querrían?, respondo a lo gallego. La culpa de la nostalgia se la echo a Helena. ¿Hacia dónde vamos? ¿Quién edita la realidad?