De lesa humanidad emplumar a Rajoy por lo de Siria… Pues hombre, pues que así de primeras no lo veo. O sí, pero con tiempo, con forense y con perspectiva, que "de este hilillo no beberé", y a Gil lo pillaron por menos y prosperó...

A Rajoy, y se va viendo por la Historia que va dando día a día El despertador de este periódico, parece que le vienen dando igual el tribunal de La Haya, el chorro de amigos imputados/investigados, el juicio de las portadas y hasta el niño suyo, que le viene a enmendar la plana cuando juega el Madrid y en España creen que existe oposición en prime time y en tiempo de juego. Que mi amigo Alberto Garzón denuncie a Mariano Rajoy por crímenes de lesa Humanidad por lo de Siria suena a broma macabra.

Si Mariano Rajoy acertara a la primera dónde está Siria sería un gran avance de la geopolítica, pero es que de encubrir a Bárcenas a compararlo con Hitler ante un juez va un abismo, Alberto, y te llamo Garzón y te llamo amigo, si me dejas, que las sirenas podemitas aún me dejan oírte a ti y a Anguita. Y te llamo Alberto, y te llamo Garzón, porque nos conocemos y hemos compartido coche, playas, confidencias y hasta amigos. Recuerdo cuando en una cena del PCE me libraste de que me escupieran porque yo iba de traje: era una cena en Málaga en apoyo a Palestina. Pero hombre, Garzón, darle ese eco a Mariano Rajoy equivale a subir al mayor equívoco del centroderecha a categoría histórica. Que sí, te concedo que el dontancredismo de Rajoy funciona en una sociedad de cabreros…

Pero es que ni tú, Garzón, ni yo, ni incluso Rajoy, somos ese intratable pueblo de cabreros que dijo Gil de Biedma; para empezar terminamos el Bachillerato los tres con buena nota e hicimos estudios superiores. Tú Económicas en Málaga, con éxito de público donde en unas de tus conferencias compareció hasta una de mis novias de entonces; yo algo de Periodismo y de Letras; Rajoy ganaba oposiciones y leía el MARCA. El tiempo, aquí, nos da igual.

A Rajoy lo hemos tratado en este país desde el papel oficial hasta el teatro pánico. Aún recuerdo ese almuerzo cuando Fernando Arrabal, pidiendo el postre como primer plato en un tabernón de Madrid, me confesó que Mariano Rajoy a él le “tenía hincha” por algo en Melilla aquellos días que Rajoy fue ministro y se arriaban banderas.

Cuando Alberto Garzón anunció el emplumamiento a Mariano, la bancada pepera reía. A ellos no se les acusará ni por lo humano ni por lo divino; quizá sea por lo fiscal, en todo caso.

Y si hay huevos.