El "Acuerdo para un gobierno reformista y de progreso" presentado este miércoles por el PSOE y C's es un ambicioso programa con decenas de medidas concretas, muchas de ellas imprescindibles para la mejora de nuestra calidad democrática y también para la modernización de España. Se podrá estar más o menos de acuerdo con algunas de las propuestas -hay que decir que al menos una decena de ellas coincide punto por punto con Obsesiones de EL ESPAÑOL, al tiempo que otras nos parecen muy mejorables, como la relativa a la reforma del Poder Judicial-, pero lo que convierte ese documento en histórico es su carácter fundacional de un nuevo espacio de centro político en España.

Estamos ante un pacto poderoso, apoyado en un programa sólido, con el respaldo de 130 diputados e intencionadamente presentado por Pedro Sánchez y Albert Rivera ante El abrazo, el cuadro de Juan Genovés, un icono de la Transición. Desde los tiempos de Suárez un proyecto de centro no concitaba tantos apoyos. Pero esta  alianza es histórica, también, porque nunca antes dos partidos de ámbito nacional habían cerrado en la España moderna un acuerdo de legislatura.

Resultado coherente

El acuerdo, en el que es fácil rastrear contribuciones del PSOE y otras propias de C's, corría el peligro de convertirse en un monstruo a lo Frankenstein, con retales de un programa y de otro, sin demasiada coordinación o con contradicciones insalvables. Sin embargo, el conjunto resulta coherente, con cesiones por ambas partes para facilitar el consenso. Salta a la vista que los redactores del acuerdo han trabajado con esmero. Cuando no ha sido posible el pacto se hace constar, como en el apartado del aborto o la custodia compartida.

La reacción de Podemos y del PP ha sido darle una patada al tablero. Podemos suspendió la reunión que tenía prevista este miércoles con el PSOE asegurando que el documento firmado con C's parece inspirado por Faes (la fundación que dirige Aznar) y que su contenido hace inviable un "gobierno de cambio". Es una afirmación exagerada y muy discutible.

PP y Podemos, juntos

El documento incluye medidas que suscribiría Pablo Iglesias, como las de regeneración democrática -primarias en los partidos, candidaturas electorales desbloqueadas, listas paritarias-, las de carácter social -inembargabilidad de la vivienda habitual a familias con dificultades, implantación del Ingreso Mínimo Vital, subida del Salario Mínimo, acciones contra la pobreza energética-, algunas de tipo fiscal -rebaja del IVA cultural-, las medioambientales -cierre progresivo de centrales nucleares, creación de impuestos a la contaminación- y algunas de las educativas -universalización de la enseñanza de 0 a 3 años-.

En el PP la reacción ha sido similar, pero curiosamente con argumentos opuestos, pues se acusa a Albert Rivera de haberse echado en brazos de los socialistas y de asumir un programa de izquierdas. Sin embargo, Rajoy aún tendrá más dificultades que Iglesias a la hora de explicar su oposición, ya que el acuerdo que han presentado PSOE y C's es mucho más de centro que de izquierda y, entre otras cosas, respeta aspectos sustanciales de la reforma laboral del PP, se compromete al rigor en las cuentas y al cumplimiento de déficit que marque la UE, descarta la subida del IRPF y se opone a cualquier referéndum que cuestione la soberanía nacional. Resultará paradójico ver a Rajoy votar en el debate de investidura contra un compromiso que descarta la subida de impuestos que él asumió en el programa que acabó incumpliendo y que evita referendos como el que él permitió que Artur Mas le organizara en forma disfrazada de consulta.

Futuras alianzas

La pinza de PP y Podemos al que hemos bautizado como Pacto de El abrazo, encierra claros intereses personalistas y de cálculo político. Salvo que el PP logre hacer recapacitar a Rajoy, esa conjunción de intereses entre la derecha y la izquierda más radical aboca directamente a elecciones y a un nuevo periodo de incertidumbre.

Sin embargo, la gran virtud que tiene el acuerdo entre el PSOE y C's es que acaba con la posibilidad de alumbrar un frentepopulismo que amenazaba con dividir España en dos bloques irreconciliables. Es un logro que hay que apuntar en el haber de Pedro Sánchez, que, pese a todos los que auguraban lo contrario, ha actuado con altura de miras y sentido de Estado.

Además, la apuesta de Sánchez por el centro, al fundarse sobre un documento tan completo, nace con voluntad de futuro y preconfigura próximas alianzas. Puede ocurrir así que PSOE y C's fracasen la semana que viene con la investidura de Sánchez, pero de la misma forma, Rajoy puede dar por hecho que, salvo el caso improbable de que en unas nuevas elecciones obtuviera mayoría absoluta, no volverá a ser presidente. Pero no nos anticipemos. Todavía puede contribuir a formar parte del gran acuerdo de centro del que han sentado los cimientos Pedro Sánchez y Albert Rivera.