Desde que el pasado dos de febrero el Rey le encargó que intentara formar Gobierno, Pedro Sánchez ha hecho auténticas muestras de funambulismo para intentar sumar apoyos a su investidura. Primero acercándose a Podemos y después amparándose en Ciudadanos, el candidato socialista ha alimentado la hipótesis de que tiene opciones de convertirse en el próximo presidente de España al frente de un Ejecutivo reformista. Además, ha mantenido el protagonismo en las negociaciones, pese a los desplantes continuados de Pablo Iglesias, apoyándose en la apuesta de Albert Rivera por la estabilidad y la regeneración. 

A partir de ahora, sin embargo, empieza la cuenta atrás para Pedro Sánchez, que confía en cerrar un acuerdo con Ciudadanos para presentarlo a las bases del PSOE la próxima semana. El calendario que se autoimpuso el candidato socialista, por un lado, y el inmovilismo y la arrogancia de Podemos, por otro, determinarán el desenlace de las negociaciones.

Consulta telemática

Sánchez se zafó de la presión de los barones de su partido, que se niegan a echar al PSOE en brazos de Podemos, con el compromiso de someter a una consulta telemática no vinculante el acuerdo que salga de la mesa de negociaciones. Aquella huida hacia delante obliga ahora al secretario general socialista a tener una propuesta firme en un máximo de seis días para someterla a consulta entre el 24 y el 27 de febrero, antes del Comité Federal previo a la jornada de investidura en el Congreso, el 2 de marzo.

Sánchez es rehén de su propio calendario y todos los actores en escena saben que la obra a su fin. En esta clave hay que interpretar que los equipos negociadores de PSOE y Ciudadanos se emplezaran este miércoles a tener una respuesta definitiva "el fin de semana o a principios de la que viene", tras subrayar que habían hecho "avances sustanciales".

Últimas negociaciones

Este escenario permite a Ciudadanos tener una posición dominante en las negociaciones. Por eso el PSOE asume que los representantes de los máximos órganos de Estado -Tribunal de Cuentas, Defensor del Pueblo, Consejo de Estado, CGPJ...- sean elegidos por "oferta pública".

También sirve para comprender, por otra parte, el tono de ultimátum que emplea Pablo Iglesias cuando exige a Pedro Sánchez que elija entre él y Albert Rivera.

La única opción

La de Ciudadanos es la única opción realista para el PSOE, por más que este acuerdo requeriría la abstención de Podemos y/o del PP. Sobre todo después de que Pablo Iglesias exigiera una vicepresidencia amplificada en funciones, la celebración "imprescindible" de un referéndum en Cataluña e incrementar el gasto público en 96.000 millones.

El programa de Podemos es inasumible políticamente para el PSOE e impracticable en términos económicos, financieros y fiscales, ya que conllevaría subir los impuestos de patrimonio, IRPF y sociedades y mantener un déficit del 2,2%. Más aún, el incremento del gasto previsto exigiría un crecimiento sostenido del PIB superior al 4% durante toda la legislatura, lo que es imposible.

Durante las últimas dos semanas Pedro Sánchez ha puesto toda la carne en el asador para intentar sacar adelante su investidura. La prepotencia de Pablo Iglesias, las líneas rojas que le marcó su partido y la estrategia posibilista de Albert Rivera han reducido sus opciones a la carta que ahora se juega con Ciudadanos.