Toda Valencia y toda España sabe que Barberá, si seguimos las palabras de Rajoy sobre otras cosas -o sobre la cosa misma-, es “imposible” metafísicamente, y así según las fórmulas que el presidente en funciones del Gobierno ofrece a España. Porque Rajoy no ofrece nada, pero que pase el tiempo y le prescriba todo lo suyo, que ya es bastante y huele.

Rita Barberá se esconde donde sea y mandará abogados con factura a terceros: Barberá da una espantada y toda su ciudad es una cárcel donde airea sus bragas, sus pólvoras y sus amigos que la traicionan por reducción de barrote. Ella tiene abogados y tú, escritor, metáforas con la que construir una Dama de Elche que no es de Elche, pero que ha vivido como si fuera de Elche, de Baza, y hasta como musa de Leonardo.

Hay algo mejor que la puerta giratoria, y es el aforamiento. Por encima del aforamiento pueden resbalar insultos y figuras legales, que Rita es Rita, y ella no necesita reconvertirse en consejera delegada, sino vivir del aforamiento y del ‘ansia viva’. Hay otros políticos que se van a la asesoría, a las telefónicas. La puerta giratoria sigue en lo suyo. En Valencia la puerta giratoria va de 'emplumado' a testigo, y en éstas que van desfilando señoronas de Valencia con pieles, que ya son ganas de pasar calor y de portar un zorro al cuello. Las 'donas' de Rita llevan el pezón en la garganta por obra y gracia del bótox; el resto vienen oxigenadas de fábrica y tienen abogados con canas e hijo bastardo y notario. El problema de todo es el aforamiento, esa figura legal por la cual medio gabinete de Rajoy puede chotearse del contribuyente mientras sus soldados se montan una empresa, o desfalcan, o, directamente, te mandan informes sociológicos.

Por Valencia pasan los pellejos estirados de señoras concejalas que prometían el cargo por la ciudad y por el murciélago, y que iban metiendo la mano en la caja con la inopia de la laca y la connivencia de Mariano. Todas se parecían a Carmen de Mairena, con esos pellejos que se estiraban, estéticamente, desde la ceja a la rabadilla del culo. Quizá lo más doloroso de la vieja política sea que la puerta giratoria, que el 'mamoneo', quede como la única salida honrosa de alguien que sirvió a lo público.

Se puede establecer una línea historiográfica que vaya desde el Lute a una Infanta y pase por una marioneta abertzale. Y todos subvencionados...