La ronda de consultas de Felipe VI con los representantes de los grupos parlamentarios en busca de un candidato a la Presidencia del Gobierno ha cruzado este miércoles el ecuador sin que nada permita pensar que la actual situación de incertidumbre por la falta de una mayoría clara vaya a superarse a corto plazo.

La visita a Palacio de los diputados de IU y En Marea, Alberto Garzón y Alexandra Fernández, dos formaciones decididas a apoyar la investidura de Pedro Sánchez para que Mariano Rajoy no vuelva a gobernar, confirma las enormes dificultades del presidente en funciones para ser reelegido. No es de extrañar que, consciente del bloqueo institucional y político que atenaza al país, el propio Monarca haya subrayado que vivimos un "tiempo turbulento y convulso", en palabras del portavoz de IU.

El Rey, que finaliza el viernes la ronda de contactos, tiene ante sí tres alternativas. La más obvia sería proponer a Rajoy como candidato por haber encabezado la lista más votada. Sería una elección condenada al fracaso, por cuanto el líder del PP no ha logrado sumar otros respaldos que el del diputado de Foro Asturias y los dos de UPN, con los que su partido concurrió en las listas, y sólo cuenta con la abstención de Ciudadanos.

El 'plan B' de Rajoy

Además, tal y como hoy informamos, el propio Rajoy estaría sopesando admitir ante el Monarca que no está en condiciones de formar Gobierno para que éste le descartara de inicio. Buscaría así que propusiera a Sánchez, con la esperanza de que se estrellara y eso precipitara su caída en el PSOE. Rajoy está convencido de que, con otro secretario general, su investidura tendría más opciones de prosperar.

La segunda opción que a priori tiene Felipe VI sería proponer a un aspirante distinto de Rajoy que hubiera sido capaz de reunir más apoyos que él. Ahora bien, aunque Pedro Sánchez se está moviendo con ese fin, está por ver que pueda construir una mayoría suficiente con mimbres tan heterogéneos como Podemos y el PNV sin cruzar las "líneas rojas" marcadas por el PSOE.

Por último, el Monarca podría pedir a los dirigentes políticos que siguieran reflexionando y negociando al no existir ninguna candidatura afianzada. El propio Felipe VI dio a entender el lunes a los diputados de Nueva Canaria y Foro Asturias que es probable que tuviera que repetir las audiencias en Zarzuela.

Una prórroga para la política

La Constitución no precisa qué condiciones debe reunir el candidato para que sea propuesto por el Rey ni fija tampoco un tiempo para designarlo. El artículo 99 se limita a decir que, "previa consulta con los representantes" de los distintos grupos, el Monarca "propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno".

El Rey afronta, pues, un serio dilema. Pero si algo está claro es que proponer a un candidato sin posibilidades de ser investido tendría consecuencias negativas ya que supondría admitir que las consultas en Palacio han sido estériles. Pero, sobre todo, porque pondría en marcha la cuenta atrás para agotar los dos meses de plazo que marca la ley antes de convocar forzosamente nuevas elecciones. Este sería el peor de los desenlaces pues implicaría que el sistema parlamentario habría fracasado.   

Lo ideal, por tanto, sería que Felipe VI no se precipitara y que nuevos contactos políticos pudieran alumbrar un candidato consistente. En esa prórroga deberían quedar a un lado los personalismos y los intereses particulares. Habría que explorar todas las posibilidades, como la de encontrar un candidato de consenso que no tendría por qué ser ni Rajoy ni Sánchez. Habría llegado la hora de hacer política con mayúsculas.