No es que a Pablo Iglesias se le conozca mal, en el Canal Único de Información; es que se le conoce como “el mal”. Yo le conocí el otro día y me recordó a un personaje de cuento ruso; de los que miran los charcos donde se reflejan las estrellas, de ahí que siempre ande cargado de hombros y de buenas intenciones.

Aspira a presidir un Estado por consenso; algo desconocido en un país asiduo al turnismo y al Saturnismo político que devora a sus hijos en el llamado Estado Ideal; una mala construcción lingüística donde el Predicado determina a un Sujeto que solo participa cuando toca pagar impuestos; rescates que alimentan el secuestro de la democracia por parte del Capital; trapis donde el gobierno funciona como agencia mediadora entre mercancías.

Cuando una de las mercancías es la información, el conjunto de datos que disminuyen la incertidumbre social pasa a ser forma social que cotiza en el mercado de la incertidumbre. No sé si me explico pero el otro día saltó una noticia sobre la financiación de los programas televisivos que presenta Pablo Iglesias. Para apoyar su valor, sacaron una especie de acuse de recibo que, más que argumento, resulta risión. Como la cosa quedaba flojita, la incertidumbre se apoyó con un vídeo.

Se trata de una charla donde Pablo Iglesias, libre de hipocresía, habla de la relación comercial con el canal de televisión iraní y pone un ejemplo histórico; el del tren que los alemanes pusieron a Lenin a cambio de que Rusia dejara la guerra con Alemania; un vagón que atravesará contradicciones antes de llegar a su destino revolucionario.

El tren sellado es una lección de la Historia. Porque la Historia es memoria viva del tiempo presente y no la visita al museo de momias a la que nos tienen acostumbrados desde el Canal Único de Información. De la misma manera, la revolución consiste en crear y recrear lo vivo y no puede llevarse a cabo sin contradicciones pues, sólo cuando una cosa encierra en sí misma una contradicción, se muestra viva y dinámica.

Hay que ser simple para interpretar de otra manera las palabras del vídeo. Pero no vine aquí a comerle la coleta a Pablito Iglesias, vine hasta aquí para contestar el tweet de un ministerio del Estado Ideal:

¡Felicidades! y les recuerdo que el mayor delito es la injusticia social y ese lo persiguen poco. Trabajen y dejen de perseguir a Pablito.