Leo el titular dos, tres veces, pestañeo y vuelvo a empezar, y luego abro la noticia porque tengo la esperanza de que alguien se haya equivocado en el encabezamiento, pero resulta que no: la noticia asegura que la policía belga localizó a Salah Abdeslam, coautor de los atentados de París, dos días después de la masacre, pero no le detuvo porque era de noche. Parece una broma, una página del tebeo, un chiste de cuando Gila hablaba con el enemigo para ponerse de acuerdo sobre la hora de ataque y negociaban un “timing” bueno para todos.

Gila se pondría las botas con el diálogo de los belgas: “Oye, que lo tenemos ahí, que está en aquella casa”. “Sí, pero esperad que ya pasa de las nueve”. “No fastidies, tío, qué tarde se ha hecho… ¿y no podemos entrar?” “No, no, ya sabéis lo que dice la ordenanza. No son horas. Aquí entre las nueve de la noche y las cinco de la mañana no se pueden pegar tiros, que la gente está durmiendo y hay que respetar el descanso. Menudo susto se iba a llevar la peña si nos ponemos a darle a la escopeta. Volvemos mañana temprano, a ver si hay suerte y el malo aún anda por aquí. Pero que nadie diga que no respetamos el manual”.

Así se escapó el enemigo público número uno. Así se fraguó esa operación – desmadre que mantuvo a Bruselas en estado de guerra durante más de dos días. El estricto código penal belga establece que no puede haber redadas ni operaciones entre las 21.00 y las 05.00 salvo "delito flagrante o incendio". Como allí no se estaba cosiendo a puñaladas a nadie y tampoco ardía una silla, los agentes del orden decidieron esperar, y entretanto Abdeslam se dio el bote. Si el figura en cuestión no hubiese tenido a sus espaldas los muertos de París, la cosa podría hasta ser graciosa. Pero no estamos hablando de un chorizo vulgar, sino de un terrorista.

Resulta difícil entender el proceso mental que te hace poner en peligro una operación de envergadura por no saltarte una normativa ridícula. También que no haya en todo un ministerio del interior alguien con dos dedos de frente que asuma la responsabilidad de orillar la ley en favor de la seguridad de todos y la justicia internacional. Por eso, aunque ya he leído tres veces la noticia, aunque la he repasado cuidadosamente, sigo pensando que quizá he entendido mal, que tiene que ser un error y que los acontecimientos tuvieron que discurrir de otra forma. O eso, o que vuelva Gila reencarnado en belga, que tendrá material para dos vidas.