Barcelona tuvo este martes su otro 12 de Octubre, que fue festivo para los que no tienen otra ocupación que la beatificación callejera de Mas. Faltó el macho cabrío legionario, pero para llenar el piso de orines disponen de una activista meona, que riega el adoquín cuando reivindica la utopía o la pose. Hasta les rula una monja que dejó el torno por la causa de la independencia, que es causa que ya no entiende ni de ideología, ni de imagen, ni de concilios ni de órdenes monjiles.

Un día después de la puesta de largo de Albert Rivera en Madrid, Barcelona fue la capital de este epílogo de la charlotada del 9-N de hace casi un año, cuando lo de las urnas reciclables en esos institutos donde faltan el Quijote a primera y el bollo en el recreo. No hubo desfile de tropas pero fue allí el Rey, por reeditarle a Mas en persona el cariño del pueblo madriles, que tanto lo extrañó entre coplas y pancartas socarronas.

El día después de la Hispanidad fue el día de Colau defendiendo a Mas; que España, la invasora y genocida de las milenarias civilizaciones de América, lo quiere emplumar en juicio político y sumarísimo. Por la jornada desfilaron ante el juez la exvicepresidenta, Joana Ortega, y la consejera de Educación en Funciones, Irene Rigau.

Pero el día después del 12 de Octubre fue también el día de la sonrisa más clara, más diáfana, que se le viera nunca a Felipe VI. Saludó a Artur Mas en el transcurso del XVI Foro Iberoamericano, y ahí andaba el president "en funciones" como un reyezuelo bananero que reniega de la Colonia, y el Borbón, que sonreía democrático y borbónico, poniendo dientes, dientes, mientras el otro asomaba su barbilla burguesa a no sé qué amaneceres y qué abismos.

Hay que quedarse -lo reitero- con la sonrisa abanderado de Felipe VI: cúmulo y rompeolas de todas las risas de la España de bien: como en el 92, cuando éramos tan felices y despreocupados, cuando aún no sabíamos que la hermana y el cuñado nos iban a salir por peteneras baleares. El buen Rey ejerció de embajador democrático, le sonrió a Mas como quien sonríe una trastada malota de Froilán.

Felipe VI fue a BCN y saludó a Mas como en la mejor de las pesetas. Ada Colau gritó por la causa de un imputado en funciones. Y San Artur, bueno, pues mártir si tanto lo bendicen.