Un misil de crucero Tomahawk, capaz de alcanzar miles de kilómetros.

Un misil de crucero Tomahawk, capaz de alcanzar miles de kilómetros. Reuters

Observatorio de la Defensa

Los Tomahawk no pueden llegar a Ucrania sin la autorización de Trump, ni siquiera a través del programa PURL

Este misil está sujeto a licencias de exportación y requiere del permiso del Departamento de Estado para cualquier transferencia, venta o reexportación a un tercer país.

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Las claves

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, busca obtener misiles Tomahawk para cambiar el curso de la guerra, pero requiere la autorización de Estados Unidos para su entrega.

Donald Trump ha descartado por ahora transferir misiles Tomahawk a Ucrania, manteniendo el control de estas armas bajo estrictas leyes de exportación estadounidenses.

La negativa de Estados Unidos a transferir los Tomahawk a Ucrania responde a consideraciones logísticas, políticas y al potencial aumento de tensiones con Moscú.

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha vuelto a insistir en que necesita los misiles de largo alcance Tomahawk, con los que podía cambiar el rumbo de la guerra. Y ha asegurado que está en contacto con los países europeos que los tienen para que Ucrania pueda contar también con este tipo de armamento.

Así lo ha asegurado Zelenski en Bruselas, después de que el presidente de EEUU, Donald Trump, descartara transferir por ahora estas armas a Kiev. Sin esta autorización de la Administración Trump, concretamente del Departamento de Estado, ningún aliado europeo puede legalmente entregar o prestar misiles Tomahawk a Kiev.

Fuentes especializadas en Defensa confirman a EL ESPAÑOL que, a pesar de iniciativas como el programa PURL (“Ukraine Priority Requirements List”) impulsado por la OTAN el pasado agosto —y al que España acaba de unirse—, el desafío logístico y político para entregar este tipo de armamento avanzado a Ucrania es considerable.

Lo cierto es que ningún país puede entregar misiles Tomahawk sin la autorización explícita de Estados Unidos. Este misil, como gran parte del material militar, está sujeto a las leyes y licencias de exportación estadounidenses, que exigen el permiso del Departamento de Estado para cualquier transferencia, venta o reexportación a un tercer país.

El artículo 22 USC § 2778 del Código de los Estados Unidos establece que todos los artículos de defensa, incluidos los misiles Tomahawk, están bajo el control de la Dirección de Controles Comerciales de Defensa (DDTC) del Departamento de Estado.

Cualquier país o empresa que desee transferir o revender este tipo de armamento necesita una licencia de exportación específica, que debe incluir el usuario final y el uso previsto.

Washington mantiene un control directo sobre el uso y redistribución de los Tomahawk incluso entre aliados de la OTAN. Países como el Reino Unido, Países Bajos y Australia que ya poseen el misil no pueden transferirlo a terceros sin consentimiento del gobierno estadounidense, y el presidente Trump ya ha reiterado su negativa a Zelenski en varios encuentros. El último, la semana pasada.

Allí Trump, desde la Casa Blanca, dejó claro la semana pasada que Estados Unidos tiene pocos disponibles: “También necesitamos Tomahawk para Estados Unidos. Tenemos muchos, pero los necesitamos”.

Y es que Trump sabe que la entrega de estos misiles supone una línea roja para Moscú y también, podría conducir a una escalada del conflicto.

Esta negativa impide que estos misiles estén fuera del alcance de Ucrania por ahora. Esto se debe a que los Tomahawk están fabricados por Raytheon Technologies, una empresa sujeta a la normativa ITAR (International Traffic in Arms Regulations), que prohíbe cualquier reventa no autorizada.

Estos misiles pueden alcanzar objetivos hasta a 2.500 kilómetros y serían el arma de más alcance transferida hasta ahora a Kiev por sus socios de consumarse su envío a Ucrania, que ha recibido anteriormente para defenderse de Rusia de sus socios misiles británicos Storm Shadow, ATACMS estadounidenses y SCALP franceses.

Por ello, Zelenski insiste tanto en conseguirlos. Quiere dotar a Ucrania de más capacidades de ataque de largo alcance para hacer sentir al Kremlin "las consecuencias de esta guerra".

De hecho, ha asegurado de forma insistente que la llegada de estos Tomahawk contribuirá a que el presidente ruso, Vladímir Putin, se siente a negociar el final del conflicto provocado por la invasión.