Satélites PAZ-2 para el Ministerio de Defensa español.
España mira al espacio: una estrategia para competir con gigantes
La estrategia se centra en tres pilares: reforzar la industria nacional, potenciar la innovación tecnológica y asegurar la coordinación con aliados internacionales, como la OTAN.
El Gobierno de España aprobó en pleno verano, en concreto en el último Consejo de Ministros de julio, la Estrategia de Seguridad Aeroespacial Nacional, un documento esencial que constituye un marco de planificación clave para garantizar la seguridad y soberanía de España en un entorno internacional cada vez más complejo.
A pesar de la importancia que tiene esta estrategia, ya que será la base de la futura Ley del Espacio, la misma ha pasado desapercibida y no ha sido sometida a un análisis riguroso que ponga de relieve, tanto sus aciertos, como aquellos aspectos que son necesarios y que ha pasado por alto o ha dejado sin desarrollar.
Entre los primeros hay que destacar la correcta elección de su principal objetivo, proteger a España consolidando sus capacidades de defensa avanzadas, integrando tecnologías de vanguardia en vigilancia, comunicaciones, sistemas de armas y ciberdefensa, con una clara orientación hacia la autonomía estratégica.
Unos objetivos que se articulan en torno a tres ejes fundamentales: fortalecer la industria nacional, promover la innovación tecnológica y garantizar la interoperabilidad con aliados internacionales, especialmente dentro de la OTAN.
Entre los debes que hemos echado en falta, destacaría el primero de ellos y dentro del ámbito de la observación terrestre mediante satélites, la demanda que muchos usuarios, entre los que destacan gobiernos y ministerios de defensa, de contar con una mayor frecuencia de revisita. Es decir, no basta con obtener una imagen de determinada zona una vez al día o cada dos días, la necesidad operativa exige información mucho más rápida y actualizada.
Esto responde a la dinámica de los conflictos, la seguridad fronteriza, la vigilancia de infraestructuras críticas o incluso la gestión de desastres naturales, donde el tiempo juega un papel determinante.
Los satélites actuales ofrecen un servicio valioso, pero la capacidad de actualización aún resulta insuficiente para quienes dependen de datos constantes. Por ello, el desarrollo tecnológico apunta no solo a mejorar la resolución de las imágenes, sino también a multiplicar la frecuencia con la que estas pueden obtenerse. Cuanto mayor es la revisita, más eficaz se vuelve el sistema de observación.
En segundo lugar, y más allá de las imágenes ópticas tradicionales, la complementariedad entre distintos sensores se presenta como un factor clave en el campo de la inteligencia satelital.
"Ahora tenemos muchos ojos para ver, pero nos faltan orejas para escuchar lo que dicen los satélites"
Dicho con claridad: ahora tenemos muchos ojos para ver, pero nos faltan orejas para escuchar lo que dicen los satélites. Y aquí es donde entra en juego la inteligencia de señales, que permite captar comunicaciones, localizar emisiones o identificar la posición de infraestructuras críticas de interés estratégico.
En otras palabras, los sensores de imagen y de señal no compiten, sino que se potencian mutuamente, ofreciendo un panorama más completo de la realidad. Este enfoque integrado transforma a los satélites en verdaderas plataformas de información multidimensional, capaces de responder a preguntas complejas con rapidez y precisión.
Para los usuarios, disponer de estas capacidades supone no solo obtener imágenes, sino contar con inteligencia estratégica que guíe decisiones críticas en tiempo real.
En tercer lugar, está el tema de Starlink. España y Europa tienen que acometer más pronto que tarde la regulación de este tipo de empresas para evitar que se hagan con el monopolio de las comunicaciones. No es un tema menor.
Hay que recordar que hace solo unos días, Elon Musk adquirió licencias de espectro inalámbrico de EchoStar por 17.000 millones de dólares, lo que permitirá a Starlink expandir sus servicios e incluir la conexión directa a teléfonos celulares, convirtiéndose en una empresa de telecomunicaciones global.
Esto supone un riesgo para empresas estratégicas como son las Telco. Si dejamos que Starlink siga adelante con esta estrategia, estas empresas se quedarán sin usuarios y será el final de Vodafone, Telefónica y otras tantas.
Reforzar la industria española
El desarrollo de esta estrategia pone de relieve las demandas concretas de la industria aeroespacial nacional. España necesita empresas capaces de diseñar, fabricar y mantener plataformas y sistemas críticos, desde satélites de observación hasta vehículos aéreos no tripulados (UAV) y sistemas de propulsión avanzada.
Esto requiere un mayor esfuerzo en la retención de talento, un aumento sostenido en inversión en I+D, tanto en laboratorios como en entornos de prueba reales, para garantizar que los productos sean competitivos frente a los estándares internacionales.
Además, la industria española debe adaptarse a la creciente demanda de soluciones integradas y modulares, que permitan actualizaciones rápidas frente a cambios tecnológicos o amenazas emergentes. Esto incluye la capacidad de integrar inteligencia artificial en sistemas de defensa, así como el desarrollo de componentes que reduzcan la dependencia de proveedores extranjeros críticos.
"El conflicto en Ucrania frente a Rusia ofrece un ejemplo revelador para España de cómo la tecnología puede adaptarse rápidamente a necesidades emergentes de defensa".
Cuando en España se haga, por ejemplo, un satélite, se tiene que hacer íntegramente con productos hechos en nuestro país. En España tenemos el vicio de comprar de fuera, y nos olvidamos de que los tenemos aquí.
En este sentido, tenemos que cambiar la mentalidad y la forma de hacer las cosas, tanto en España como en Europa. Solemos trabajar con programas demasiado largos y con riesgo de que se queden obsoletos en poco tiempo. Las soluciones deben ser rápidas y adaptables, más abiertas al riesgo y flexibles con la tecnología.
El conflicto en Ucrania frente a Rusia ofrece un ejemplo revelador para España de cómo la tecnología puede adaptarse rápidamente a necesidades emergentes de defensa.
Ucrania ha logrado aprovechar innovaciones desarrolladas por su industria nacional y alianzas con empresas extranjeras para crear sistemas de inteligencia y vigilancia avanzados, así como drones de ataque y defensa cibernética que permiten operar con eficacia frente a adversarios mucho más grandes y mejor equipados.
Esta experiencia de David contra Goliat, de la tecnología contra la fuerza, subraya la relevancia de un ecosistema industrial flexible, capaz de generar capacidades estratégicas que se actualizan constantemente según las experiencias en el campo de batalla, sin depender completamente de suministros externos.
Esto evidencia que la defensa moderna no solo depende del tamaño del ejército o del gasto militar, sino de la capacidad de innovación rápida y de la implementación ágil de soluciones tecnológicas.