Funeral de palestinos muertos en bombardeos israelíes en Jan Yunis. Reuters
Nadim Shehadi, experto en Oriente Próximo: "50.000 muertos es aterrador para ti y para mí. Pero no para Hamás"
Este prestigioso economista del Líbano, conocido en las páginas de The New York Times o The Guardian, sostiene que quienes no quieren la paz controlan ambos bandos, y que Occidente usa el conflicto para pelear sus propias guerras internas.
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Nadim Shehadi (Líbano, 1956) es un economista y analista político libanés con décadas de experiencia en los asuntos de Oriente Medio. Fue director del Fares Center for Eastern Mediterranean Studies en Tufts y del Centre for Lebanese Studies en Oxford. También dirigió el centro académico de la Lebanese American University en Nueva York y el programa de Oriente Medio de Chatham House.
Shehadi ha escrito para The New York Times, The Guardian y CNN. Actualmente escribe una columna semirregular en Arab News. Formado en historia del pensamiento económico, combina la investigación con la consultoría estratégica y ha sido mentor de numerosos líderes y expertos actuales en la región.
En esta entrevista, analiza el papel de Irán, Israel, Turquía y Arabia Saudí, la evolución de Siria y Gaza, y el regreso de Trump a la Casa Blanca, con una mezcla de diagnóstico político, ironía feroz y claridad intelectual.
Shehadi combina dos talentos, la brillantez intelectual y el sentido del humor. Ambos se traducen en una mediterraneidad políticamente incorrecta durante la conversación.
Nadim Shehadi, durante una clase en la Universidad de Tufts.
Usted ha dicho que la división central en Israel no es geopolítica, sino interna.
Exacto. Siempre veo los conflictos como internos. Hay un conflicto dentro de Israel y otro dentro del campo palestino. Este conflicto interno es mucho más intenso que el que existe entre Israel y Palestina. Cada uno usa al otro para alimentar su propia división. Hamás ataca a Israel para dominar a Fatah y la OLP (organizaciones político-militares nacionalistas lideradas por Yasser Arafat). Es más fácil hacer la paz con el enemigo externo que con los tuyos. Y ambos lo hacen: la derecha israelí dice que todos los palestinos son Hamás, y Hamás que todos los israelíes son sionistas de extrema derecha La división entre religiosos y seculares es normal. Pero el problema más profundo es la relación no resuelta entre religión y Estado, y no solo en Oriente Medio. Incluso en Europa sigue sin resolverse. Francia es un buen ejemplo.
¿Y cómo se vincula esto con el proceso de paz israelí-palestino?
Llegamos a una solución hace 35 años. El proceso de Oslo expuso los términos. Desde la Conferencia de Madrid de 1991 hemos tenido conferencias, tesis doctorales, informes, iniciativas... material suficiente como para llenar bibliotecas. Tenemos soluciones para todo: fronteras, agua, gobernanza. El problema no es técnico. El problema es que quienes no quieren la paz son quienes dominan ambos lados. Si preguntas a los palestinos, te dirán: “Queremos la paz, pero no es posible con Netanyahu”. Si preguntas a los israelíes, te dirán: “Queremos la paz, pero no con Hamás”.
El problema no está entre israelíes y palestinos. La solución es interna: entre Fatah y Hamás, y entre los liberales israelíes y los radicales religiosos. Quienes quieren la paz están marginados. Quienes no la quieren utilizan el conflicto para reforzar su poder. Hubo más manifestaciones en Occidente que en el mundo árabe.
"¿Por qué tendría que estar Palestina libre de judíos? Israel tiene un 20-25% de ciudadanos árabes"
¿Por qué?
Porque aquí ya no compran el relato. Hamás aplicó la táctica clásica: se infiltra entre civiles, dispara, la policía responde, las masas se rebelan. Es Che Guevara, es la izquierda romántica. Tienes que estar dispuesto a sacrificar a tu propia gente. La narrativa es: la revolución argelina sacrificó un millón de vidas. Así que si los palestinos pierden 50.000, “no es nada”. Cincuenta mil civiles muertos es aterrador: para ti, para mí. Pero no para Hamás. Están dispuestos a sacrificar un millón. Y para ciertos izquierdistas chiflados de Europa y América también está bien, porque tienen esa visión romántica de la revolución, de cambiar el orden mundial. Mientras se acabe con el imperialismo, el precio humano se justifica.
¿Cuáles son las soluciones que ve más viables?
La gente piensa que Jerusalén y los refugiados son los temas más duros, pero también son solucionables. Trump lo demostró con Jerusalén. Todos los presidentes de EEUU, de Carter a Obama, prometieron trasladar la embajada, pero no lo hicieron. Les dijeron: “Si lo haces, habrá protestas desde Marrakech hasta Bangladesh”. Todos se echaron atrás. Y entonces llegó Donald Trump —muy tontamente, ya sabes— y cumplió una promesa electoral. No tienes por qué cumplir tus promesas, esto es el ABC de la política. En campaña prometes para ganar, luego las olvidas. Pero Trump cumplió. Trasladó la embajada a Jerusalén. Y no pasó nada. Rompió un tabú y lo neutralizó.
También se puede resolver lo de los refugiados. Que tengan derecho al retorno y compensación, pero como ciudadanos palestinos, no israelíes. Lo mismo con los asentamientos. Israel no puede desmantelarlos, pero tampoco es necesario. ¿Por qué tendría que estar Palestina libre de judíos? Israel tiene un 20-25% de ciudadanos árabes. Palestina puede tener un porcentaje similar de judíos, o colonos viviendo bajo ley palestina. Habrá dos Estados. Algunos colonos vivirán bajo jurisdicción palestina. Algunos refugiados palestinos, en Israel. Solo hace falta acordar cómo votan, qué impuestos pagan, si pueden formar partidos. Todo es posible.
¿Y por qué no ha ocurrido?
Porque quienes no quieren la paz están al mando. Y la comunidad internacional no ha tenido el valor de imponer una solución. Occidente utiliza el conflicto para librar sus propias batallas internas. La izquierda acusa a la derecha de sionismo. La derecha acusa a la izquierda de antisemitismo. No están resolviendo el conflicto, lo están usando como arma contra el otro.
"Yo siempre digo: la división suní-chií es más intensa en Washington que en Oriente Medio"
¿Es Donald Trump un disruptor o una solución en Oriente Medio?
Es ambas cosas. Es totalmente disruptivo, y esa disrupción está ayudando a remodelar la región. Trump no escucha a los expertos. Y eso es una gran ventaja, a veces. No está atado a la burocracia, que es lo que mata la buena toma de decisiones en Washington. Esa ciudad tiene la mayor cantidad de doctores por metro cuadrado del mundo —todos elaborando políticas, todos equivocándose. Escribí un artículo titulado ¿Cómo puede ser tan estúpida gente tan lista? después de la retirada de EEUU de Afganistán. No es que sean estúpidos, es el sistema. La burocracia te entrena para obedecer, no para pensar. Es peor en la UE. Prefiero la corrupción al sistema europeo. Al menos la corrupción hace que las cosas se hagan.
Una afirmación fuerte.
Los burócratas de la UE tienen las manos atadas por la burocracia y las normas de contratación. No pueden usar sus redes para contratar a un consultor. Se les contrata por experiencia, contactos y capacidad de decisión. Pero hay un monstruo de reglas que les impide hacer justo eso. A veces tienen que saltarse o eludir las reglas para tomar las decisiones correctas y contratar a la persona adecuada. Eso es corrupción y nepotismo, y se ven obligados por las reglas.
¿Cree que el príncipe saudí Mohamed Bin Salman (MBS) y el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan están aprovechando el caos de Trump?
Sin duda se están beneficiando. Porque Biden estaba en contra de ellos. Biden y los demócratas eran antiárabes, tal vez por razones internas. Trump era pro-saudí, así que los demócratas se volvieron anti-saudíes. Biden no solo es pro-sionista, también es pro-iraní y anti-saudí. Y lo dijo abiertamente. Todo el mundo en EEUU es públicamente pro-sionista. Pero la verdadera división no es solo sobre Israel, es entre saudíes e iraníes. Yo siempre digo: la división suní-chií es más intensa en Washington que en Oriente Medio. Y hoy en día no existe, al menos no en la vida diaria. Suníes y chiíes siguen viviendo juntos. Saben cómo hacerlo. Pero en Washington tienes que elegir bando: o eres pro-iraní o pro-saudí. No hay punto medio. Los fanáticos allí son más peligrosos que los actores originales.
¿Es Irán es el reto del orden regional?
Irán y sus aliados. Pero Irán está actuando con inteligencia. Perdieron una batalla y Trump está protegiendo a sus enemigos. ¿Entonces qué hacen? Cambian de táctica. Dicen: “Queremos negociar. Queremos paz”. Es una trampa. Solo están ganando tiempo. Se reagruparán y lo intentarán de nuevo. El régimen iraní entiende lo que es la supervivencia. Las dictaduras no sobreviven aplastando a la gente para siempre. Se adaptan. El régimen trató de reprimir ciertas libertades, luego permitió que continuaran. No se trata de libertad: se trata de mantenerse en el poder.
Donald Trump, la semana pasada, recibido por el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman, en Riad. Reuters
Entonces, ¿MBS no es un revolucionario?
Está surfeando la ola, no liderándola. Sabe que la generación joven no quiere vivir como sus abuelos. Muchos estudiaron en Occidente. No quieren vivir bajo el control de la policía religiosa wahabí. MBS los está acomodando, él también es uno de ellos, y eso lo convierte en un líder transformador. Pero no es el Che Guevara.
¿Y Erdoğan?
La misma lógica. Representa el papel de hombre fuerte regional. Pero, de nuevo, opera en un sistema alterado, no lo está redefiniendo. Se están ajustando, no están rehaciendo.
¿Están las divisiones internas paralizando a Europa?
Absolutamente. Mire España. Todavía se sienten las cicatrices de la guerra civil. No han sanado. Se perciben en todas partes y es interesante cómo las divisiones se enquistan y persisten. Lo vi en España y entre los burócratas españoles en la UE. Estuve involucrado en proyectos en España y, como soy libanés, puedo detectar estas cosas. Así que sí, conozco muy bien la división entre religiosos y no religiosos. Y no solo ocurre en España. También se nota en Bruselas. Los españoles van allí y siguen peleándose entre ellos. El Opus Dei contra los socialistas. Es como si hubieran exportado su guerra civil.
El PP y el PSOE ya están polarizados de por sí. Así que cualquier cosa que pongas sobre la mesa los polariza. Tienen visiones totalmente opuestas sobre todo. Casi necesitan saber qué piensa el otro antes de saber qué quieren ellos mismos. La unidad está sobrevalorada. La división es el estado natural de las cosas. Lo peor que puedes tener es unidad total, entonces acabas en el fascismo. El verdadero reto es cómo gestionas la división: si de ella sale algo productivo o algo destructivo.
Occidente está atrapado en sus propios sistemas.
Sí. Todos están obsesionados con la planificación. Tal vez lo entienda porque, culturalmente, nosotros los mediterráneos no somos de planificar. Los suizos, los alemanes y los estadounidenses lo planifican todo, son el extremo opuesto. Está bien. Pero nosotros no funcionamos así. Improvisamos. Y nos funciona.
Pero los chinos son una potencia mundial en parte gracias a esa planificación.
Sí, por ahora. Ya veremos cómo les va. Tienen problemas demográficos. Pero lo que quiero decir es esto: la idea de planificar todo y ceñirse a ello religiosamente no es la forma en que funciona la mayor parte del mundo.
"En el Líbano, intentamos convivir con Hezbolá. No nos gusta, pero reconocemos que existe"
¿Cómo está cambiando Oriente Medio?
La gente no deja de hablar de un nuevo orden mundial. Pero para entender cómo cambian los órdenes, hay que volver a la historia clásica: el auge y la caída de las naciones. Los imperios y las civilizaciones solo prevalecen cuando están dispuestos a luchar. Ese es el problema de los estados del Golfo —Arabia Saudí, los Emiratos, Catar—. Son ricos, civilizados, están demasiado cómodos. No van a luchar. Al final, los bárbaros siempre ganan.
¿Bárbaros?
Sí, bárbaros. En sentido figurado, como en la antigua Roma. Cuando una civilización prospera y se ablanda, pierde la voluntad de luchar. Entonces vienen los bárbaros y la toman. En Oriente Medio, hoy son Irán y sus aliados: Hezbolá, los hutíes, las milicias iraquíes, los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria. Están dispuestos a morir y a destruir. Así cambia el poder. Si alguien lanza un dron sobre el Burj Khalifa y publica una selfi, Dubái se vacía. Los primeros en irse: los emiratíes. Así de frágil es esta modernidad decorativa. No van a defenderla.
¿Y qué está ocurriendo en Irán?
R: Socialmente, Irán está transformándose. Ve a ciertas zonas de Teherán: parece París. Hay galerías, música, mujeres caminando sin pañuelo. El régimen trató de reprimirlo al principio, pero ahora lo tolera. ¿Por qué? Porque quiere sobrevivir. Las dictaduras no sobreviven aplastando la revuelta. Sobreviven anticipándola. Permiten la apariencia de cambio para evitar ser derrocados. Entienden que mantenerse en el poder implica adaptarse.
¿Qué sucede con Hezbolá?
Hezbolá forma parte de esa misma historia. Es una continuación del renacimiento chií que fue reprimido en todas partes: en Irak, en Siria, en Irán antes de la revolución. Líbano fue el único lugar donde tuvo libertad para emerger. Por eso echó raíces. En el Líbano, intentamos convivir con Hezbolá. No nos gusta, pero reconocemos que existe. Esa es parte de la fórmula libanesa. Aceptas las diferencias. Eso es lo que hace al Líbano caótico, pero también resiliente.
¿Y qué me dice de Siria?
Siria es complicada. Recuerde: Asad usó la misma lógica. Aplastó la disidencia interna, destruyó ciudades enteras y lo justificó como defensa contra el terrorismo, el imperialismo, el sionismo… lo que sea. El guión habitual. Ahora hay un nuevo liderazgo, pero las dinámicas no han cambiado. La verdadera prueba es si Siria puede reconstruir no solo su infraestructura, sino su cohesión social. Y para eso necesitas gente dispuesta a comprometerse. No bárbaros, no tecnócratas: líderes con visión.
"Los saudíes fueron torpes, ineficaces y totalmente desprevenidos [con el asesinato de Khassoggi]"
¿Cree que MBS se ha convertido en un modelo para congeniar religión y Estado, incluso en Siria?
Todavía no sabemos si eso es sostenible. El cambio tarda en asentarse. Pero hay una nueva generación en la región que no quiere pasarse la vida luchando contra Israel. MBS sabe que la juventud quiere cambios y les está haciendo sitio. La política es el arte de estar en sintonía con el ánimo de la gente.
¿Significa eso que el islam está atravesando una revisión, como ocurrió con el catolicismo?
Sí. Mira Ginebra, la ciudad de Calvino. En su época eran como el ISIS. Solían quemar a la gente, decapitarla. No había debate sobre si alguien podía disentir, solo sobre cómo castigarlo: quemarlo, colgarlo o decapitarlo. Lo mismo con los peregrinos americanos: los puritanos, los juicios por brujería. La gente evoluciona, pero muy lentamente.
Volviendo a MBS, ¿qué hay del asesinato de Jamal Khashoggi en Estambul?
Fue un desastre, por lo mal que se hizo. Las dictaduras eliminan a personas todo el tiempo. Pero normalmente saben cómo hacerlo. Los saudíes no. Se convirtió en un escándalo global por pura incompetencia.
¿Cuál sería la forma “correcta”?
¡Qué pregunta! [Ríe] En los años 80, los sandinistas recibieron a delegados de la Stasi, la KGB y la Securitate. Plantearon su temor a una contrarrevolución. La respuesta fue: “No esperen a que ocurra. Créenla ustedes mismos”. Luego se cartografía la sociedad: quién debe morir, ir a prisión, al exilio, quién puede ser sobornado o incriminado. Clasificas y controlas. Así se maneja la oposición en una dictadura seria. No cometes errores grotescos en tu propio consulado. No te pillan descuartizando a alguien en suelo extranjero. Eso es simplemente estúpido. Los saudíes fueron torpes, ineficaces y totalmente desprevenidos ante las consecuencias. Fue un desastre de ejecución, literal y diplomáticamente.