Ilustración: Tomás Serrano

Ilustración: Tomás Serrano

Mundo

Putin acusa a Occidente de bajar un nuevo “telón de acero” y se acerca a Irán y sus vecinos asiáticos

El presidente ruso, reunido con sus socios del mar Caspio, afirma que Suecia y Finlandia pueden unirse a la OTAN, pero les lanza una amenaza muy clara.

1 julio, 2022 03:05

París, Francia. 27 de mayo de 1997.

Acta Fundacional sobre Relaciones Mutuas, Cooperación y Seguridad entre la OTAN y la Federación Rusa.

"Los Estados miembros de la OTAN reiteran que no tienen intención, plan ni razón para desplegar armas nucleares en el territorio de los nuevos miembros, ni necesidad de cambiar ningún aspecto de la postura o política nuclear de la OTAN y no prevén ninguna necesidad futura para hacerlo".

Madrid, España. 30 de junio de 2022.

Rueda de prensa de Joe Biden.

"Hace 12 años, el anterior Concepto Estratégico de la OTAN consideraba a Rusia un socio estratégico y a China ni la mencionaba... hoy Rusia es nuestra principal amenaza y China un desafío sistémico".

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La frase, lapidaria, del presidente de Estados Unidos tras la cumbre de la OTAN en Madrid consagra una realidad aplastante: Vladímir Putin quería reducir la influencia de la Alianza Atlántica en su frontera y sólo ha conseguido lo contrario.

Turquía ha conseguido la bendición del propio Biden y de Estados Unidos para renovar su flota de cazas de combate F-16 y Viktor Orbán no ha dicho una palabra más alta que otra. Mejor dicho, el presidente de Hungría ha pasado completamente desapercibido por la capital española. En cambio, EEUU, Francia, Alemania, Reino Unido, España, los bálticos... incluso Corea del Sur, Australia o Nueva Zelanda se han mostrado unidos en una misma línea de actuación.

Todos frente a Putin. Todos con Ucrania.

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Esa tesitura es, probablemente, lo que menos podría esperar Moscú una vez comenzó su "operación especial" en Ucrania hace ya más de cuatro meses y camino de los 130 días de guerra efectiva. Que los aliados se uniesen más, que la solidaridad económica y militar mantuviese un flujo continuo, que las fisuras no se conviertan en vías de agua... Demasiada casualidad todo a la vez.

Putin, junto a Ebrahim Raisi, presidente de Irán, en su reunión bilateral durante la cumbre del Mar Caspio.

Putin, junto a Ebrahim Raisi, presidente de Irán, en su reunión bilateral durante la cumbre del Mar Caspio. Reuters

Putin, mientras tanto, en un intento de contraprogramar, ha montado en Asjabad su propia cumbre junto a Irán, Kazajistán, Azerbaiyán y Turkmenistán. Todo para confirmar que: 1) rechazan la presencia de cualquier fuerza militar extranjera en el mar Caspio —Ucrania ha denunciado el lanzamiento de misiles desde sus aguas— y que 2) siguen existiendo reticencias de Irán a definir los límites territoriales del lago más grande del mundo por la definición de la propiedad de los recursos que pueda haber en las mismas.

No sólo ha sido la primera vez que Putin sale de su territorio desde que comenzase el ataque a Ucrania. Por un lado, Putin ha escenificado la calma del líder ante lo que ha sucedido en Madrid durante esta semana (respuesta elegante, comedida y con fina ironía respecto a las bromas en el G7 sobre montar a caballo a pecho descubierto para imitarle) y, por otro, ha acercado posturas con Irán y el entorno de sus aliados de Asia Central.

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Suecia y Finlandia

La exposición pública de Putin ha coincidido con dos circunstancias que podrían señalar en dirección a una distensión de la situación.

Primero, Rusia ha abandonado la Isla de las Serpientes, un enclave estratégico en el mar Negro a pocos kilómetros de la costa de Odesa donde sus tropas han sufrido bombardeos continuos, ataques incesantes y una hostilidad propia de quien pelea por su tierra. Según las informaciones del Departamento de Inteligencia Militar de Ucrania (GUR), la isla albergaba complejos de defensa aérea, tres unidades de sistemas de artillería de cohetes, un grupo de lanchas y unidades de fuerzas especiales.

Todos ellos han abandonado la isla la mañana de este jueves tras sufrir un infierno de artillería. Sin embargo, nadie en el Kremlin ha querido considerarlo como una derrota, una retirada o una humillación. Todo lo contrario. Rusia ha anunciado a través del portavoz de su Ministerio de Defensa, Ígor Konashénkov, que "como medida de buena voluntad, las Fuerzas Armadas de la Federación Rusa completaron sus tareas asignadas en la isla y retiraron la guarnición estacionada allí".

La Isla de las Serpientes, humeante tras los últimos bombardeos de la artillería ucraniana.

La Isla de las Serpientes, humeante tras los últimos bombardeos de la artillería ucraniana. Reuters

Es más, el portavoz ha explicado que con su salida de la isla pretenden "demostrar a la comunidad internacional que no interfiere en los esfuerzos de la ONU para organizar un corredor humanitario para la exportación de productos agrícolas desde el territorio de Ucrania", lo que, además, "no permitirá a Kiev especular sobre el tema de una inminente crisis alimentaria, al referirse a la imposibilidad de exportar grano debido al control total de Rusia sobre la parte noroeste del mar Negro".

Poco después, el propio Putin, antes de regresar a Moscú, señaló, sorprendentemente, que Rusia no tiene "problemas con Suecia y Finlandia" como los que tiene con Ucrania, "no tenemos diferencias territoriales con ellos". Más allá incluso: “Si Finlandia y Suecia lo desean, pueden unirse (a la OTAN). Eso depende de ellos. Pueden unirse a lo que quieran”.

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Sus palabras, sin embargo, añadían un condicional. "Si se desplegaran contingentes militares e infraestructura militar, estaríamos obligados a responder de manera simétrica y plantear las mismas amenazas para aquellos territorios donde se han presentado amenazas para nosotros”, explicó. Es decir, si la OTAN pone tropas en Suecia y Finlandia, Rusia responderá de la misma manera de su lado de la frontera con ambos países.

Nuevo telón de acero

El argumentario de Putin ha tenido continuidad en las palabras de su ministro de Exteriores, de viaje en Bielorrusia. Serguéi Lavrov ha acusado directamente a la OTAN de violar aquel cuarto punto del Acta de 1997 con el que se abre este artículo (también ha obviado el detalle de que el acta sólo hace referencia a armamento nuclear) y ha señalado que "el telón de acero está descendiendo, el proceso está en marcha", en una clara referencia a la Guerra Fría del siglo XX y a la tensión entre ambos bloques.

"En la cumbre (de Madrid) hubo largas y sonadas discusiones sobre si se necesita dicha Acta o mejor renunciar a ella. Finalmente, decidieron no tocarla. Pero las decisiones que se adoptaron violan burdamente el Acta Fundacional" OTAN-Rusia, abundó. "El Acta Fundacional sigue existiendo. Nosotros no hemos iniciado la ruptura de este acuerdo", insistió Lavrov.

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Precisamente, en diciembre de 2021 Rusia ya recordó a la OTAN que en dicho acuerdo ambas partes se comprometieron a no emplazar más tropas y armamento en países del continente europeo de las que habían desplegado antes de firmar el Acta. Desde 1997, la Alianza aceptó en su seno a Polonia, República Checa y Hungría (1999) y a Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia y las tres bálticas (2004).

Lavrov durante su comparecencia ante los medios en Minsk.

Lavrov durante su comparecencia ante los medios en Minsk. Reuters

Además, Lavrov subrayó que Moscú y Minsk están "profundamente preocupados" por las actividades militares de la OTAN cerca de sus fronteras, "especialmente en los Bálticos y Polonia". "Tenemos la misma opinión: tales acciones tienen un carácter antagonista y conducirán a una mayor escalada de la tensión y la fragmentación del espacio europeo de seguridad y cooperación", señaló.

En cualquier caso, el ministro de Exterior subrayó que Moscú analizará la situación salida de la cumbre y "decidirá dependiendo de hasta qué punto y cómo se plasmen en la realidad las decisiones adoptadas y anunciadas por la Alianza Atlántica.