El presentador y periodista italiano Massimo Giletti.

El presentador y periodista italiano Massimo Giletti. YouTube

Mundo Massimo Giletti

Con escolta por 'desnudar' a la mafia en directo: el 'Ferreras italiano', nueva víctima de la 'Cosa Nostra'

Vive con escoltas de los carabinieri -la policía militar italiana- desde finales de julio, momento en el que el Ministerio de Interior, confirmó la decisión.

13 agosto, 2020 02:32
Roma (Italia)

Las amenazas de la mafia vuelven a afectar a los profesionales de la comunicación italianos. El periodista Massimo Giletti (Turín, 1962) y presentador del magazin periodístico Non è l’Arena en la cadena La 7, está obligado, de ahora en adelante, a llevar escolta.

El peligro que corre actualmente tras las intimidaciones recibidas por parte del capo mafioso Filippo Graviano, perteneciente a la 'Cosa nostra' siciliana, ha empujado a las autoridades italianas a tomar la decisión de que Giletti lleve protección policial.

El hecho acaba de conocerse a través de los medios de comunicación del país, pero el comunicador italiano ha tenido que reconocer que lleva ya dos semanas viviendo con escolta las 24 horas del día. No es, ni muchísimo menos, la primera vez que un periodista italiano tiene que recibir protección pública. Pero sí que hacía mucho tiempo que un presentador de televisión italiano, tan mediático, no recibía amenazas por parte de la mafia.

Tal como informan los principales periódicos del país, Massimo Giletti, cuya fama y popularidad es similar a la de Antonio García Ferreras aquí en España, vive con escoltas de los carabinieri -la policía militar italiana- desde finales de julio, momento en el que el Ministerio de Interior, a través de la Fiscalía de Roma, confirmó la decisión acerca de la nueva cotidianidad del presentador: "Estoy muy decepcionado. Se trata de algo obligatorio, que no he podido rechazar", ha explicado Giletti.

Todo empezó el pasado mes de mayo. A raíz de la crisis sanitaria del coronavirus en las cárceles, la Justicia italiana permitió, con gran desacierto, que casi 400 peligrosos mafiosos y narcotraficantes salieran de la cárcel para descontar sus penas en régimen de arrestos domiciliarios. Las fuerzas policiales tuvieron más trabajo que nunca para impedir que dichos delincuentes volvieran a tejer sus redes criminales o que incluso se dieran a la fuga.

Dichas excarcelaciones fueron muy sonadas hace tres meses, provocando un gran desconcierto en la opinión pública del país, ya que un capo mafioso que no esté en aislamiento carcelario tiene mucho margen de maniobra, desde su domicilio, para volver a impartir órdenes.

Denuncia periodística

Fue entonces cuando Massimo Giletti y su equipo de periodistas denunciaron lo ocurrido. En el programa del 10 de mayo el presentador se dispuso a leer en directo los nombres de todos los mafiosos y criminales que estaban saliendo de prisión, alertando de los riesgos que conllevaba en términos de seguridad y orden público.

Al día siguiente, en unas escuchas realizadas desde la cárcel de L’Aquila, en la región de Abruzzo; el capo siciliano Filippo Graviano, responsable de diferentes atentados a principios de los años noventa, llegó a decir: "Aquel hombre, Giletti, y (el juez) Di Matteo están empezando a tocar las narices". Estas frases fueron pronunciadas a mediados de mayo, pero Giletti lamentó enterarse en julio y gracias a las informaciones publicadas en la prensa.

El periodista Giletti, igualmente, hace una lectura diferente respecto a la asignación de su escolta: "Siento una profunda tristeza y una sensación de soledad. Si el Ministerio del Interior considera que tengo que llevar protección significa, sin embargo, que hemos tocado algo grave y muy peligroso", ha explicado el presentador en una entrevista al conocido diario italiano Corriere della Sera, uno de los primeros en entrevistarle tras la noticia.

Según él, hay algo que no cuadra, ya que la asignación de la escolta no ha tenido lugar después de las escuchas al capo mafioso Filippo Graviano, sino después de que fueran publicadas en la prensa, dos meses después: "No podemos llegar a pensar que las instituciones no sepan lo que ocurre si no es leyendo la prensa. Hay alguien que ha querido cerrar el cajón. Y un día me tendrá que explicar por qué", dice Giletti, quien asegura que el programa "seguirá adelante, aunque me cueste mucho trabajo". Y añade: "No puedo echarme atrás".

La noticia de la protección policial para Giletti está siendo muy comentada en Italia. La alcaldesa de Roma, Virginia Raggi, ha sido uno de los muchos representantes políticos que se ha pronunciado al respecto: "Mi solidaridad con Massimo Giletti. No bajaremos la mirada ante la mafia y el crimen organizado. Seguiremos adelante con la cabeza bien alta". "Que Massimo Giletti tenga que llevar escolta es una pésima señal", asegura el ministro de Justicia italiano, Alfonso Bonafede. Por su parte, el director de la cadena privada La 7, que emite el programa de Giletti Non è l’Arena, defiende el valor periodístico del presentador y periodista: "Seguir emitiendo y continuar su trabajo es la mejor respuesta", declara el directivo.

Otros amenazados

Actualmente en Italia hay 21 periodistas que viven con escolta. Entre ellos destaca Federica Angeli, reportera del diario italiano La Repubblica, quien desde el año 2013 vive con protección policial desde que sus investigaciones destaparon las actividades criminales de la mafia romana en la localidad de Ostia, a pocos kilómetros de la Ciudad Eterna. En Italia hay también quien lleva ya casi tres décadas con guardaespaldas debido a las amenazas de la 'Cosa Nostra', como es el caso del conocido periodista televisivo Maurizio Costanzo. A sus 81 años, sigue viviendo con escolta desde 1993, año en el que sufrió un atentado debido a su compromiso periodístico antimafia en la televisión.

Otra de las firmas que viven protegidas para seguir haciendo su trabajo no obstante las amenazas de la mafia es el periodista Roberto Saviano, autor del libro, la película y la conocida serie Gomorra; que relata la actividad criminal de 'La Camorra' en la ciudad de Nápoles. Tras denunciar públicamente las actividades ilegales de la mafia partenopea, a Saviano en 2006 se le asignó una escolta. Pero tras conocerse el riesgo de un atentado contra su persona, el periodista y escritor decidió vivir, siempre bajo protección, en el extranjero.

Atendiendo a los datos ofrecidos por el sindicato de la Federación Italiana de Periodistas (FNSI), en la primera mitad del año 2020 se han producido más de 80 amenazas hacia periodistas en el país transalpino. Según se desprende de diferentes instituciones y organismos dedicados a la temática, se trata de una tendencia que, desgraciadamente, va en aumento. Unas cifras parecidas se registraron en 2018 y 2019, pero haciendo balance de todos los doce meses del año y no sólo del primer semestre, como en el caso del 2020.

Las regiones italianas donde se han registrado más amenazas contra los profesionales del periodismo son Lazio (Roma), Lombardía (Milán), Campania (Nápoles) y Sicilia (Palermo). En términos globales -por tanto contando no sólo los periodistas sino también otros colectivos-, los grupos más amenazados en Italia y con necesidad de protección son, en este orden, los jueces, los políticos, los empresarios y, en cuarto lugar, los comunicadores. Cerca de la mitad de los italianos que vive con escoltas son magistrados, muchos de ellos dedicados a la lucha contra la mafia y el crimen organizado.

Según datos del Ministerio del Interior italiano, en relación al año 2019, hay más de 2.000 agentes especializados en actividades de escoltas, que disponen de más de 600 vehículos, de los cuales más de 400 son blindados. No todas las personas merecedoras de escolta policial necesitan el mismo nivel de protección. De los niveles existentes en Italia, el cuarto, el más bajo, prevé la presencia de un coche no blindado con dos agentes en el interior; mientras que el primero, el más alto, implica la existencia de tres coches blindados con tres agentes cada uno. En Italia, por lo general, hay entre 500 y 600 personas que necesitan la protección de una escolta, lo cual compromete de media, al menos, unos cuatro agentes por cada persona amenazada.