Desfile del Orgullo en Tokio, Japón.

Desfile del Orgullo en Tokio, Japón. REUTERS

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Así es el barrio japonés de Shinjuku, la 'Chueca' de Tokio

En un país en el que el matrimonio homosexual no es legal y el 53% de los japoneses no apoyarían a un amigo si descubriesen que es gay, surge un oasis LGTB: el barrio de Shinjuku.

3 diciembre, 2018 10:10

En Japón, el matrimonio homosexual no es legal. Pero en Tokio se encuentra un oasis LGTB: es el barrio de Shinjuku, el corazón de la comunidad gay en el país. Sus cientos de bares, empapelados con banderas arcoíris, trabajan cada día para atraer a la comunidad gay y a turistas.

En busca de este ambiente en un país aún reacio a aceptar la realidad homosexual, hay carteles en los bares que rezan premisas como "Fiesta solo para chicas", como se puede leer en la entrada de un bar dirigido exclusivamente a chicas lesbianas; "Fiesta solo para chicos", se lee en otros.

Es un escenario que intenta superar los prejuicios hacia la homosexualidad en Japón, un país que avanza a pasos cortos en la aceptación de las uniones homosexuales y de la diversidad sexual. Una encuesta nacional reveló que el 53,2% de los japoneses no apoyarían a un amigo si descubriesen que es gay.

La escena LGTB, en aumento en Japón

"Es importante trabajar en la inclusión social de la comunidad LGTB en Japón", asegura a Efe el responsable de las relaciones públicas del bar AiiRO Cafe, Keisei Suzuki. Bajo esta premisa, AiiRO atrae cada noche a turistas y japoneses a partes iguales, de todas las generaciones y tanto heterosexuales como pertenecientes a esa comunidad.

En Shinjuku Ni-chome se respira un ambiente sin prejuicios, "diverso y cómodo para cualquiera que pase", como explica Suzuki, y así lo sienten Trevor Bell y James Wilson, una pareja estadounidense que pasea por las calles de este barrio "con mucha libertad", afirma Bell. 

"Visité hace diez años Japón y creo que ahora la sociedad está más avanzada en cuanto a la aceptación LGBT", señala Wilson, al añadir a su vez que "los extranjeros quizás tengan más facilidad para pasear de la mano sin ser señalados que los que son de aquí". 

La página web TravelGay se dedica a informar sobre los mejores destinos para el turismo gay y, según su director, Darren Burn, Japón es el segundo país "más popular" de Asia, después de Tailandia, que atrae más de un millón de visitas a su página.

Burn señala que cada vez más establecimientos de Japón están recurriendo a la página web para promocionarse, como el Hotel Granvia, situado en la ciudad de Kioto (oeste), que permite que parejas del mismo sexo celebren bodas simbólicas. "El escenario de clubes dirigidos al público gay en Tokio es uno de los que está en mayor crecimiento en Asia", apunta el fundador de esa web.

Primeros pasos para la legalización

Con el precedente del pionero distrito tokiota de Shibuya, que comenzó en 2015 a expedir certificados de unión civil para parejas homosexuales, Burn tiene la esperanza de que el aumento del turismo gay en el país nipón "animará" a que este tipo de uniones estén contempladas finalmente en la legislación nacional.

Por el momento, con poco apoyo institucional, organizaciones de la comunidad LGBT están sumando esfuerzos para que la homosexualidad sea aceptada en "un futuro próximo", explica la activista Michiko Umeda.

"Desde hace unos años, la palabra LGBT está reconocida en la sociedad japonesa y cada vez están comprendiéndolo más", opina Umeda, aunque critica que las regulaciones metropolitanas de Tokio, respecto a este colectivo, son "severas" y "no se realizan actividades de atracción de turismo LGTB por parte de los gobiernos locales". 

Umeda, de 54 años, cuenta que al revelar su condición homosexual no encontró rechazo y la aceptaron, pero reconoce que las uniones del mismo sexo están "lejos" de conseguir ser legales. 

Mientras tanto, grandes eventos de la capital como el "Tokyo Rainbow Pride", el día del Orgullo Gay en Japón, sumado a zonas como Shinjuku Ni-chome pueden convertirse en el altavoz que reclame con fuerza los derechos y aceptación de la comunidad LGBT nipona. "Todavía queda mucho trabajo por hacer", sentencia Umeda