La senadora Valencia es estrecha colaboradora de Álvaro Uribe.

La senadora Valencia es estrecha colaboradora de Álvaro Uribe. Moeh Atitar

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"El acuerdo de paz con las FARC generará más violencia"

La senadora colombiana Paloma Valencia es estrecha colaboradora del expresidente Álvaro Uribe. Asegura que el Gobierno de Santos es "autoritario" e "impone pactar con el terrorismo".

4 febrero, 2016 02:56

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Muy cercana a Álvaro Uribe, Paloma Valencia Laserna es una abogada convertida a política para apoyar la vuelta al ruedo del expresidente colombiano. Ambos comparten fila en el Senado, donde ella ocupa el tercer lugar del partido Centro Democrático que él lidera. La senadora visita España estos días para exponer su oposición al actual proceso de paz con las FARC promovido por el otrora delfín de Uribe y actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos.

En esta entrevista con EL ESPAÑOL admite que su partido no tendría sentido si Santos no hubiera emprendido estas negociaciones con la guerrilla. Considera al presidente colombiano vanidoso y advierte de que el acuerdo con las FARC no sólo llevará a más violencia en su país, sino que asegura que existen vínculos de este grupo armado con el autodenominado Estado Islámico.

¿Por qué el Centro Democrático no quiere firmar la paz con las FARC?

Todos los colombianos queremos la paz. Si en La Habana se estuviera negociando la paz de Colombia, todos estaríamos acompañando el proceso. Pero las condiciones que se han impuesto, donde no va a haber cárcel para los criminales de lesa humanidad, donde va a haber el premio de la representación política para los terroristas, va a ser un mal ejemplo que va a generar violencia en el mediano y largo plazo colombiano. Esa destrucción de instituciones, esa impunidad (...) genera un camino que muchos otros colombianos siguen y que genera más violencia a la postre.

Sí que se ha acordado con las FARC la detención de los miembros sobre los cuales se haya demostrado que han cometido crímenes de lesa humanidad.

No. Lo que se acordó fue que ellos van a ir a una jurisdicción llamada de paz, cuyo mecanismo de selección de jueces va a surgir de un acuerdo entre el Gobierno y las FARC. Confiesan el delito, y una vez confesado el delito -si usted lo confiesa- no va a haber cárcel, sino una restricción de la libertad que según los propios tratadistas de derecho que han estado en esta negociación, no involucran ni cárcel ni restricciones de comunas penitenciarias. De reclusión no se ha hablado.

Lo que podría ser, son prohibiciones de salir del país o prohibiciones de salir de un departamento, que es un territorio muy amplio. Pero en ningún caso una restricción definitiva de la libertad. La jurisdicción de paz tiene varios tratamientos. Una, si usted confiesa al principio del proceso, donde no va a tener ninguna consecuencia. Simplemente una restricción de la libertad en esos términos. Con una confesión, que incluso puede ser por escrito y colectiva, usted queda totalmente impune.

Si confiesa durante el proceso ya al final, entonces usted va a tener -eso sí- una restricción de la libertad por un tiempo, que puede incluir medidas de confinamiento. Y si usted no confiesa, y el tribunal le confiesa su culpabilidad, entonces usted pagaría 20 años de cárcel.

Todo indica que el acuerdo se producirá en las próximas semanas, un hecho histórico que se celebra en medio mundo. ¿Qué otra solución ofrecen ustedes?

Colombia ya hizo ese experimento durante los años 80 y 90, cuando se hizo una negociación bajo el presidente [Belisario] Betancur [1982-86], que dio lugar al indulto de varios grupos guerrilleros. Se hizo una nueva Constitución y se refundó el país sobre la base de que iba a haber paz. Y vinieron los 90, que fueron la época de violencia más cruenta que conoce la historia reciente de Colombia.

Nosotros, cuando insistimos en la necesidad de mantener las instituciones, de respetar la ley, lo que queremos es que Colombia pueda tener un periodo de estabilidad. Porque cuando usted lo que dice es que cada cierto tiempo se suspende la ley, entonces la gente siente que para ella también se va a suspender y que puede delinquir, y se producen caos sociales de muchísima violencia.

El discurso de la paz en Colombia es un discurso demagógico. Para construir instituciones, lo que se necesita es coherencia en el tiempo. Por supuesto que es una fórmula mucho más difícil y que implica mayores esfuerzos.

¿Para usted el proceso de paz va a generar más violencia?

Claro, porque mire lo que pasó en El Salvador, donde también se hicieron acuerdos de paz con grupos insurgentes sobre la base de la impunidad. Hoy los grupos insurgentes no están, pero están las maras, que heredan los negocios ilegales, que reclutan los niños desde los doce años, tienen una tasa de homicidio de 100 por cada 100.000 habitantes y 300.000 desplazados al año. Las maras tienen en jaque al Estado de El Salvador.

El acuerdo con las FARC generará más violencia. Otros heredarán el negocio del narcotráfico

¿Qué piensa un joven, que hoy está en una banda criminal colombiana, dedicado al microtráfico y a la microextorsión cuando ve que a los grandes narcotraficantes, a los grandes extorsionistas les perdonan todos los crímenes y pasan a ocupar un lugar en la política colombiana? Ellos piensan: “Pues eso también es lo que voy a hacer yo”.

¿Y qué piensa un señor que se lo metió a la cárcel cuando robó un celular o una bicicleta? Pues que él no tiene que pagar cárcel. Se crea un caos social que a la postre lo que termina generando es más violencia.

Usted cita el ejemplo de El Salvador, pero también tenemos el ejemplo de pacificación en Irlanda del Norte.

Yo creo que el ejemplo de Irlanda del Norte tiene bastantes diferencias. Primero, que son países donde las instituciones ya están consolidadas, no en construcción. Segundo, que son países donde el Estado es capaz de imponer la ley de una manera más efectiva que en los países latinoamericanos.

Aquí lo que va a pasar es que el negocio del narcotráfico, de la minería ilegal, de la extorsión y del secuestro que hoy dominan las FARC, lo van a heredar otros grupos delincuenciales que van a seguir en la misma violencia. En Colombia cuando mataron a Pablo Escobar, se dijo: “es el fin de la cocaína en Colombia”.

Después vino el cartel de Cali y lo metieron en la cárcel y se dijo: “es el fin de los carteles en Colombia”. Luego vinieron los minicarteles y cuando esos también fueron reducidos, lo heredó las FARC. Ese negocio también lo heredará otro y será el dinero con el que se financie la violencia en Colombia.

Valencia es abogada y fue comentarista en medios de comunicación en la era uribista.

Valencia es abogada y fue comentarista en medios de comunicación en la era uribista. Moeh Atitar

¿Qué medidas concretas tomarían ustedes para tratar de acabar con la violencia de las FARC?

Lo que hay que hacer es: uno, ser muy consistente en la aplicación de la ley, que la ley sea justa y todo el mundo la respete para que podamos tener la impresión en los ciudadanos de que no cumplimos la ley porque nos obliguen, sino porque además queremos cumplirla.

Segundo, Colombia tiene una situación que tal vez los europeos no entienden fácilmente, y es: cuando tú tienes una selva como el Amazonas, el control territorial es una ilusión. Eso es un enorme desafío para un estado nacional y yo creo que gran parte de la solución de la violencia de Colombia es lograr detener el frente colonizador y mantener la gente en las regiones donde la presencia del Estado es efectiva y real para que no haya regiones donde haya huecos en la legalidad.

¿Con incursión militar, entonces?

No solamente incursión militar. Claro que hay que tener la aplicación de la ley que sea efectiva para toda la democracia, pero sobre todo con procesos de atención a la población del frente colonizador, que pueda ubicarse en otros sectores a través de la negociación directa con esos sectores.

A Colombia le hace falta un proceso de descentralización serio, porque todo gira en torno a Bogotá y necesitamos que el presupuesto nacional no dependa simplemente de la buena voluntad del presidente, sino que haya un empoderamiento de las regiones que les permita el desarrollo a todas.

Juan Manuel Santos fue ministro de Defensa en el Gobierno de Uribe y de hecho, el expresidente potenció su candidatura a las presidenciales colombianas como su sustituto. ¿En qué momento deja de ser Santos su ojo derecho?

Yo me declaro estafada, como muchos colombianos. Nosotros votamos por un proyecto político que el presidente Santos abandonó rápidamente cuando decidió tranzar con el dictador de Venezuela, Hugo Chávez, invitándolo a su [toma de] posesión; cuando empieza a hacer una negociación de espaldas al país, otorgándoles a las FARC beneficios que no merecen; cuando ha impulsado una persecución judicial contra los miembros del Gobierno Uribe, sus antiguos compañeros; cuando trata al presidente Uribe de fascista, de neonazi, de corrupto…

Santos es infinitamente vanidoso y trata de sobrepasar el legado histórico de Uribe

Creo que ahí lo que ha habido es un presidente Santos infinitamente vanidoso tratando de hacer méritos para sobrepasar el legado histórico que significa Álvaro Uribe.

¿Siendo un primo de usted, Aurelio Iragorri Valencia, ministro de Agricultura en el Gobierno de Juan Manuel Santos, tienen reuniones familiares tranquilas?

Mi familia ha sido siempre una familia donde muchos participamos en la política. Todos lo han hecho desde distintos espectros políticos. Mi abuelo tenía un hermano comunista, una hermana que apoyaba al entonces presidente dictador militar [Gustavo] Rojas [1953-57] , mi abuelo que era antirojista y su otra hermana, que era liberal. Entonces se sentaban todos y discutían y comprendían que todos queremos lo mejor para el país desde puntos de vista y soluciones distintos.

Ese diálogo que hay dentro de la familia parece muy difícil de trasladar entre el Centro Democrático y el Gobierno de Santos.

No, el diálogo político se da en los escenarios políticos. En el Congreso de la República hay un diálogo permanente. La política es un debate ideológico que debe tener respeto por la persona y firmeza en las ideas.

Álvaro Uribe no ha querido acudir al acto conmemorativo de la Casa Blanca para celebrar los 15 años del Plan Colombia, el acuerdo con EEUU para fomentar la paz a través de la lucha contra el narcotráfico en su país. ¿No es una oportunidad perdida para exponer sus argumentos a Barack Obama?

Yo creo que el evento iba a ser utilizado con otro propósito, el de vender una especie de unidad frente a un proceso de La Habana que no existe. El presidente Obama ha sido un defensor de esa negociación en La Habana.

El Centro Democrático no tendría sentido si Santos hubiera tomado otro camino con las FARC

Y nosotros lo que creemos es que en lo que se refiere al Plan Colombia, el que está sobrando es el presidente Santos, que ha considerado las políticas de la lucha antidrogas del Plan como políticas fracasadas, que suspendió todo lo que significaba en términos de fumigación y combate a los grupos narcotraficantes, que considera que la solución al narcotráfico es negociar con las organizaciones narcotraficantes como las FARC.

Usted comentaba que se siente estafada con el Gobierno de Juan Manuel Santos. ¿Si hubiera tomado otra vía con las FARC, habría hecho falta o tendría sentido la existencia de Centro Democrático?

No, por supuesto que no. El presidente Uribe tuvo que volver a la política como una especie de garantía al elector. Cuando él nos dijo que votáramos por Juan Manuel Santos porque iba a ser el sucesor de las políticas del uribismo, todos votamos confiados.

Cuando él traiciona esas políticas, el presidente Uribe, que había promovido su nombre, tuvo que salir a responderles a los ciudadanos que confiaban en él y entrar nuevamente a la política y formar un partido político distinto y representar unas ideas que son de mucha fuerza en Colombia.

¿Y cuando ya se haya firmado el acuerdo, qué harán ustedes? ¿Cuál es su plan B?

Yo creo que somos el único partido que va a tener suficiente entereza ideológica para dar la pelea contra un grupo político terrorista que va a estar haciendo política en Colombia. Creo que todos los demás partidos van a sentir miedo y van a ser inferiores al reto que supone confrontar una organización terrorista con acción política.

¿Asumen pues que se va a dar ese escenario, que van a tener en frente en los escaños a personas de la guerrilla?

Estamos muy seguros de que todo eso va a suceder, porque el plebiscito -que era el mecanismo mediante el cual el pueblo colombiano podía haber expresado su rechazo a estos acuerdos, donde las encuestas dicen que el 70-80% no quiere impunidad y rechaza la representación política de las FARC- fue un mecanismo amañado. La Constitución exige un umbral de un 50% de participación, que fue reducido a un 14% mediante la reforma que hicieron. Porque debería haber sido un referendo, que hubiera permitido que cada tema fuera votado independientemente.

Las FARC tienen vínculos con el Estado Islámico

Pero el Gobierno hábilmente hizo esta trampa para obligar a votar sí o no a si usted quiere la paz. El Gobierno va a tener 5 minutos diarios durante un mes en horario de prime time en todos los medios de comunicación colombianos y el que quiera ir por el no va a tener que pagarlo. Es imposible la campaña del no. Aquí lo que estamos viendo es una estrategia bien hecha de un gobierno autoritario para evitar la expresión de los colombianos y para imponer un acuerdo con el terrorismo.

¿Qué le pidió el expresidente Uribe de cara a su visita a España?

Que tratáramos de informarle a los ciudadanos y políticos españoles cuál es la realidad de este proceso. Porque muchas veces a la gente le hablan de paz, y la gente se siente muy abocada a pensar que “qué bueno que Colombia quiere la paz” y todos queremos la paz para Colombia. La pregunta es cómo se consigue: ¿premiando a quienes han cometido delitos o fortaleciendo las instituciones?

¿Y está siendo fructífera su visita para ese objetivo?

Sí, lo importante es tratar de transmitir estas ideas y que la gente vea que no es que haya una gente que quiere la guerra en Colombia. Que queremos la paz, pero la pregunta es cómo.

¿Qué le ha respondido el director general para Iberoamérica del Ministerio de Asuntos Exteriores, Pablo Gómez de Olea, al respecto en su reunión de este miércoles en Madrid?

Que ellos quieren mucho a Colombia y que respaldan los gobiernos elegidos democráticamente, como por supuesto debe ser. Pero yo creo que aquí hay un tema también de fondo, y es: ¿qué le va a pasar al mundo, a España, que tiene a ETA, o ISIS [el grupo terrorista Estado Islámico] o Hezbolá, que todos tienen vínculos con las FARC, cuando en Colombia haya un primer partido terrorista con actividad política legítima en el mundo?

¿El autodenominado Estado Islámico tiene vínculos con las FARC?

Ellos tienen vínculos con todas las organizaciones terroristas. Los terroristas se integran más rápido que las naciones. Por eso es tan difícil combatirlos.

¿Pero tiene constancia de algún vínculo, de si es un apoyo de palabra o si intercambian estrategia militar o armas?

Ellos han intercambiado estrategia militar con ETA, con Hezbolá… Uno no sabe hasta dónde van los vínculos o cómo van. Lo que sí es claro es que las organizaciones terroristas comparten la idea de que hay ideas que justifican hacer todo tipo de cosas, incluso terrorismo, para imponerlas.