Madrid

¿Aliarse con el diablo para combatir al Estado Islámico? Esta duda puede quedar disipada a la fuerza a partir de este miércoles, después de que Rusia -histórico aliado del dictador Bashar al Asad- haya iniciado sus ataques aéreos sobre posiciones del Estado Islámico (EI) en Siria. Estados Unidos lideraba desde hace unos meses -y tras muchos titubeos previos de Obama- los bombardeos occidentales contra el EI en ese país. Las intervenciones estadounidenses o francesas se han llevado a cabo sin contar con la opinión del 'tirano' Asad, como le definió este mismo lunes Barack Obama en la Asamblea General de Naciones Unidas que se celebra esta semana en Nueva York. Al mismo tiempo concedió que no quiere una nueva guerra fría con Rusia.

Pero Vladimir Putin no ha querido dejar pasar más tiempo. Tras intentar convencer sin éxito a Estados Unidos y la Unión Europea de que Asad no es el problema y que el único malo sobre suelo sirio es el Estado Islámico, el Parlamento ruso esta misma mañana le ha dado luz verde para comenzar sus ataques, con el beneplácito formal de Asad.

“La coyuntura [de la Asamblea General de la ONU] parece directamente elegida por Putin para escenificar su posición en Siria”, opina para EL ESPAÑOL el exembajador español en Irak, Ignacio Rupérez, ahora analista internacional en la revista One Magazine. Hacerlo antes no habría tenido sentido, porque habría tirado por la borda los esfuerzos diplomáticos, comenta Nikolay Kozhanov, experto en política exterior rusa del Centro Carnegie de Moscú, en conversación telefónica.

El presidente ruso refuerza así un papel de liderazgo en Oriente Medio que ha estado tejiendo intensamente en los últimos días. Hace solo unos días se supo que había cerrado una coalición con Irak e Irán estableciendo un centro de intercambio de información en Bagdad. Incluso el aliado estadounidense por excelencia en la región ha entrado bajo el manto ruso en este conflicto: el premier israelí Benjamin Netanyahu se reunió con Vladimir Putin el pasado 21 de septiembre y acordaron un mecanismo de coordinación. "Mi objetivo es prevenir malentendidos entre las fuerzas militares rusas e israelíes. Hemos creado un mecanismo para evitarlos, algo muy importante para la seguridad de Israel", justificó entonces Netanyahu. El líder palestino Mahmud Abas y el presidente turco, Tayyip Erdogan han sido otros de los líderes que visitaron a Putin en Moscú la semana pasada.

Putin y Netanyahu conversan durante su reunión en la residencia oficial de Novo-Ogaryovo a las afueras de Moscú el 21 de septiembre de 2015.

Putin y Netanyahu conversan durante su reunión en la residencia oficial de Novo-Ogaryovo a las afueras de Moscú el 21 de septiembre de 2015. REUTERS/Ivan Sekretarev/Pool

Rupérez cree que con los bombardeos de este miércoles Putin también ha querido asegurar su base naval de Tartus, en la costa siria, la única que tiene Rusia en el Mediterráneo. Aunque el Estado Islámico no amenaza de momento ese enclave, este analista asegura que el ejército de Asad ha visto reducidas sus tropas a la mitad y la posición del propio dictador está cada vez más debilitada después de más de cuatro años en guerra. El otro elemento que ha podido motivar la intervención militar rusa precisamente ahora, es “encontrar una pieza de intercambio diplomática para [el conflicto de] Ucrania”, apunta el diplomático, un conflicto enquistado en el que Obama y Putin permanecen distanciados.

Lo que está claro es que tras los bombardeos rusos de este miércoles no queda más remedio que coordinar las intervenciones militares de cada país, lo que significa implicar -a través de Rusia- al régimen de Asad en los movimientos internacionales contra el Estados Islámico. Kozhanov no duda de que ya ha habido conversaciones entre Estados Unidos y Rusia para coordinarse: “No digo que los bombardeos de hoy estuvieran previstos, pero sí que [estas acciones] se pueden prever”. De hecho, fuentes gubernamentales han reconocido a la agencia Reuters que Rusia ha avisado a Estados Unidos una hora antes de comenzar sus propios bombardeos aéreos en la zona de Homs. Por otra parte, la Casa Blanca ha confirmado que militares de EEUU han estado en contacto con sus homólogos rusos y esperan mantener pronto conversaciones sobre Siria. Mientras tanto, Estados Unidos también ha intervenido desde el aire hoy en Alepo, otra de las principales ciudades sirias.

Tregua en la lucha contra Asad

La marcha de Asad se había comentado tanto por parte de Rusia como de Estados Unidos. Obama lo dijo abiertamente el martes: "En Siria, derrotar al EI requiere, creo yo, un nuevo gobernante". Pero “la intervención [militar] de Rusia ha alterado el panorama de forma sustancial y fortalece la posición de Asad”, asegura Rupérez.

“Debes elegir entre lo malo y lo peor, [pero] es necesario negociar con el régimen, no con Asad, para un proceso de transformación”, opina Kozhanov. “Por una parte el régimen controla el área más densamente poblada de Siria. Por otra parte, para construir un nuevo país es mejor contar con él que construirlo desde las ruinas, como ha quedado demostrado con Libia e Irak. No es Asad, sino la estructura lo que se pretende preservar”. Se trata de la misma tesis que ha defendido Putin, que en una reciente entrevista con el canal catarí Al Jazeera declaró que “derrocar a Asad conduciría a un Estado fallido”. Y ya la estaban adoptando como propia también los países occidentales.

Rupérez coincide en que no se quiere repetir el caos provocado en Libia o Irak tras derrocar a los respectivos regímenes y por ello ahora se actúa con más diplomacia. El diplomático español considera que “un buen fruto de estas actuaciones [los bombardeos rusos contra el EI] puede ser que por fin sirvan para que se pongan de acuerdo contra qué enemigo se actúa primero”. El también estima “necesario” aliarse con el régimen sirio, pero “una vez que Asad haya desaparecido, [pues] el Estado Islámico aquí y ahora es más peligroso que el régimen de Asad”. Y ahora esa posibilidad resulta más remota.

Asad asiste a las oraciones por las fiestas de Eid al-Adha en una mezquita de Damasco el 24 de septiembre de 2015.

Asad asiste a las oraciones por las fiestas de Eid al-Adha en una mezquita de Damasco el 24 de septiembre de 2015. REUTERS/SANA

Félix Arteaga, experto en seguridad y defensa del Real Instituto Elcano, opina que “Siria es un peón” y no cree que el régimen de Bashar al Asad juegue ningún papel importante en el futuro, pero admite que “combatir al DAES [otra palabra para el EI] no se puede hacer simultáneamente a combatir a Asad; las conversaciones apuntan a que seguramente primero se irá contra el DAES”.

Recuerda que aunque la crisis de refugiados europea centre ahora la mirada en Siria, el Estado Islámico está también en Irak y es ahí donde cree que hay que atacar el problema de este grupo yihadista en primer lugar: “Primero vamos a concentrar esfuerzos en Irak y luego en Siria y después de acabar con el EI ya vendrá Asad”.

Tras un año de bombardeos aéreos de una alianza internacional liderada por Estados Unidos, en agosto el país norteamericano acabó con la vida de un “líder clave” del grupo yihadista en Irak, pero los avances se han mostrado insuficientes y lentos. Por ello se negocia desde hace un tiempo una tregua en la lucha contra el régimen de Asad, que Arteaga prevé se producirá pronto. Ésta permitiría a ambos bandos de la guerra civil siria retomar fuerzas a la vez que se pueden concentrar los esfuerzos internacionales en derrotar al Estado Islámico. “Los combatientes islámicos no crean solo problemas desde Siria, sino desde cualquier lugar donde estén”, recuerda. “La preocupación es arrebatarles el control territorial. El de Siria está bien asentado”.

Sobre el apoyo a Rusia, y por ende al régimen sirio, Arteaga asegura que “veremos muchos cambios de chaqueta en las próximas semanas, porque todo el mundo entiende que lo más urgente es el DAES”. Kozhanov concluye: “No veo una alternativa [a trabajar con Rusia y el régimen sirio]. De otra forma, esta batalla seguramente no se puede ganar”.