Imagen de una cena de Fin de Año.
¿Cómo lograr que el estómago sobreviva a la Nochevieja? El mejor truco es comer sin prisa hasta estar saciada al 80%
La mejor forma de despedir el año es prestar atención a la alimentación eligiendo, priorizando y sin exigencias.
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¿El 31 de diciembre no es sólo una cena? ¿Es un día más? Podría ser ese mi argumentario para ayudarte en estos días de comilonas y digestiones pesadas. Pero entonces no estaría siendo sincera.
Esa fecha marca el final de un año vivido. Con su cansancio, sus excesos, sus silencios y todo lo que no dio tiempo a procesar. Y nuestro cuerpo —especialmente el digestivo— suele ser el último en recibir cuidado. Llega cargado, acelerado, esperando aguantar una noche más. Como si no importara. Quizás este 2025 podamos mirarlo de otra forma.
Si en Nochevieja notas hinchazón, pesadez o malestar, no es falta de control. Seguramente tampoco sea la primera vez que sientes esto a lo largo de los últimos 12 meses. Tu cuerpo ha estado sosteniendo mucho. Y él también merece cerrar el ciclo con algo de amabilidad.
No llegues en ayunas
A veces tratamos esta cena como una meta a la que llegar vacías, para llenarnos después. Ayunamos, compensamos, forzamos... pero el organismo no entiende de estrategias.
Por eso, en vez de no comer, te propongo hacerlo de forma ligera durante el día —caldos, cremas, arroz, pescado, verduras cocidas—. Afrontar tan importante cita sin hambre voraz es llegar con presencia y tranquilidad.
Un acto emocional
Como te decía, Nochevieja no va solamente de comida sino de recuerdos, rituales, despedidas y expectativas nuevas. Todo eso también se digiere.
Por eso, el exceso de platos, mezclas y estímulos suele pasar factura. No porque el menú sea 'malo', sino porque todo junto es demasiado.
Mi consejo: elegir, priorizar y dejar cosas fuera del plato. Aquí encaja un principio japonés muy sencillo: Hara Hachi Bu, que propone comer hasta estar aproximadamente al 80% de saciedad. No lleno ni vacío, en el punto en el que el cuerpo todavía respira cómodo. Es una forma de cerrar el año sin apretarlo.
El ritmo importa
Puedes estar comiendo algo muy saludable y aun así digerir mal si lo haces con prisa, tensión o ruido interno. Masticar, bajar el ritmo, apoyar los cubiertos y respirar son gestos pequeños, casi invisibles, pero profundamente reguladores.
Cuando el sistema nervioso se relaja, la digestión fluye. Y quizás Nochevieja también pueda ser eso: una velada festiva, pero no atropellada.
Lo mejor es no mezclar bebidas alcohólicas durante la velada. iStock
El alcohol también afecta
Beber no tiene por qué ser una batalla ni una obligación. Acompañarlo con comida, alternar con agua y no mezclar sin medida es una forma de respeto hacia el cuerpo que ha llegado cansado al final del año. No se trata de hacerlo perfecto y sí con consciencia.
Particularmente yo suelo tomar cerveza sin alcohol en la cena y de postre una copa de champán.
Sin exigencias
No todo final necesita un broche pesado. A veces cerrar es parar. Una infusión caliente, una fruta cocida, o simplemente decidir que ya está bien. Ese gesto también es autocuidado.
¿Y el día 1? Sostener lo que quedó abierto. El primer día del año no pide castigo sino suavidad. Empezar con algo caliente, sencillo; mover el cuerpo sin exigirle; y volver a lo básico sin necesidad de “arreglar” nada.
Si hay hinchazón, gases o lentitud, no es un error. Se trata de un cuerpo terminando de procesar una noche distinta. Muchas veces el hacer un solo plato simplifica la digestión y la carga mental.
En definitiva, cuidar la digestión en Nochevieja no es control. Va de cerrar el año sin violencia interna. Y quizás empezar el siguiente con una intención sencilla: tratar a tu cuerpo como tu hogar, no como un proyecto incompleto.