Silueta de una mujer.

Silueta de una mujer. iStock

Salud y Bienestar DÍA MUNDIAL DE LA SALUD MENTAL

¿Nace la mujer con más riesgo de sufrir depresión? Un estudio reabre el debate: "La genética influye, pero no condena"

Los profesionales de la salud mental reaccionan a la última gran investigación realizada al respecto y piden cautela ante posibles conclusiones reduccionistas.

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A principios de esta semana, The Guardian publicó en su sección de ciencia un reportaje de lo más pertinente, teniendo en cuenta que hoy, 10 de octubre, se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental. El titular del diario británico rezaba: Las mujeres tienen un mayor riesgo genético de depresión, según un nuevo estudio.

Lo que encuentra el lector al entrar es una pieza que se hace eco de una investigación del Instituto de QIMR Berghofer (en Australia) sobre las diferencias sexuales en los cuadros depresivos. Publicada en octubre en la revista Nature Communications, esta revela haber hallado 16 variantes genéticas vinculadas a este trastorno en ellas y ocho en ellos.

Los expertos analizaron el ADN de 130.471 mujeres y 64.805 hombres con depresión mayor, y de 159.521 mujeres y 132.185 hombres sin el diagnóstico. Se trata, de este modo, de la referencia genética más robusta hasta el momento. La doctora Brittany Mitchell, autora principal, asegura que "ellas tienen el doble de probabilidad de sufrir la enfermedad a lo largo de su vida".

Históricamente, los factores sociales y ambientales han sido considerados los principales responsables de la mayor prevalencia de depresión en ellas. El estudio reafirma que la genética tiene un papel específico: las variantes asociadas no solo se duplican en número en el caso de ellas, sino que incluyen una en el cromosoma X, nunca antes identificada.

Además, han observado que las mujeres con estos cuadros presentan correlaciones más fuertes con síntomas metabólicos —como alteraciones en el peso corporal o en la energía— en comparación con los varones. Pero, ¿qué significa tener un "mayor riesgo"? ¿Significa que ellas son más sensibles?

Distintas "vías" para la depresión

El hallazgo australiano supone un avance en el abordaje y el debate en torno a la biología del trastorno, pese a que tiene limitaciones en la muestra que no pasan desapercibidas para una parte representativa de la comunidad clínica española, que, al ser consultada por esta revista, insiste en la necesidad de no caer en teorías deterministas.

Gabriel Rubio, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario 12 de Octubre, manifiesta su prudencia ante posibles interpretaciones que simplifiquen la complejidad de la investigación: "El estudio no nos está diciendo que las mujeres sean más débiles, sino que existen vías distintas para que la depresión se manifieste en ellos y ellas".

El especialista destaca que estas 16 frente a 8 variantes pueden explicar experiencias clínicas y sintomáticas diferentes entre ambos sexos, pero no justifica la idea de vulnerabilidad innata: "Los genes que intervienen en la activación del trastorno son distintos y los que ambos comparten son pocos, pero estos últimos son precisamente los que en varones se asocian a cuadros más graves".

Gráfico que muestra las diferencias genéticas relacionadas con la depresión en mujeres (arriba) y hombres (abajo). Cada punto representa una variación genética; los de color púrpura muestran los hallazgos más importantes. Las líneas marcan cuándo una diferencia genética es estadísticamente relevante. Así, se busca entender mejor cómo influyen los genes en la depresión en ambos sexos.

Gráfico que muestra las diferencias genéticas relacionadas con la depresión en mujeres (arriba) y hombres (abajo). Cada punto representa una variación genética; los de color púrpura muestran los hallazgos más importantes. Las líneas marcan cuándo una diferencia genética es estadísticamente relevante. Así, se busca entender mejor cómo influyen los genes en la depresión en ambos sexos. Nature Communications

Vanessa García, coordinadora de Mind Psicólogos, insiste en esta línea: "Tener un gen no equivale a padecer la enfermedad igual que en otros casos no implica que te puedas convertir en asesino. Son dianas que pueden o no activarse dependiendo de muchos otros factores, incluidos el entorno, la educación que se reciba, los traumas y otras experiencias vitales".

La experta destaca que el número de varones representados es menor porque, en general, es más difícil acceder a datos masculinos. Ellos piden ayuda y expresan emociones en menor medida debido a los sesgos sociales y culturales. "Eso sí, la tasa de suicidios es mayor en su caso", recuerda.

Los australianos aseguran haber realizado análisis adicionales para asegurar que sus hallazgos no se debieran a la diferencia en el tamaño de las muestras. También reconocieron que únicamente estudiaron a personas europeas, lo que limita la aplicabilidad de los hallazgos a otras poblaciones.

Por eso, García y sus colegas, aunque admiten que el informe es ambicioso y arroja luz sobre un trastorno que afecta a aproximadamente 332 millones de personas en el mundo —cada una con su propia mochila personal y cultural—, advierten: "Entender estas conclusiones como inamovibles solo perpetúa estereotipos".

Un detalle a mencionar. El hecho de que medios de gran difusión como el británico estén dando a conocer el resultado de esta investigación introduce la necesidad de comprender en qué consiste exactamente la epigenética, una rama que explica cómo los factores ambientales —como la dieta o el estrés— activan o inhiben la expresión génica sin modificar el código del ADN.

Estos cambios controlan qué genes son leídos y utilizados por la célula y cuáles permanecen apagados. Actúan, de este modo, como 'marcas' que pueden influir en la salud e incluso ser transmitidos de padres a hijos. Afortunadamente, también son reversibles, lo que abre la puerta a estrategias preventivas y terapéuticas que permiten trabajar sobre estos patrones.

Cuestión de socialización

El estudio visibilizado por The Guardian ha reactivado la discusión sobre la influencia de la genética en la depresión femenina. Silvia Álava, experta en psicoterapia, considera positivo el enfoque del mismo: "Es especialmente interesante porque ahonda en datos. Ya tenemos un metanálisis y siempre hemos sabido que la prevalencia era más alta en ellas".

Ahora bien, insiste en el peso de las formas de socialización, históricamente diferenciadas: "Las mujeres tienen una mayor sobrecarga en los cuidados. Aunque haya más corresponsabilidad, el peso de la casa, los mayores y los niños [ahí se encuentra la denominada 'generación sándwich'] recae mucho más en ellas".

A esto se suma una mayor exposición a sufrir violencia de género y presión estética, "como la exigencia de estar delgada o de responder a ciertos cánones de belleza, algo que en la adolescencia se exacerba debido a la influencia de las redes sociales. Todo eso, al final, es un contexto que añade factores de riesgo", zanja.

Coincide Lucía Díaz Uceda, psicóloga y terapeuta regresiva, que aporta el prisma educativo de la infancia: "Muchos mensajes que se siguen recibiendo a día de hoy en la crianza entre niños y niñas marcan una gran diferencia en cuanto a las características que se refuerzan: para ellos se sigue apelando a la fuerza y la valentía, mientras que a ellas se las destaca por ser dulces y delicadas".

Ejemplifica que "una de las herencias de la cultura patriarcal es que a los varones se les ve como más seguros y eso hace que ellos refuercen esa sensación en sí mismos. La discriminación que han sufrido las mujeres históricamente las lleva a situarse en una inseguridad colectiva que hace que busquen ganar esa seguridad en el entorno, trabajando su amor propio y autoestima".

Esta socialización podría ser uno de los factores que explican por qué la tasa de suicidios es más alta en hombres, aunque las mujeres registren más diagnósticos. Por eso, Díaz insiste en que crear espacios para que todos los individuos aprendan a validar sus emociones es clave si se pretende reducir esta brecha.

¿Fármacos diferenciados?

Bárbara Zapico, directora en Entropía Terapia, advierte: "La depresión es un tema que lleva estudiándose desde hace mucho tiempo sin llegar a estudios concluyentes. En la psicología, independientemente de los tratamientos estandarizados, hablamos de personas y, como tal, de idiosincrasias individuales".

De ahí su escepticismo ante la posibilidad de producir tratamientos farmacológicos diferenciados para hombres y mujeres —algo que planteaba el profesor Philip Mitchell, de la Facultad de Medicina Clínica de la Universidad de Nueva Gales del Sur, en The Guardian—: "Sesgarlos en función de esto me parece reduccionista. Hay que evaluar cada caso".

José Antonio Galiani, psicólogo sanitario, explica al respecto que "vamos en la dirección de una medicina de precisión en salud mental". Los avances en genética, neuroimagen y farmacogenómica están mostrando que "la depresión no es una enfermedad única, sino un conjunto de trastornos con distintos mecanismos biológicos según el sexo".

Esto, añade el director del Centro Psicosanitario Galiani, abre la puerta a que en el futuro se puedan desarrollar tratamientos diferenciados e hiperpersonalizados. Eso sí, el objetivo "no es separarlos para ellos y ellas, sino comprender mejor la interacción entre biología, entorno y experiencia para ofrecer soluciones más efectivas para cada persona".

"Aún se necesita mucha evidencia antes de aplicarlos de forma generalizada en la práctica clínica", matiza el experto, e insiste en la necesidad de divulgar estos hallazgos con una mirada crítica y desde la perspectiva de género. Palabras a las que se suma también Noemí Álvarez, vocal de Psicología Clínica y Sanitaria del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Oriental.

Imagen de archivo de una mujer.

Imagen de archivo de una mujer. iStock

"Estos estudios hay que tomarlos con calma. En la actualidad seguimos teniendo importantes dificultades para encontrar investigaciones sólidas y que hayan sido replicadas con respecto a la base genética de la depresión. De hecho, no existe un gen en concreto, se habla de la combinación génica y aún están por continuar explorando", afirma.

La especialista recuerda la publicación el pasado febrero de una investigación realizada desde la Universidad de Granada, la Universidad de Edimburgo y el King's College de Londres, en la que se identificaron "un total de 700 variaciones relacionadas con el desarrollo de la enfermedad, casi la mitad de las cuales nunca antes se habían asociado a esta, e implicaron 308 genes específicos".

Las cifras indican que "aún queda mucho camino por recorrer" y todos los expertos coinciden en que la depresión "es un trastorno con base multicausal" que, por tanto, debe tratarse desde un abordaje multidisciplinar.

"La genética influye, pero no nos condena", resume Mariola Moreno, psicoterapeuta con máster en Neurociencias y directora de Psico-Yo. Insiste en que “antes de mujeres, somos personas”, una máxima esencial para tratar la salud mental más allá de los estereotipos y dar respuestas eficaces a quienes las necesitan.

Además, la tendencia creciente entre jóvenes a pedir ayuda con naturalidad es un signo alentador de una sociedad que empieza a dejar atrás prejuicios y a dar valor al bienestar emocional.