Tamara Falcó.

Tamara Falcó. Bruno Fabra

Salud y Bienestar

Tamara Falcó (43 años), confiesa el alimento que toma tras perder 20 kilos: "Antes solo comía tortilla y filetes"

La celebrity asegura que no quiere imponer modas ni alcanzar estándares imposibles, sino ayudar a los demás a vivir en equilibrio y salud.

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Tamara Falcó se diferencia del resto de los mortales por muchos motivos pero, sin duda, uno de los más evidentes es que su vida ha estado plasmada en las portadas de los medios desde antes de nacer, lo que ha hecho que haya estado sometida a escrutinio a lo largo de toda su vida.

Hija de Isabel Preysler y el fallecido marqués de Griñón, Carlos Falcó, nos tiene acostumbrados a exclusivas sobre su vida. No obstante, hace poco sorprendía al abrirse a sus seguidores sobre un tema del que pocas celebrities se atreven a tratar con tanta franqueza: su aumento de peso.

La chef y actual marquesa de Griñón confesó que llegó a engordar 20 kilos en un corto periodo de tiempo debido a una mezcla explosiva de estrés emocional, encierro, y una alimentación desordenada basada "solo en filetes y tortilla de patatas".

A sus 43 años y una imagen pública muy cuidada, Tamara ha demostrado que detrás de cada sonrisa en televisión o cada posado en una alfombra roja, hay una historia más compleja.

Con sus declaraciones, lejos de alimentar los estándares irreales de perfección, quiere lanzar un mensaje muy humano y necesario como es la salud mental es la base del bienestar físico.

La otra cara del estrés

Fue durante una de sus colaboraciones en el programa El Hormiguero cuando Tamara desveló por primera vez este capítulo íntimo de su vida.

Sin rodeos, declaró que se echó encima "casi 20 kilos", dijo sin rodeos, mientras recordaba una etapa en la que el estrés y la tristeza la tenían completamente bloqueada. Su madre, Isabel Preysler, llegó a decirle: "No te veo los ojos, no sonríes".

Fue una época marcada por el dolor y el estrés emocional. Debido al duelo tras la muerte de su cuñado Jaime Carvajal y numerosos cambios personales, Tamara se refugiaba en casa.

La comida, en su caso, se convirtió en un refugio. "Tenía muchísimo estrés emocional, no salía y solo comía filetes y tortilla de patatas", explicó. El aumento de peso fue solo un síntoma visible de un problema más profundo: la desconexión emocional y la ansiedad acumulada.

En su interior comenzó el cambio

Contrario a lo que muchos podrían imaginar, su transformación no comenzó con una dieta milagro ni con sesiones maratonianas de gimnasio.

Tamara lo tiene claro: el primer paso fue volver a salir a la calle. Recuperar la rutina, poner el cuerpo en movimiento y reencontrarse con la vida cotidiana fueron claves para que comenzara a sentirse mejor.

"Hay que encontrar lo que te funciona", señala con firmeza. En su caso, una combinación de alimentación consciente, deporte moderado y visitas a una clínica especializada le ayudaron a recuperar no solo su figura, sino también su vitalidad y autoestima.

¿Por qué el estrés 'engorda'?

El testimonio de Tamara no es un caso aislado. El estrés crónico es uno de los grandes culpables silenciosos del aumento de peso. Cuando el cuerpo está bajo presión constante, libera cortisol, la hormona del estrés. Este compuesto, en exceso, puede:

  • Aumentar el apetito, especialmente por alimentos ricos en grasas y azúcares.
  • Favorecer la acumulación de grasa, especialmente en la zona abdominal.
  • Alterar el sueño, lo que a su vez afecta a las hormonas del hambre (leptina y grelina).
  • Disminuir la motivación para hacer ejercicio.
  • Ralentizar el metabolismo.

En definitiva, el estrés crea un cóctel perfecto para ganar peso y lo peor, sin que nos demos cuenta hasta que ya es evidente.

El hambre emocional

Durante esa etapa difícil, Tamara no comía por hambre física, sino por lo que los expertos llaman hambre emocional. Una necesidad de consuelo que se canaliza a través de la comida. Filetes y tortilla de patatas se convirtieron en su refugio cotidiano.

¿El problema de esto? Que ese tipo de alimentación repetitiva, rica en calorías, pero pobre en nutrientes, alimenta el círculo vicioso: más cansancio, más apatía y más deseo de comer para tapar el malestar.

La solución real no es otra que cuidar la mente y reconectar con el cuerpo. Para superar esa etapa, Tamara apostó por un enfoque integral. No se trata de magia, sino de aplicar hábitos sostenibles con cabeza y corazón:

  • Identificar el problema: Reconocer que lo que necesitaba no era una dieta restrictiva, sino gestionar su estrés.
  • Buscar ayuda: Acudir a profesionales, tanto de la salud física como emocional.
  • Moverse sin presión: Hacer ejercicio no para castigar al cuerpo, sino para reconectar con él.
  • Alimentarse desde la conciencia: Elegir mejor, sin obsesiones, sin prohibiciones, pero desde el amor propio.

Su rutina para mantenerse en forma

Tamara acudió a una clínica en Marbella donde le diseñaron un plan nutricional personalizado, pensado para favorecer el buen funcionamiento del tiroides, una glándula que influye directamente en el metabolismo y el peso corporal.

En su dieta no faltan alimentos ricos en minerales como marisco, pescado y legumbres, combinados con una orientación hacia un estilo de alimentación más vegano, cargado de frutas, verduras, semillas y legumbres. Los caldos vegetales y los zumos naturales son otros de los alimentos que no faltan en su rutina diaria.

Según un estudio publicado en Nutrients, este patrón alimentario no solo ayuda a mantener un peso saludable, sino que también puede reducir el riesgo de hipotiroidismo. Y cuando se siente más "pesada" de lo habitual, Tamara recurre a un truco infalible: un reconfortante caldo de verduras.

El yoga, un arma contra los kilos

Más allá de la alimentación, el yoga se ha convertido en su gran aliado. La colaboradora de El Hormiguero lo practica a diario, centrándose en la respiración consciente y en posturas que no solo fortalecen su cuerpo, sino que le aportan calma mental.

Lejos de ser un ejercicio "suave" sin impacto en el peso, el yoga favorece la quema de calorías, ayuda a equilibrar hormonas como la tiroidea y reduce el estrés, un factor que, según los expertos, puede frenar la pérdida de peso. En el caso de Tamara, esta combinación ha sido la fórmula perfecta para que su metabolismo trabaje a su favor.

Pero hay que tener muy en cuenta que su transformación no ha sido fruto de dietas milagro ni entrenamientos extremos, sino de hábitos sostenibles y un plan adaptado a sus necesidades. Un ejemplo de que, con constancia y el enfoque correcto, recuperar la figura y la salud es posible.

  • Dale nombre a lo que sientes: Identificar tus emociones te ayuda a tomar distancia. Pregúntate: ¿tengo hambre física o emocional?
  • Come con atención plena: Mastica despacio, apaga las pantallas y escucha tu cuerpo. Te sorprenderás de lo que puede decirte.
  • Haz pausas activas durante el día: No necesitas una hora de gimnasio. A veces, basta con caminar 10 minutos o estirarte cada dos horas.
  • Busca apoyo si lo necesitas: Un psicólogo o terapeuta puede ayudarte a gestionar lo que no sabes cómo enfrentar sola.
  • No te castigues: Subir de peso no es un fracaso. Es una señal de que algo necesita ser escuchado dentro de ti.

El caso de Tamara Falcó es el reflejo de lo que muchas personas viven en silencio. Por eso, aquí van algunos consejos prácticos que pueden ayudarte si estás atravesando una etapa parecida: