Imagen de archivo de una mujer tomándose una infusión.
Soy nutricionista y esta es la infusión que debes tomar en las sobremesas de verano para aliviar las digestiones
Esta bebida no es un remedio milagroso ni pretende 'corregir excesos', es un recordatorio de que puedes acompañar a tu cuerpo con suavidad y respeto.
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Hay algo en las comidas de verano que tiene un encanto especial: las mesas llenas, las conversaciones largas, el sol que se cuela entre las persianas…y también, seamos sinceras, esas sobremesas que a veces nos dejan la sensación de tener la tripa un poco 'a ralentí'.
No es culpa de nadie ni hay nada que arreglar, pero sí podemos acompañar a nuestro cuerpo con pequeños gestos amables que le ayuden a encontrar su ritmo otra vez.
Una de mis formas favoritas de hacerlo es con una infusión fresca y digestiva. No para 'compensar', sino para cuidar desde dentro y regalarte un momento tranquilo.
Hoy quiero contarte por qué esta mezcla de menta, manzanilla e hinojo es algo más que una receta bonita: es pura ciencia hecha ritual.
Menta, manzanilla e hinojo
Imagínate, en un día caluroso, el frescor de la menta en la lengua. Pero más allá de su sabor, la menta (Mentha piperita) contiene un aceite esencial rico en mentol que actúa directamente sobre la musculatura del aparato digestivo.
Lo que hace, de forma sencilla, es ayudar a que los músculos se relajen y así calmar esos espasmos o retortijones que a veces aparecen cuando el estómago trabaja a marchas forzadas.
Hay estudios que incluso han visto cómo el aceite de menta puede mejorar síntomas digestivos como la hinchazón o la sensación de pesadez. Por eso, no es casual que esta planta haya sido usada durante siglos en todas las culturas, desde infusiones hasta aceites para masajes abdominales.
La manzanilla (Matricaria chamomilla) es como esa abuela sabia que siempre sabe qué darte cuando no te encuentras bien. Sus flores concentran compuestos como el bisabolol y los flavonoides, con un suave efecto antiinflamatorio sobre la mucosa gástrica.
Esto significa que puede ayudar a calmar la sensación de ardor o incomodidad después de una comida copiosa.
Y además, no olvidemos su capacidad para relajar no solo el estómago, sino también la mente. Una taza de manzanilla es casi como una invitación a bajar el ritmo y dejar que el cuerpo haga su trabajo.
Imagen de archivo de una taza de manzanilla.
Quizá menos famoso que la menta o la manzanilla, pero igual de potente, el hinojo (Foeniculum vulgare) es ese ingrediente que, en cuanto lo pruebas, entiendes por qué las abuelas italianas lo dan siempre después de comer.
Sus semillas contienen anetol, un compuesto con efectos carminativos: ayudan a que los gases atrapados en el intestino se liberen, reduciendo esa sensación de globo en la tripa. Además, tiene un sabor ligeramente dulce y anisado que combina de maravilla con las otras plantas.
El toque opcional
Aunque no son imprescindibles, unas rodajas de limón y un poco de jengibre fresco pueden darle a esta infusión un extra de alegría.
El limón aporta vitamina C y un aroma fresco, mientras que el jengibre, con sus gingeroles, ayuda a suavizar digestiones lentas gracias a sus propiedades antiinflamatorias.
Cómo prepararla
Preparar esta infusión es casi tan terapéutico como tomarla. Solo necesitas hervir un litro de agua, añadir una cucharada de menta, otra de manzanilla y otra de semillas de hinojo ligeramente machacadas.
Deja reposar tapado unos 10 minutos, cuela y añade, si quieres, el zumo de medio limón y unas rodajas de jengibre.
Lo mejor viene ahora: deja que se enfríe a temperatura ambiente y métela en la nevera. Cuando el calor aprieta, sírvela con hielo y unas hojitas de menta fresca.
Esta bebida no es un remedio milagroso ni pretende 'corregir excesos'. Es un recordatorio de que puedes acompañar a tu cuerpo con suavidad y respeto, incluso en esos momentos en los que pide un poco más de atención.
Un pequeño ritual para saborear el verano, cuidar tu digestión y darte permiso para simplemente...disfrutar.