La profesional atiende a Magas en el Parque de Bomberos de Puertollano.

La profesional atiende a Magas en el Parque de Bomberos de Puertollano. Gustavo Valiente

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María Luisa Cabañero, primera bombera de España, se jubila tras 38 años: "Mi última guardia ha sido salvar a una familia"

La puertollanense cuelga el casco y dedica unas palabras a las nuevas generaciones del sector: "Menos teoría y más rapidez".

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Elena Pérez
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A las ocho de la mañana del miércoles 5 de noviembre, María Luisa Cabañero (Puertollano, 1966) cruzó por última vez la puerta del Parque de Bomberos de Puertollano. Detrás quedaban 38 años y medio de servicio, centenares de incendios y rescates, una vida de guardias de 24 horas y la costumbre de mirar de frente al fuego sin miedo.

"Me voy en paz, tranquila, sabiendo que he hecho todo lo que tenía que hacer", confiesa unas horas después de concluir su último día de trabajo. La pionera entre las bomberas de España se despide del uniforme con el mismo espíritu con el que siempre lo vistió, con sentido del deber y con vocación: "Ha sido mucho tiempo, lo echaré de menos", confiesa.

Su guardia comenzó como lo hacen aquellas que coinciden con días de celebración. "Llevé churros para invitar a los que salían y a los que entraban", recuerda. En el parque, el ambiente era de rutina. Revisaron los camiones, impartieron un curso y, a mediodía, preparó unas arepas para sus compañeros. "Me salen bastante bien", ríe.

La tarde parecía tranquila, pero no fue así. "Me acabé coronando", se percibe en su voz un cierto tono de alivio y resignación. A las 20:30 horas, la calma se rompió con una llamada: un vehículo se había precipitado por un terraplén de unos 20 metros en la carretera nacional N-420, a la altura del término municipal de Almodóvar del Campo.

María Luisa Cabañero, cabo de bomberos en Puertollano.

María Luisa Cabañero, cabo de bomberos en Puertollano. Gustavo Valiente

"Era un matrimonio con dos niñas", recuerda. Cabañero y sus compañeros salieron de inmediato. Sirenas, luces, comunicaciones por radio y un objetivo: que todos salieran del coche esa noche. Y lo consiguieron. "Tuvimos que bajar, sacar a las víctimas y subirlas con la camilla. Fue una acción complicada".

El desenlace: los cuatro "a salvo", confirma, y evacuados al hospital de Ciudad Real. María Luisa aplica aquella expresión de "gracias a Dios" que llama la atención cuando la exclama un cirujano que acaba de operar a corazón abierto, el agente que ha evitado un secuestro o el bombero que, como ella, ha salvado a una familia asumiéndolo como parte de su particular normalidad.

Recuerda el momento en que los testigos, con los nervios a flor de piel por el suceso que había cortado la carretera en pleno Puerto de Niefla, les felicitaron por su labor: "Nos dijeron: lo habéis hecho fenomenal, habéis sido rapidísimos. Y eso siempre reconforta, porque tú estás centrada en trabajar y no te ves desde fuera. Nos dieron una alegría".

La última vez que esta revista se citó con ella en el parque de Puertollano, también se encontraba de guardia y temía acabar interrumpiendo la entrevista por alguna llamada de emergencia. No fue el caso; la pionera recorrió toda su trayectoria, una de casi cuatro décadas enfrentada a las llamas. "Hay días en los que no toca hacer mucho y otros como este", dice.

La profesional recogiendo su uniforme.

La profesional recogiendo su uniforme. Gustavo Valiente

El rescate a la familia siniestrada en el barranco fue, sin buscarlo, su despedida oficial. "Hacía mucho tiempo que no veía un accidente de tráfico tan complejo. Pensé: vaya hombre, voy a irme con esto", ríe. En cierto modo, la vida quiso regalarle un cierre a la altura de su trayectoria: una última acción con final feliz.

A primera hora de la mañana, ya de vuelta en el parque, Cabañero se desabrochó el traje de más de 20 kilos que ha acostumbrado a vestir durante décadas y colgó el casco. Terminaba ahí su último día, aunque el 30 de diciembre marque la fecha oficial de su jubilación. Los compañeros se despidieron de ella con un ritual de despedida muy suyo, "el paseíllo".

"Los chicos de guardia te tocan las palmas, te dan besos y abrazos, os hacéis algunas fotos... y te vas", relata entre risas. La televisión la esperaba a la salida. "Me preguntaron qué sentía y les dije la verdad: paz. Estoy tranquila porque sabía que había llegado la hora de irme. Si te obsesionas con la jubilación, te la acabas comiendo".

Lo mejor, asegura al otro lado del teléfono, "es asumirlo y mirar hacia adelante. Ahora quiero ponerme nuevas metas". Su presente se encuentra ahora en el agua y el aire gracias a las otras dos pasiones que la acompañan: la natación y el globo aerostático. Retos siempre tiene. A ella le faltan más horas que ideas.

Pertenece a una generación de bomberos que aprendió el oficio en la calle. Así lo reivindica. "A los nuevos les digo que vivan el momento y no se queden en la teoría. Los libros son una cosa; la realidad, otra. Hay veces en las que no puedes perder tiempo montando poleas o sistemas perfectos", dice desde la sabiduría que da la experiencia.

María Luisa Cabañero dice adiós a las operaciones de riesgo tras casi cuatro décadas batallando con el fuego.

María Luisa Cabañero dice adiós a las operaciones de riesgo tras casi cuatro décadas batallando con el fuego. Gustavo Valiente

Su consejo es claro: "Que actúen con rapidez y sean sensatos. Las lecciones que hay en los manuales son muy bonitas, pero a veces no son reales". Es su llamada a estar despiertos: aprender haciendo, improvisar, usar la cabeza. "Soy de la vieja escuela: arriesgo mi vida para salvar la de otros", reconocía a Magas el pasado agosto.

Una vida de récord

Cabañero llegó al cuerpo en 1986, empujada por un monitor de la piscina municipal de su localidad que la animó a presentarse a unas oposiciones en las que casi no había mujeres. "No pensaba en ser la primera ni la número 87. Me gustaba el trabajo y me veía capaz", resumía en anteriores declaraciones a esta revista.

Antes que ella hubo un precedente, una mujer que ingresó en Mallorca, pero falleció en un accidente y la manchega se acabó convirtiendo, sin saberlo, en la única bombera de España. Esta semana se ha convertido en la primera profesional en celebrar su jubilación tras casi cuatro décadas de recorrido en un sector todavía masculinizado.

Su biografía, sin embargo, no se entiende sólo desde el parque. En el agua ha firmado retos que han acabado en el Guinness y en el Salón de la Fama de la Natación: cruzó el Estrecho ida y vuelta, participó en relevos en el canal de la Mancha o nadó el lago Ness a temperaturas cercanas a los 10 grados sin neopreno.

En el aire, se convirtió en una de las primeras mujeres en pilotar globos aerostáticos en España en el ámbito de la competición. "Arriba no oyes nada, estás colgada del viento… y eso te da una paz enorme", suele decir.

Uno de los últimos retratos en los que la pionera participó antes de decir 'adiós' al parque de Puertollano.

Uno de los últimos retratos en los que la pionera participó antes de decir 'adiós' al parque de Puertollano. Gustavo Valiente

Ese hilo, el de la calma, recorre toda su conversación cuando habla de la vida que empieza ahora. Espera encontrar algo de tranquilidad frente al ruido de las sirenas, pero nada de quietud: piensa llenar su agenda de entrenamientos, campeonatos y todos esos proyectos personales que ha ido aplazando hasta ahora y los nuevos que puedan ponérsele por delante.

El relevo generacional

Su condición de pionera la ha convertido en un rostro reconocible. El pasado octubre participó en la cita de 'Las Top 100 Fundadoras: el legado continúa', organizada por Magas para visibilizar la fuerza y transmisión del liderazgo femenino. Asistió con su hija, María Pascual, oficial de primera de la Marina Mercante, que ha elegido el mar como escenario profesional.

Cabañero, que no se siente especialmente cómoda con las etiquetas, asume sin embargo la responsabilidad de ese espejo en el que otras se miran. En la entrevista, dirige un mensaje a todas las jóvenes que hoy aspiran a ser bomberas. "Les diría que esto es un trabajo más. Si lo ha hecho una, lo pueden hacer todas", afirma.

En España, ellas apenas representan entre el 5 y el 6% de los profesionales en los cuerpos, aunque algunas asociaciones aseguran que la cifra es mucho menor. A su alrededor ya hay presencia femenina. "Tenemos una interina que entró hace poco y otra compañera fija en Valdepeñas. Es un avance; hace años apenas éramos un puñado; ahora rondan las 200", celebra.