
Paula Oviedo, en un posado para Magas.
Paula Oviedo, la madrileña de 26 años que dedica su vida a los ancianos: "Ellos me han salvado, han sido mi terapia"
Es auxiliar de enfermería y ha creado 'Cruzando caminos' para acompañar y empoderar a las personas de la tercera edad y acabar con su exclusión social.
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"Soy Paula Oviedo, madrileña, la pequeña de cinco hermanos y auxiliar de enfermería. Las personas mayores son mi vocación". Esta es la sencilla, pero contundente presentación de una emprendedora de 26 años que quiere, puede (y debe) servir de ejemplo e inspiración a muchos jóvenes de su generación.
Su vocación es atender, ayudar y acompañar a las personas mayores. El supuesto desapego de la Generación Z con los más veteranos en su caso no se corresponde con la realidad y tampoco con la del proyecto que ha puesto en marcha para hacer de esta sociedad un mundo más inclusivo y empático.
Se llama 'Cruzando caminos' y ha empezado su andadura (nunca mejor dicho) hace unos meses. Para conocer la historia de su impulsora y el objetivo de esta bonita iniciativa, Magas se cita con Paula en Madrid. Así, a primera vista, su sonrisa lo ilumina todo. Luego, la pasión con la que habla de su labor y el cariño con el que se refiere a los ancianos deja claro que es un verdadero 'ángel' para las residencias de la tercera edad, que es su mayor ámbito de actuación.
Además, las redes sociales son la llave con la que cuenta para acercar ese contenido a los jóvenes de su edad, con vídeos distendidos y llenos de ternura. ¿Podríamos decir que la influencer protercera edad? Podríamos...
¿Qué hace una chica de 26 años como tú en un proyecto como este?
Bueno, estudié auxiliar de enfermería y al empezar mi labor poco a poco me di cuenta de que los mayores eran mi vocación. Fue algo que se construyó con el tiempo. Estuve cuatro años trabajando de animadora en residencias y me encantaba, pero la verdad es yo tenía muchas ideas, muchas cosas que quería hacer con los mayores, y sentía que me limitaban porque al final las decisiones no dependían de mí. Y así nació 'Cruzando Caminos'.
¿En qué consiste exactamente?
Empecé esta aventura en octubre de 2024. Se trata de llevar a las residencias y centros de día un programa de actividades, que son complementarias a la animación que ya suele haber en ellas, con el fin de mejorar la calidad de vida, frenar el aislamiento y acompañar a los ancianos. Lo hago a través de una red de voluntarios y son talleres recurrentes, que tienen una continuidad, por ejemplo una vez al mes.
No se trata de algo esporádico y esto provoca una ilusión enorme en ellos, porque saben que vamos a ir a compartir tiempo con ellos. Los voluntarios salen encantadísimos y se crean conexiones superbuenas entre los jóvenes y los mayores. Las actividades pueden ser creativas, manipulativas... pero siempre socioemocionales. Es decir, entablamos conversaciones profundas con los ancianos. Al final de lo que se trata es de empoderarles. También hacemos colaboraciones con institutos y colegios y es increíble el cariño con el que los tratan los chavales, como si fuesen sus propios abuelos.
¿Cómo llegan los voluntarios a este proyecto?
Hay un formulario en la web o en mis redes sociales, simplemente rellenas los datos y te avisamos de los talleres que hay. Tenemos voluntarios ya fijos, porque todos los que prueban han querido repetir. Es gente entre 25 y 30 años, pero también algo más mayores.
Uno de los objetivos de 'Cruzando caminos' es abrir un poco las puertas de las residencias hacia afuera, no sé por qué tiene que ser un mundo tan hermético. La gente habla tan mal de ellas por desconocimiento... Hay que ir y ver lo que se hace. Me gustaría que empezásemos a pensar mejor de estos centros. Claro que hay casos horribles, pero no es lo normal. Yo he sido una trabajadora de residencias y centros de día y me desvivo por ellos, como mis compañeros. Los ancianos nos importan. La inclusión es importante.
Creo que tu abuela tiene algo que ver en tu vocación...
Sí, he tenido mucho contacto con ancianos gracias a ella. En sus últimos años de su vida, se hizo un disfraz de payaso e iba por centros de día y residencias de personas mayores a hacer cuentacuentos. Gracias a ello yo había visto un poco la diversidad que hay dentro de la tercera edad y cuando empecé como auxiliar también me di cuenta de lo que era un deterioro cognitivo grave, etc.
Poco a poco se me fueron pasando todos esos miedos que tenía y puedo decir que trabajar con personas mayores me ha cambiado la vida literalmente, sobre todo la forma de pensar. Me han salvado porque antes estaba algo perdida, no encontraba mi sitio.

Paula Oviedo, en un momento de la entrevista.
¿Qué cosas te replanteaste?
Pues, por ejemplo, me di cuenta de que no pasaba el suficiente tiempo con mi familia. Luego, he aprendido a hablar de la muerte, que para mí era un tabú, me causaba ansiedad. Ese es uno de los mitos que he roto gracias a este trabajo, ahora veo la muerte de otra manera, sin ese miedo. Los mayores me decían: "No pienses en eso, porque es algo que va a pasar de todos modos. Disfruta hasta que llegue tu hora".
Sorprende que con 26 años tengas esa vocación de servicio a los mayores, que son de alguna manera los grandes olvidados de la sociedad.
Sí, totalmente. Yo me encuentro con muchos voluntarios que dicen que les da muchísima pena ir a residencias y eso es lo que nos está separando, ver la vejez como algo malo. Necesitamos justo lo contrario, acercarnos a ellos y ver esa etapa como algo normal, del ciclo de la vida, sin medio y sin pena. Precisamente porque está estigmatizada, lo que pretendo con 'Cruzando Caminos' es acercar a la juventud a la vejez, porque podemos aprender mucho unos de otros.
¿Cuál es la historia más dura que has oído?
Son muchas y muy dolorosas, pero a mí lo que más me duele es que los ancianos estén solos y que sea una soledad no elegida. El otro día fui a un centro de día donde hay una mujer que cada vez que vamos llora de felicidad, se emociona de que vayamos a verla y hablemos con ella. Está físicamente bien, no tiene deterioro cognitivo, pero está sola. Otra cosa que me dicen mucho los mayores es que no quieren molestar.
También es que ellos vienen de otra sociedad. Antes todo el mundo hablaba con sus vecinos, con la gente de su alrededor... es a lo que están acostumbrados. Ahora, piensan que todo estamos atontados con el móvil. A mí me cambió la vida hablar con personas mayores a diario. Fue mi terapia literalmente. Entonces siento que es muy importante para la gente joven que se abran de verdad, porque se puede crear una relación de amistad muy bonita entre una persona de 25 años y otra de 80.
¿Hasta dónde quieres llegar con 'Cruzando caminos'?
Tener más centros donde dar los talleres, hacerlo no solo en Madrid sino extenderlo a más lugares de España. No tengo plan B, este es mi proyecto de vida. No me haré millonaria, pero sí millonaria en amor.