Isabel Esaín tiene 26 años y fue la primera persona en hacer ingeniería sobre estructuras en el genoma.

Isabel Esaín tiene 26 años y fue la primera persona en hacer ingeniería sobre estructuras en el genoma. Cedida

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Isabel Esaín, la joven bioquímica española premiada por Cambridge que busca la cura contra el cáncer

Ha ganado el premio a la mejor tesis doctoral para la Investigación del Cáncer del Instituto de Cambridge: "Es un sueño. Todavía estoy procesándolo".

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Recuerde o apunte este nombre: Isabel Esaín. Quizá todavía no le suene, pero promete ser una de las científicas españolas más influyentes de las próximas décadas. Es posible también que no haya escuchado hablar de ella porque es una de las cientos de jóvenes que han tenido que buscar trabajo en el campo de la investigación fuera de nuestras fronteras.

Lo ha hecho concretamente en California, mano a mano con la prestigiosa Premio Nobel de Química Jennifer Doudna, en su laboratorio. También ha pasado por Harvard y Cambridge, obteniendo las mejores notas de su promoción. Tanto es así, que ha ganado el premio a la mejor tesis doctoral para la Investigación del Cáncer del Instituto de Cambridge. Sí, la más sobresaliente de entre cientos de doctorados del mundo entero en una de las universidades más prestigiosas y exigentes. Se dice pronto.

"Fui la primera en hacer ingeniería sobre estructuras en el genoma, que era un concepto nuevo en el campo. Descubrí que podía cambiar la estructura del ADN y modificar los genes del cáncer", comenta Isabel Esaín García (26 años) como si fuera algo cotidiano. Realmente para ella lo es: baila con la ciencia en busca de ideas para mejorar la vida de las personas, experimenta al son de los nuevos proyectos creativos y compone sinfonías con los diferentes elementos químicos.

"¡Es que la música es mi otra pasión!", añade sonriente. Y así es: Isabel ha dado clases de conservatorio desde bien pequeña en Zaragoza, su ciudad natal, aunque pronto cayó en la cuenta de que, para mantener un alto nivel en la música y la ciencia, tendría que vivir en el extranjero. Ahora, con su viola da gamba en una mano y la probeta del laboratorio en la otra, está dispuesta a cambiar el mundo de la ingeniería genética.

Música y ciencia

"La música tiene un fundamento matemático. En general, las dos disciplinas son muy creativas y van muy de la mano, porque en ninguna se necesita gran sabiduría, sino más bien capacidad de interpretación", comienza diciendo Isabel sobre una de sus grandes pasiones.

Ella comenzó a tocar la viola da gamba a los siete años, y desde entonces no ha parado. Por supuesto, en ningún momento se planteó no poder compaginarlo con la ciencia. "¡No quería descartar ninguna de las dos!", exclama Isabel. 

"Prefiero tener una visión renacentista y pensar que puedes ser un experto en varios ámbitos. De pequeña creía que Da Vinci y Miguel Ángel fueron muy buenos en diferentes campos y se beneficiaron porque las matemáticas les ayudaban en la parte creativa y viceversa".

Ella está convencida de que ambas disciplinas son "prácticamente como hermanas", ya que en la ciencia también puedes hacer tus propias composiciones. "Puedes crear protocolos para descubrir cosas nuevas. Y, en música, tienes una partitura en blanco y escribes lo que nadie ha compuesto antes", argumenta sobre la complementariedad de ambas. Sin embargo, tras ganar el prestigioso premio de Cambridge por su excelente doctorado, reconoce que está algo más centrada en la ciencia.

El mejor doctorado

"Todo empezó cuando estaba terminando la carrera de Ciencias en Londres", comienza diciendo Isabel, como si se refiriera a una época demasiado lejana en el tiempo. Realmente sucedió cuando tenía 20 años, aunque por aquel momento ya había conseguido la financiación suficiente para realizar sus propios experimentos.

Ella sabía muy bien lo que hacía: dedicarse a la ingeniería genética y conocer más sobre cómo se almacena información en el genoma humano. "Estaba muy interesada en el cáncer porque es una enfermedad muy compleja y que afecta a muchas personas", comenta.

Entonces, en su último año de carrera, decidió echar una solicitud para asistir a "uno de los laboratorios más increíbles y donde había soñado trabajar". Dicho y hecho: su solicitud fue aceptada.

Isabel ha sido premiada por la Universidad de Cambridge.

Isabel ha sido premiada por la Universidad de Cambridge. Cedida

"Sentí que había una conexión muy importante entre las ideas que proponía y lo que el grupo necesitaba. Nunca nadie había conseguido hacer ingeniería genética en la estructura secundaria del genoma, yo lo propuse y les gustó mucho, así que luego me ofrecieron la posibilidad de empezar el doctorado", explica la bioquímica.

¿Cuántas veces falló la hipótesis de tu doctorado antes de confirmarse?

Hubo muchos fracasos en el camino, porque no todo sale a la primera. Te puedes caer mil veces, pero te tienes que levantar mil y una. Hay que jugar con la persistencia y la perseverancia. Y aunque las cosas no funcionen, debes pensar críticamente y empezar de nuevo para hacer que lo hagan.

Después de muchos años conseguí que mi hipótesis inicial se comprobase y que los experimentos funcionasen. Por eso en el último año mis supervisores decidieron nominarme para este premio.

¿Y cuándo lo conseguiste y te enteraste de que habías ganado el premio?

No me lo creía. Estuve procesándolo varios días porque es un cambio muy importante para mí. Verme entre los mejores de Cambridge ya era algo increíble, pues imagínate saber que mis ideas fueron escuchadas, y que todas las noches en vela y mi esfuerzo valieron un reconocimiento tan relevante.

Isabel fue la primera en hacer ingeniería sobre estructuras en el genoma.

Isabel fue la primera en hacer ingeniería sobre estructuras en el genoma. Cedida

Descubriste que podías modificar los genes del cáncer, cambiar la estructura del ADN.

Utilicé una técnica de biología molecular que fue desarrollada por la Premio Nobel con la que trabajo en California. Lo que hice fue crear mi propia versión de una proteína, hice ingeniería sobre ella.

Así encontré una forma de que la pudiéramos utilizar para cambiar las estructuras del ADN. O sea, en vez de cambiar el texto del código genético, modificar las estructuras.

Desgraciadamente, mucha gente se echa a temblar cuando escucha la palabra cáncer. ¿Qué sientes tú?

Pienso en la cura, y creo que va a llegar. Y no será el resultado del trabajo de una persona, sino del esfuerzo colectivo, internacional e interdisciplinar. Somos muchos los que trabajamos en esto, intentamos buscar una solución para que podamos vivir más y mejor.

Pero no creo que sea de la noche a la mañana porque el cáncer son muchos tipos de enfermedades y a nivel genético cada uno tiene perfiles muy distintos. Será más bien gradual, no creo que nos levantemos un día y ya se haya curado.

¿Cómo es trabajar con la Premio Nobel de Química Jennifer Doudna?

Es un sueño en mayúsculas porque siempre ha sido mi máximo referente. ¡Es una mujer que ha cambiado y está cambiando el mundo! Además, lo hace desde la humanidad y la humildad, siempre intentando atraer el talento y apoyando a la gente que puede tener buenas ideas.

Nos conocimos gracias a mi supervisor de doctorado, que fue por todo el mundo presentando mis descubrimientos. Ella asistió a una de las conferencias y le interesó mi trabajo, entonces me invitó a California y me ofreció la plaza para trabajar con ella.

Yo sigo procesándolo, porque realmente estoy en un sitio increíble, aprendiendo de los más grandes. Ella es la mejor mujer científica.

Hablemos de mujer y ciencia. No sé si eres consciente, pero con 26 años que tienes ya has hecho historia rompiendo muchas barreras. Sois muy pocas las mujeres que llegáis tan alto.

El campo está dominado por hombres y, cuando crecí, no tuve muchas referentes. A nivel nacional, siempre me he fijado en Margarita Salas, a quien tuve además el placer de conocer personalmente en una conferencia cuando yo estaba en la ESO.

Me inspiró mucho en el tema de la genética y la biología molecular, y creo que fue ella quien definió lo que quería ser. Soy científica porque me fijé en otra. Es algo increíble y muy creativo.

Me hace muy feliz la sensación de que a lo mejor ahora hay niñas pequeñas que me están viendo a mí y creen esto no es imposible de conseguir para las mujeres. Creo que desde mi pequeña burbuja puedo ser capaz de inspirar a otras generaciones y que así haya más mujeres en la ciencia.

Siempre lo digo: en España nunca hemos tenido una Premio Nobel, pero es solo cuestión de tiempo. Cada vez somos más mujeres en el ámbito científico y esto llegará.

Isabel trabaja con la Premio Nobel de Química.

Isabel trabaja con la Premio Nobel de Química. Cedida

¿Qué le hace falta a España para que vuelvas?

Mi ambición para el futuro es abrir mi propio instituto de investigación y de medicina personalizada en España. Pero necesitamos apostar por la investigación, porque es el futuro de la sociedad, de la medicina, de la tecnología… Tenemos que dar contratos sólidos a los científicos para que no se tengan que ir. Hay mucho talento que se está yendo porque no estamos dando el reconocimiento que la ciencia tiene que tener en España.