La productora Valérie Delpierre y la actriz Susi Sánchez.

La productora Valérie Delpierre y la actriz Susi Sánchez.

Protagonistas

La actriz Susi Sánchez y la productora Valérie Delpierre: "La menopausia te cambia el chip mental"

Magas conversa con la actriz y la productora sobre la cinta que las ha unido, pero también de lo que significa en sus profesiones el sacrificio.

11 marzo, 2024 04:41

Apenas habían transcurrido pocas horas después de ganar el Goya por su rol en la aclamada Cinco lobitos, cuando Susi Sánchez (Xirivella, 1955) partía rumbo a Lima para rodar Reinas. En ella, Valérie Delpierre (Mónaco, 1971) era la encargada dela producción de la parte española. Un año más tarde, Sánchez y la también recientemente premiada en los Goya productora de 20.000 especies de abejas, se volvieron a reunir en el Festival Internacional de Cine de Berlín, que bajó el telón el pasado 25 de febrero.

[Susi Sánchez, ganadora del Goya: "Me gusta que el espectador tenga el 'culo apretado'"]

La actriz y la productora, caras reconocibles de la industria cinematográfica, forman parte de la actual junta directiva de la Academia del Cine española. Además, comparten admiración mutua y una amistad que se ha profundizado con el tiempo.

Por primera vez les une una película que curiosamente no se desarrolla en España, sino en el seno de una familia limeña de clase media alta en plena crisis económica, inestabilidad política e inseguridad a causa del terrorismo ejercido por Sendero luminoso en Perú.

En Reinas, de Klaudia Reynicke, que ganó el Premio del Jurado Internacional a Mejor película de de la sección Generation Kplus de la Berlinale, Sánchez interpreta a una madre y abuela que tiene que despedir a su hija y nietas que están a punto de emigrar a EEUU. Pero a las dificultades cotidianas se les aúna el padre de las chicas que tras estar ausente, de repente pone obstáculos en el camino.

A simple vista Reinas es una historia que no tiene nada que ver con la cultura española, luego descubrimos las conexiones, pero ¿qué representa para vosotras trabajar en aguas extrañas?

Susi Sánchez: Desde el punto de vista interpretativo no ha sido tan complejo porque lo que lo que vivió Perú en los años 90, se vive, se ha vivido y se seguirá viviendo en muchísimos países. Por otra parte, es reflejo de todas las sociedades de cómo en los matrimonios que se separan casi siempre la mujer se hace cargo de los niños, mientras que el hombre recupera 'su libertad perdida', como se suele decir.

Todavía la base del patriarcado existe universalmente y seguirá existiendo así durante muchos años más. Sin embargo, en Reinas la figura masculina está tratada de una forma sensible y con sutileza. Me gustó esta historia porque no pone en la balanza el peso del comportamiento de los hombres, más bien se presentan como pueden ser, tal como a las mujeres.

Valérie Delpierre: De esta historia me gustó que siendo una pareja rota, que no tiene ningún tipo de futuro, además de ser personas complejas y con defectos, al final acaban tomando la decisión que creen es la mejor para sus hijas, son pues capaces de renunciar.
La película precisamente trata de la renuncia que estás dispuesto a hacer por tus hijos, que es lo que hacemos todos los padres del mundo, aunque nos equivoquemos muchas veces.

Susi, no es la primera vez que haces una película en Latinoamérica.

S.S.: En Perú concretamente trabajé en La teta asustada de Claudia Llosa (2009), que también estuvo en la Berlinale y se llevó el Oso de Oro. La verdad es que ya casi somos hermanos los limeños y yo [se ríe]. 

Siendo mujeres que trabajan en una industria tan demandante, ¿cómo es la cuota de renuncia y de sacrificio?

V.D.: Yo no puedo entender mi trabajo sin pasar por una renuncia de mi persona. Es que mi forma de trabajar me representa. Tengo principios de vida, sobre todo el respeto profesional hacia la diversidad, a las realidades de cada cual, a asumir que no lo sabes todo.

Y luego está la intuición que nos sirve mucho en nuestro trabajo, y eso te dicta movimientos que quizás no sabrías explicar, pero sabes qué es lo correcto. La connotación de lo que es justo y lo que es correcto lo veo a través de mis hijos, por ejemplo; sus profesores me comentan que tienen el sentimiento de la justicia y de lo correcto muy metido. Creo que es la única cosa que les he inculcado, y es algo que impregna todas las decisiones.

Si me equivoco no pasa nada, pero obrar en lo que yo considero lo correcto, lo justo, lo empático, no funciona si no está en todas las capas de mi vida. Lo que no puedo sacrificar nunca son mis valores por un fin sea profesional o personal.

S.S.: A mí me pasa lo mismo. Mi vida y mi trabajo vienen a ser lo mismo a estas alturas. Si tuviera que renunciar, no podría ser actriz… Bueno, hay cosas a las que he tenido que renunciar pero por elección, no por por obligación ni por presión.

Uno tiene que elegir, y al hacerlo hay una renuncia pero siempre intentando no perderme yo porque es un mundo muy difícil, muy caótico, donde lo falso y la verdad se confunden y es muy fácil confundirse, perder un poco el norte.

Mientras que el sacrificarse está ligado a las mujeres, la ambición femenina se sigue percibiendo negativamente. Pero hay que tener ambición para sentar pie en esta industria, ¿no?

S.S.: Mi única ambición ha sido disfrutar con mi trabajo y eso lo he ido consiguiendo con los años. Pero sí es cierto que está mal visto que una mujer sienta ambición, como si no tuviera ese derecho, como si fuera un terreno sólo para el género masculino.

Luego está la fuerza en las mujeres. A mí me ha llegado a decir gente que me quiere mucho, 'es que tú eres demasiado fuerte', ¡como si fuera un problema! [se ríe]. Estoy segura de que si fuera un hombre eso sería una virtud, pero siendo una mujer no lo es.
Como que hay que ser más femenina, más delicada, más frágil, más dependiente, más manejable. Entonces ser fuerte y ambiciosa son cualidades que en un hombre se ven como una maravilla, pero en una mujer son un problema.

V.D.: Es un tema interesante. Yo no tengo una ambición propia, pero tengo toda la ambición del mundo para cada película que hago. Obviamente vas cambiando con el tiempo, pero cuando empecé en esta profesión, quería hacer una buena película, sentir satisfacción hacia el resultado, tener la sensación de haber llegado hasta donde podíamos llegar con mi equipo.

Luego está la mirada del otro. En el reconocimiento de los demás es donde básicamente se apoya nuestro trabajo. Entonces mi ambición es percibir en la mirada del otro eso que buscabas a la hora de hacer la película. De manera que todo está relacionado con las películas.

¡Bendita menopausia!

Definitivamente el trabajo de productora es menos visible que el de actriz. Valérie Delpierre, con Inicia Films, está detrás de grandes éxitos cinematográficos como las multipremiadas Verano 1993 (de Carla Simón, 2017), Las niñas y La maternal (Pilar Palomero, 2020 y 2022 respectivamente). Todos estos trabajos de cineastas que han marcado un antes y después en la cinematografía española y que han representado una mayor visibilidad de las mujeres que hacen cine.

"Después del éxito de Estiu 1993 yo no quería que 20 años más tarde me siguieran presentando como la productora de una sola película", cuenta Delpierre recordando el impacto del filme de Carla Simón. Y añade: "Tenía la ambición de asentarme porque había visto productores, sobre todo hombres, que siempre eran identificados con producciones de años atrás como si después no hubieran hecho más nada".

La también productora de la ganadora del Goya 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola, 2023) asegura que nunca ha elegido un proyecto para conseguir algo en específico, pero "una vez que tengo la película, quiero conseguirlo todo para ella".

S.S.: Pero Valérie, ¿te consideras una mujer de carácter ambicioso?

V.D.: Sí, lo soy porque no concibo hacer algo que no tenga relevancia. Ese es mi punto de partida.

S.S.: ¿Porque lo sientes como una aportación al mundo, pero no tanto como una realización tuya?

V.D.: Me realizo en ello también. Pero si la ambición es tener poder sobre los demás, me la suda, eso me da igual, no es mi aspiración. ¿La ambición es tener dinero? Bueno, es que si tengo para vivir y asegurar para que mis hijos vivan bien, no necesito más. De hecho, no quiero crecer como empresa porque estoy a gusto con el equipo y la vida que tengo, no quiero más. Ahora sí: ¡quiero lo que tengo, y lo quiero defender!

También te digo que la menopausia sirve mucho, que lo sepamos [se ríen]. Hay una liberación, te cambia el chip mental de tantas cosas que ahora te importan menos. Después del éxito de Las niñas y todo lo que ha pasado desde entonces, ya me da igual lo que me pase a mí, ya no tengo esa necesidad de demostrar nada. Dejé de sentir la sensación de angustia de ser tomada en serio.

Susi, lo que dice Valerie de ser identificada con una película durante 20 años, en tu profesión se nota mucho más, ¿no?

S.S.: Cierto, de todas formas es difícil. A mí me recuerdan por cosas absurdas, pero simplemente muy populares como Médico de familia de hace 30 o 40 años, cuando en realidad salí sólo en dos capítulos [se ríen]. La televisión es una cosa tremenda porque te ve todo el mundo, pero si haces una película, por más festivales a los que vaya, a veces no la ve tanta gente, y se recuerdan unas películas más que otras porque han sido más impactantes para esa persona o por lo que sea.

Siempre me ha gustado intentar elegir roles en los que pueda caracterizar, no digo transformarme, pero sí entrar en el carácter del personaje. Entonces si yo consigo encontrar por qué esa mujer es así, qué fue lo que la hizo ser así, donde está su herida, si yo busco la parte humana del personaje, siempre va a salir una mujer diferente.

Afortunadamente no me suelen encasillar, aunque muchas veces me dan personajes de mujer dura, difícil, seca y todo eso, pero también me han dado personajes muy vulnerables, sobre todo en teatro.

¿Recordáis la primera vez que supisteis una de la otra?

V.D: La primera vez que vi a Susi fue en La enfermedad del domingo (Ramón Salazar, 2018), allí era como una persona que levitaba, que habitaba la película. Yo no sabía que existía y allí la descubrí. Luego la redescubrí en Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa, 2022), y poco después coincidimos en la Academia, donde nos hemos conocido más de personalmente. Como este trabajo tiene mucho que ver con las personas, a veces te apetece menos o más según quienes son [se ríen], pero con Susi se produjo un cariño inmediato.

S.S.: Tuvimos un buen feeling, una empatía extraordinaria, somos compañeras de la junta directiva en la Academia. El mundo de los productores lo conozco muy poco, pero sí que había visto sus películas y me parecía una mujer arriesgada, muy valiente, porque coger ese tipo de producciones siempre es un peligro: nunca sabes, no vas a tiro hecho, como se dice, sabes que estás corriendo un riesgo permanentemente.

Una mujer que se maneja en ese delicado equilibrio inestable, para mí merece muchísimo respeto y mucha admiración. Y luego pues pasó también que cuando la conocí personalmente, me dije, esta tía es fuerte, lo tiene claro, es honesta. Todo eso también se te veía, se traslucía de ti [Valerie se ruboriza].

¿Te acuerdas que te dije yo quiero contar contigo y que cuentes conmigo para lo que sea? Se lo dije apenas conocernos porque con este tipo de personas me gusta estar y trabajar, ya que te hacen crecer, aprendes con ellas, y puedes compartir mucho.

Al hilo de las recientes denuncias de abuso en la industria cinematográfica, ¿qué se puede hacer para hacerla un lugar mejor, seguro y donde sólo se sienta la presión de hacer un buen papel y una buena película?

S.S.: Es decir ¡como cualquier hombre! Pues mi consejo sería que todos hagan terapia porque el problema lo tienen ellos, no nosotras. Esto no lo voy a decir muy alto para que no se sientan ofendidos. Lo que pasa es que nos hacen trabajar muchísimo para poder acercarnos apenas a lo que ellos tienen, aun teniendo la misma capacidad, incluso, en ocasiones, más.

Estamos dando pelea en el sentido de que queremos reivindicar el respeto hacia nuestras personas, hacia nuestro ser como mujeres y claro, eso levanta ampollas. Además es una cuestión de educación, de cultura. Si ellos se sintieran simplemente seres humanos y no hombres machos alfa por encima del sexo femenino, el mundo funcionaría radicalmente de otra manera.

V.D.: Es un tema complejo. En términos feministas llevo diez años aprendiendo de forma consciente diariamente. De cara a futuros rodajes vamos a tener una persona de referencia para detectar esos comportamientos y para canalizar la comunicación.

Desde hace una década realizamos castings de equipos, es decir, una persona no puede en ningún momento desde la jerarquía, maltratar, despreciar, insultar, abusar a cualquier trabajador. Por el hecho de que le estés pagando o que esté por debajo de tu cargo, no te da ningún derecho moral ni físico sobre esa persona.

La diferencia es detectar antes esos comportamientos que quizás hace unos años tardábamos más en identificarlo. Antes lo que se hacía era crear un espacio de seguridad alrededor de la persona maltratada, pero no puede ser que la víctima sea aislada, porque a quien hay que aislar es al agresor, y si no es consciente de sus acciones, ni es capaz de reconocerlo ni de cambiar, pues se expulsa del set definitivamente, y me da igual quién sea.