Rosa Parks.

Rosa Parks. Getty Images

Magas-Mujeres en la Historia

Un asiento reservado para la igualdad: Rosa Parks, la mujer afroamericana que enfrentó el racismo en Estados Unidos

La joven de Alabama desafió las leyes segregacionistas y avivó la llama del movimiento por los derechos civiles, convirtiéndose en un ícono de resistencia.

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Rosa Louise McCauley nació el 4 de febrero de 1913 en Tuskegee, Alabama (EEUU). Hija de un carpintero y una maestra, creció al cuidado de sus abuelos maternos en un entorno marcado por la segregación racial impuesta mediante las Leyes Jim Crow —heredadas de la época colonial y notablemente presentes en el sur de Estados Unidos—.

Desde pequeña, vivió las duras realidades del racismo institucional, que separaba estrictamente a las personas por grupo étnico y negaba a los afroamericanos derechos fundamentales como el voto, la educación o el acceso a lugares públicos.

Rosa asistía a la iglesia, ayudaba en las tareas del campo y estudiaba en la Escuela Industrial para Niñas de Montgomery. Sin embargo, las dificultades económicas de la Gran Depresión, unidas a la enfermedad de su madre, la obligaron a abandonar el colegio a los 16 años, y a buscar trabajo como empleada doméstica y costurera.

En 1932 se casó con Raymond Parks, barbero y activista comprometido con la defensa de los derechos de los afroamericanos. Con su apoyo, un año más tarde, Rosa logró terminar el bachillerato, una proeza poco común para una mujer negra en aquella época.

Ahora bien, el inicio de su activismo estuvo marcado por su incansable lucha para conseguir el voto propio e intransferible. Tras tres intentos fallidos debido a las trabas legales impuestas a los afroamericanos, consiguió inscribirse en 1945.

No obstante, ya en 1943, motivada por ese mismo deseo, se unió a la Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color (NAACP) donde dirigió la división juvenil y trabajó como Secretaria de la rama en la localidad de Montgomery.

Allí colaboró también con su marido, miembro fundador de dicha agrupación, en la defensa de los chicos de Scottsboro, nueve adolescentes negros condenados injustamente por la justicia blanca.

Un punto de inflexión en su compromiso social fue el caso de Recy Taylor en 1944, una joven negra violada por seis hombres blancos. Parks fue enviada por la NAACP a investigar lo ocurrido, y ayudó a organizar una campaña nacional para conseguir justicia.

Aunque hubo pruebas más que suficientes, e incluso la confesión de uno de los involucrados, los agresores no fueron procesados. Dicha experiencia la motivó a seguir documentando casos de discriminación y violencia racial, lo que la convirtió en Secretaria Estatal de la organización.

Rosa Parks sentada en un autobús de Montgomery, EEUU.

Rosa Parks sentada en un autobús de Montgomery, EEUU. Getty Images

No obstante, la acción por la que Rosa Parks pasaría a la historia ocurrió el 1 de diciembre de 1955 en la capital de Alabama. Y es que, en los autobuses de Montgomery, la distribución de los asientos seguía una lógica estrictamente racial.

Un cartel móvil determinaba qué parte del vehículo quedaba reservada para los pasajeros no blancos, quienes, aunque eran mayoría —más del 75% del pasaje—, estaban sujetos a condiciones cambiantes.

Las primeras filas eran exclusivamente para blancos, y los asientos del fondo para el resto. Solo se les permitía ocupar la sección central si no había pasajeros blancos de pie; si no, debían ceder su lugar, trasladarse al fondo o abandonar el autobús. El conductor, además, tenía autoridad para modificar los límites del espacio asignado a su antojo.

Pero la discriminación comenzaba incluso antes de tomar asiento. Las personas negras debían pagar su pasaje por la puerta delantera y luego bajarse para subir de nuevo por la puerta trasera. A menudo, el conductor arrancaba mientras ellas bordeaban el vehículo, dejándolas atrás pese a haber abonado su billete.

De regreso a casa tras su jornada laboral, Rosa subió al autobús 2857 y tomó asiento en una zona designada para personas negras. Cuando se llenó la parte delantera del autobús, el conductor exigió que ella y otras tres mujeres cedieran su lugar a los pasajeros blancos. Pero Parks se negó.

“Me habían mangoneado toda mi vida y en ese momento sentí que no podía soportarlo más. Hay un límite en el dolor, decepción y opresión que uno puede soportar”, escribiría más tarde. Este sencillo gesto, colmado de coraje, bastó para desafiar el orden impuesto, y avivar, como nunca antes, la llama del Movimiento por los Derechos Civiles.

Foto policial tomada a Rosa Parks el día de su arresto.

Foto policial tomada a Rosa Parks el día de su arresto. Departamento del Sheriff del Condado de Montgomery Gtres

Su arresto y consiguiente condena por infringir las leyes locales provocaron una reacción inmediata. El 5 de diciembre se fundó la Asociación para la Mejora de Montgomery (MIA), encabezada por un joven Martin Luther King Jr.

Comenzó entonces el famoso boicot a los autobuses de Montgomery, una protesta pacífica que duró 381 días e involucró a unas 42.000 personas, en su mayoría afroamericanos. A pesar de las represalias, el movimiento mantuvo su fuerza con una red alternativa de transporte y la convicción compartida de que su condición de ‘ciudadanos de segunda' debía acabar.

Sería prácticamente un año después, en noviembre de 1956, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos declararía inconstitucional la segregación en el transporte público. Y, el 21 de diciembre, las personas negras de Montgomery volvieron a subir a los autobuses con la libertad de sentarse donde quisieran.

Rosa Parks subiendo a un autobús tras la abolición del segregacionismo en el transporte público.

Rosa Parks subiendo a un autobús tras la abolición del segregacionismo en el transporte público. Getty Images

Pese al triunfo, Parks y su marido fueron despedidos de sus trabajos y recibieron amenazas constantes, por lo que en 1957 se trasladaron a Detroit. Allí, la joven de Alabama continuó su labor como activista, trabajando para el congresista John Conyers entre 1965 y 1988.

Al hilo de ello, participó en marchas por la igualdad racial, protestas contra el apartheid sudafricano y apoyó el Movimiento Black Power. En 1987, fundó junto a su esposo el Instituto Rosa y Raymond Parks para el Desarrollo Personal, que promueve la educación sobre los derechos civiles entre los jóvenes.

Bautizada como 'la madre del movimiento por los derechos civiles', Rosa recibió importantes reconocimientos por su lucha. Entre ellos, la Medalla Spingarn de la NAACP (1979), el Premio Martin Luther King Jr., la Medalla Presidencial de la Libertad (1996) y la Medalla de Oro del Congreso (1999).

Tras su fallecimiento, el 24 de octubre de 2005, a los 92 años, fue velada en el Capitolio de Washington, un homenaje excepcional reservado a figuras históricas, con una afluencia de más de 50.000 personas. Se convirtió así en la primera mujer y la segunda persona afroamericana en recibir tal honor.

Su legado se hace presente en monumentos, avenidas que llevan su nombre y en el propio Día de Rosa Parks, conmemorado en varios estados. Pero, por encima de todo, perdura en la memoria viva de los pueblos.

A través de un sencillo acto de desobediencia civil, la joven de Alabama alteró el rumbo de la historia en su país. Y, pese a no ser la primera en desafiar una ley injusta, su gesto la consagró como un símbolo eterno de resistencia pacífica para una comunidad que, gracias a ella, comenzó a levantarse.