A la izquierda, Mildred Harnack durante su época de estudiante en Milwaukee (EEUU). A la derecha, Harnack ya como parte de la resistencia en Berlín.

A la izquierda, Mildred Harnack durante su época de estudiante en Milwaukee (EEUU). A la derecha, Harnack ya como parte de la resistencia en Berlín.

Magas-Mujeres en la Historia

Mildred Harnack, la 'chica' de Milwaukee que Hitler quiso ver muerta: fue su única ejecución directa

La estadounidense luchó contra el nazismo desde el corazón de Berlín y se convirtió en la única civil en recibir una orden directa de ejecución del canciller.

8 julio, 2023 02:20

Una joven de Milwaukee (Wisconsin) deja su Estados Unidos natal para mudarse con su marido al país del que este es oriundo: Alemania. Estamos en 1930; queda poco tiempo para que el presidente germano, el general Paul von Hindenburg, nombre canciller a un Adolf Hitler que ya era conocido por las ideas antisemitas del Mein Kampf.

Esa veinteañera estadounidense era profesora de literatura en una universidad del estado que la había visto crecer y formarse. Nada hacía pensar, por tanto, que al instante de que Hitler se hiciese con el poder alemán y se instaurase el Tercer Reich, ella y su marido se convertirían en el azote del régimen.

El matrimonio creó una organización de la resistencia que publicaba una newsletter antinazi clandestina, filtraba datos a las embajadas estadounidense y soviética de Berlín y daba cobijo a los disidentes y a la población judía de la ciudad. Hitler solo dio una orden de ejecución directa a una mujer, a ella: Mildred Fish-Harnack (Milwaukee, 1902 - Berlín, 1943).

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La estadounidense se convirtió, gracias a su trabajo en la resistencia germana al nazismo, en una persona non grata para el Reich, y en un verdadero dolor de cabeza para el mismísimo canciller. Y precisamente fue eso lo que hizo que Hitler la utilizase para dar una lección al resto de la resistencia.

Sin embargo, como se explica en el documental de 2011 emitido por la televisión pública de Wisconsin, Wisconsin’s Nazi Resistance: The Mildred Fish-Harnack Story, para Mildred siempre estuvo claro lo que tenía que hacer: “En el momento en el que Hitler llegó al poder, dijo que no podía quedarse de brazos cruzados”, asegura la periodista estadounidense Anne Nelson en el documental.

Una década desafiando al peligro

Era enero de 1943. Mildred llevaba casi un año en una cárcel alemana y estaba enferma de tuberculosis. Sin que su familia en Estados Unidos supiese tan siquiera que la habían detenido, un tribunal militar nazi emite una orden de ejecución: la condena, nada más y nada menos que la guillotina. Ni su madre ni sus hermanos tenían conocimiento de que su querida Millie había sido toda una heroína de guerra.

Durante casi una década pasó (casi) desapercibida, moviéndose de un lado a otro, informando a la inteligencia soviética y norteamericana de lo que ocurría en el Reich, levantando de cero una resistencia que sería clave para ganar la Segunda Guerra Mundial.

Su labor fue, sin duda, esencial; hasta el punto de que el propio Hitler, enfurecido, intervino personalmente en el juicio. También fue el canciller, se sabe ahora, el que propuso que solo la guillotina sería un castigo “adecuado” por “sus actos de sabotaje contra el régimen nazi”.

Así, Mildred se convirtió en la única estadounidense decapitada por los nazis, y la única mujer ejecutada por orden directa del canciller.

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Los primeros años en Berlín

Cuando Mildred y su marino Arvid llegaron a la capital alemana, Berlín aún bullía con los últimos vestigios de la explosión artística e intelectual del periodo de entre guerras. La ciudad era una especie de paraíso cultural para el joven matrimonio, que veía ante sí un futuro próspero y brillante.

Durante un tiempo, Mildred enseñó inglés en una escuela nocturna para adultos, acercando a los berlineses su idioma a través de la literatura y la teoría política. La mayoría de sus estudiantes eran obreros, por lo que las ideas progresistas y de izquierdas –que rozaban más el comunismo soviético que el capitalismo estadounidense– eran bien recibidas.

Fue con la llegada de Hitler al poder, y la prohibición del aborto para las mujeres arias, cuando Mildred se quedó embarazada. El matrimonio, que vivía al día con unos sueldos humildes en un momento de profunda crisis económica, reunieron algo de dinero que la madre de Mildred les envió y, como explica Rebecca Donner en una biografía publicada en 2021, viajaron a Londres para poner fin al embarazo. Este fue el primer “acto de sabotaje” de Mildred contra el régimen nazi.

En esas mismas fechas, Mildred y Arvid comenzaron su férrea e incansable lucha contra el nazismo desde la resistencia. Ambos vieron a colaboradores y amigos acabar detenidos, apaleados y en campos de concentración. Todo hasta que, en 1942, intentando escapar, ella fue capturada y enviada a prisión. 

Su ejecución llegó, poco más de un año antes de que los aliados derrotaran, de una vez por todas, al nazismo. Mildred murió sin ser consciente de que su lucha no había sido en vano. 

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