The Grand Dining Room en el Allura de Oceania Cruises.

The Grand Dining Room en el Allura de Oceania Cruises.

Lujos

Vajilla de Versace y la vuelta al mundo como destino: así fue el paso del espectacular Oceania Allura por Barcelona

Con capacidad para 1.200 pasajeros, el Allura se mueve con gracia y dulzura en una liga superior: la de los cruceros de lujo de tamaño medio.

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Barcelona
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El pasado 3 de septiembre, Barcelona era una fiesta. Desde que salieron los primeros rayos de sol al alba, la ciudad parecía sospechar todo lo bueno que le venia, toda la magia que se le acercaba.

El sol apretaba sin piedad, la humedad se pegaba a la piel, las terrazas bullían como en pleno agosto y en la Barceloneta, el mar acogía a quienes buscaban alivio del calor. Ese mismo día, un visitante singular atracó en su puerto: el Allura, el nuevo buque de Oceania Cruises, que llegaba a la capital catalana en su temporada inaugural.

Dejando atrás Valencia y con destino Marsella, Cannes y Montecarlo, la silueta blanca del barco se abrió paso con una elegancia casi solemne. No era una irrupción discreta, pero tampoco la de un coloso turístico de los que suelen generar debates.

El Allura visto de noche.

El Allura visto de noche.

Con capacidad para 1.200 pasajeros, el Allura se mueve con gracia y dulzura en una liga superior: la de los cruceros de lujo de tamaño medio, lo suficientemente grandes como para albergar experiencias singulares, pero lo bastante manejables como para atracar en los puertos pequeños boutique más exclusivos.

Un viaje con sabor mediterráneo

La escala en Barcelona formaba parte del itinerario Ramparts & Rivieras, que había zarpado de Roma el 27 de agosto y recorrido algunos de los puertos más codiciados del Mediterráneo: Salerno, Taormina, La Valetta, Ibiza y Valencia, antes de poner pie en Barcelona. Tras dejar atrás el skyline barcelonés, como se apuntaba, el barco prosiguió su ruta hacia Marsella, Cannes y Montecarlo, en un recorrido que combina glamour, patrimonio y sabor a mar.

Pero el Allura no tenía previsto, ni mucho menos, detenerse ahí. El 6 de septiembre inició una travesía de 24 días hasta Nueva York. Una odisea que llevó a sus pasajeros desde el Mediterráneo hasta la costa Este estadounidense. Semanas después, desembocará una temporada en el Caribe.

La versatilidad de sus rutas refleja bien el tipo de viajero al que se dirige: explorador, pero sin renunciar al confort. El Allura también da la vuelta al mundo: seis meses surcando los mares del planeta Tierra por un precio aproximado de 50.000 euros por pasajero. 

El lujo entendido como espacio y tiempo

barco

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En el competitivo mundo de los cruceros, la compañía ha querido diferenciarse no con cifras mastodónticas, sino con detalles que se perciben en lo cotidiano: camarotes estándar de 27 metros cuadrados, servicio atento —con 800 tripulantes para 1.200 huéspedes— y un diseño moderno, más cercano a un hotel boutique que a la estética de un transatlántico clásico.

Para muchos, el verdadero lujo en alta mar no es el oropel, sino el espacio y el tiempo. Poder desayunar sin agobios frente al mar, elegir entre varios restaurantes de especialidad sin coste adicional, o bajar en escalas menos masificadas. Esa es la apuesta de Oceania Cruises, que defiende una filosofía clara: sus barcos están pensados “por y para foodies.

La cocina como brújula

En la escala barcelonesa, un grupo de agentes de viajes y medios de comunicación, entre ellos Magas, pudo descubrir de primera mano esa apuesta gastronómica. Roberto Cabello, responsable de desarrollo de negocio en el sur y este de Europa, presentó las novedades más destacadas de la naviera y subrayó una de las experiencias más demandadas: acompañar a los chefs a mercados locales en cada puerto para seleccionar productos frescos que luego se cocinan en el Culinary Center, el espacio de enseñanza culinaria que cumple ya 15 años.

No se trata solo de aprender a cocinar, sino de acercarse a la cultura de cada destino a través de su gastronomía. Las excursiones Culinary Discovery Tours llevan a los pasajeros a los mercados y restaurantes locales, donde descubren ingredientes y técnicas que después reproducen a bordo. Un puente entre tierra y mar que conecta la experiencia del viaje con el paladar.

Vajilla de Versace en el restaurante Toscana.

Vajilla de Versace en el restaurante Toscana. Raúl Rodríguez Magas

El Allura goza de restaurantes especializados. Llama la atención la exquisitez y lo bien pensada que está la decoración en cada uno de ellos. Mención aparte merece el llamado Toscana cuya especialidad, como se puede suponer, es la comida italiana "pero nada de pasta o de pizzas", dice Cabello. Comida top servida en una vajilla top, diseñada por Versace. 

Una carta renovada con 270 recetas nuevas

El estreno del Allura ha servido también de escaparate para otra novedad: el lanzamiento de más de 270 recetas nuevas que se han incorporado a los menús de la flota. Alexis Quaretti, Director Culinario Ejecutivo, explicó que parte de estas creaciones nacen de su propia biografía, desde recuerdos familiares hasta la influencia de chefs como Jacques Pépin, patriarca culinario de la compañía.

El chef Alexis Quaretti.

El chef Alexis Quaretti. Oceania Cruises

Los ejemplos hablan por sí solos. En el desayuno, una sección dedicada en exclusiva a los huevos benedictinos, en todas sus variantes posibles, convive con propuestas tan inesperadas como waffles de calabacín con salmón o burritos mexicanos.

Al mediodía, el restaurante principal se transforma en La Brasserie, con guiños a los bistrós franceses: Blanquette de veau à l’ancienne o Coq au vin. Y al caer la noche, las cenas recuperan el tono de alta cocina con platos como Vol-au-vent de mariscos o costilla de ternera a la barbacoa coreana.

Más allá de la descripción gastronómica, lo que se percibe es un intento deliberado de construir una narrativa en torno al viaje: cada escala se refleja en la mesa, cada menú cuenta una historia.

Entre el turismo de masas y la exclusividad

La escala del Allura en Barcelona invita también a reflexionar sobre el papel de la ciudad como uno de los principales puertos de cruceros del Mediterráneo. El debate sobre la saturación turística sigue abierto, con voces que piden limitar la llegada de grandes buques y otras que destacan el impacto económico positivo.

En ese contexto, propuestas como la de Oceania Cruises se sitúan en un terreno intermedio: barcos más pequeños, viajeros con un poder adquisitivo elevado y estancias que apuestan por la inmersión cultural más que por la mera foto de postal.

Un septiembre con sabor a julio

Cuando el Allura zarpó de Barcelona, el sol caía a plomo sobre la ciudad. Los pasajeros, no obstante, se acomodaban en las terrazas de sus camarotes; algunos, copa de vino en mano, otros hojeando el programa de actividades.

También los había degustando un delicioso café mientras devoraban un libro. Afuera, la ciudad, vibrante, candente, seguía su ritmo frenético; adentro, comenzaba un nuevo capítulo de un viaje que combina lujo, gastronomía, sofisticación y descubrimiento.

Para los que lo vieron partir desde el muelle, fue una postal curiosa: un crucero que, más que transportar pasajeros, parece llevarse consigo un pedazo de la cultura mediterránea para reinventarla en alta mar.