Fachada principal del Prince de Galles (A Luxury Collection Hotel) de París.

Fachada principal del Prince de Galles (A Luxury Collection Hotel) de París.

Lujos

El Prince de Galles de París, desde dentro: un siglo de lujo y secretos del hotel que acogió a aristócratas de todo el mundo

El hotel fue erigido en honor a Eduardo de Windsor, el entonces príncipe de Gales y heredero británico que después, como rey, abdicó la Corona por amor.

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Dicen que vivimos de nuestros recuerdos. Que el presente en realidad no existe y que solo tendrá lugar cuando, más adelante, con el tiempo, hayamos dado a esa experiencia pasada su sitio en nuestra mente, en nuestro corazón, en nuestra alma.

París es presente —y desde luego que existe—, pero la ciudad, nostálgica, preciosa, perfecta, te grita constantemente que, como escribió Jorge Manrique en uno de los poemas más bellos de la historia de la literatura española, “cualquier tiempo pasado fue mejor”:

[Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor].

El 'lobby' del Prince de Galles (A Luxury Collection Hotel) de París.

El 'lobby' del Prince de Galles (A Luxury Collection Hotel) de París.

Sucedió también en Midnight in Paris, de Woody Allen, donde el protagonista, Gil, un guionista de Hollywood profundamente bohemio, llega con su prometida y los padres de esta a la capital francesa en busca de inspiración para escribir un libro sobre su época favorita: los años 20.

Cada vez que suenan las 12 campanadas de la medianoche —y perdón por el spoiler—, Gil se teletransporta al París que tanto anhela, y en aquellas madrugadas, entre música, tabaco y alcohol -la Ley Seca no se aplicó en Francia-, conversa con genios como Picasso, Hemingway, Fitzgerald o Dalí.

En la década de los años 20 —“los locos años 20” o “los felices años 20”—, caracterizada por la prosperidad económica, la modernización y el optimismo, París era la capital del mundo: un punto de encuentro para quienes se convertirían después en leyendas artísticas, culturales y literarias del siglo XX.

No podemos olvidar la moda: Chanel, Elsa Schiaparelli, Lanvin, Callot Soeurs, Jean Patou, Madeleine Vionnet, Madame Chéruit, Paul Poiret… Todo ese estallido se concentró en apenas diez años. Y entre tanto, en aquel momento de eclosión y belleza, en el corazón del octavo arrondissement, donde París susurra secretos en voz baja entre avenidas doradas y balcones de hierro forjado, se alzó en 1929 el Prince de Galles (A Luxury Collection Hotel), una joya que ya amenazaba con ser eterna, como la ciudad sobre la que yace.

Una de las habitaciones del Prince de Galles (A Luxury Collection Hotel) en París

Una de las habitaciones del Prince de Galles (A Luxury Collection Hotel) en París

A la impresionante inauguración asistieron todas las personalidades del momento. Entre sus huéspedes más ilustres se encuentran Winston Churchill, Lord Chamberlain, Alejandro de Yugoslavia o la actriz Marlene Dietrich.

Cayetana Fitz-James Stuart, la recordada duquesa de Alba, vivió en el Prince de Galles. Jacobo Fitz-James Stuart, su padre, y Rosario de Silva y Gurtubay, su madre, decidieron exiliarse a París en 1931 tras la proclamación de la Segunda República en España. La familia comenzó una nueva vida allí, cerca de la residencia del rey Alfonso XIII, que también se encontraba en el exilio.

Pero el hotel, hogar de nobles y aristócratas de todo el mundo, verdaderamente, fue erigido en honor a Eduardo de Windsor, el entonces príncipe de Gales, aquel elegante heredero que después, como rey, abdicó la Corona por amor a Wallis Simpson.

Desde el hotel tenían la esperanza de que Eduardo VIII algún día cruzara sus puertas y hallara en sus salones un reflejo de la nobleza que llevaba en la sangre -azul-. Pero el príncipe jamás apareció. Tampoco en los 327 días en los que fue soberano de todos los británicos.

El eco de sus pasos nunca rozó el mármol. Tal vez no supo —o quizá no quiso saber— que en esta hermosa esquina de la Ciudad de la Luz, en la Avenida de George V, se albergaba un palacio que llevaba por nombre su título de heredero, aunque se pronuncie con acento francés: /pʁɛ̃s də gal/ (Prans de Ghal).

El 'living room' de la Makassar Suite.

El 'living room' de la Makassar Suite.

Y, sin embargo, París no esperó. El hotel, divino en su compostura, se convirtió en refugio de todos aquellos que saben mirar el mundo con ojos lentos: artistas, soñadores y viajeros curiosos con alma inquieta. Por sus pasillos se observan hoy algunas de las fotografías más icónicas de la historia de la moda.

En cada habitación, su leyenda conversa con el lujo discreto; en cada detalle, la promesa cumplida de un esplendor que no depende de coronas. (¿Habrá algo más republicano que Francia?).

Diseñado por el renombrado arquitecto André Arfvidson y declarado monumento histórico, el Prince de Galles conserva elementos originales como barandillas de hierro forjado, vitrales coloridos, mosaicos multicolores y apliques en forma de plumas.

Hace algo más de una década, el Prince de Galles fue objeto de una completa renovación que lo mantuvo cerrado dos años. La restauración fue realizada por el estudio de arquitectura Ertim Architectes, en colaboración con dos diseñadores franceses de reconocimiento internacional: Pierre-Yves Rochon y Bruno Borrione. En 2013, abrió de nuevo sus puertas y ventanas al mundo para seguir desparramando elegancia y gracia.

Detalles de la decoración Art Déco del Prince de Galles.

Detalles de la decoración Art Déco del Prince de Galles. Raphael Metivet

Hoy, casi un siglo después, el Prince de Galles es gestionado por Marriott bajo su marca Luxury Collection y sigue siendo un símbolo de sofisticación. Con motivo del centenario del movimiento Art Déco -y de su propia cumpleaños-, celebra su herencia con una experiencia exclusiva: Unlocking Art Déco, un recorrido íntimo y cuidadosamente guiado por los grandes tesoros de esta estética inconfundible que hizo de París una ciudad aún más bella.

La experiencia Unlocking Art Déco invita a descubrir lugares clave del estilo: el Théâtre des Champs-Élysées, primera joya Art Déco de París, donde arquitectura, escultura y pintura convergen en un solo gesto artístico; el Musée des Arts Décoratifs, guardián de las piezas originales de la Exposición Internacional de 1925; y el imponente Palais d’Iéna, con su brutalismo elegante en hormigón desnudo.

El recorrido continúa en el Musée d’Art Moderne, en el ala este del Palais de Tokyo, donde las musas griegas talladas en piedra vigilan desde las alturas, y las obras de Raoul Dufy, Jean Dunand y Jacques-Émile Ruhlmann ofrecen una ventana a una época de esplendor y modernidad.

La ruta culmina en el legendario Printemps, los grandes almacenes que surgieron del fuego en 1921 con una escalera central que parece flotar entre espejos, mármol y cristal. Allí, en el sexto piso, florece la primavera eterna en un vitral Art Déco bañado por la luz.

La Gran Escalera Patrimonial (Grand Escalier Patrimonial) de los grandes almacenes Printemps Haussmann en París.

La Gran Escalera Patrimonial (Grand Escalier Patrimonial) de los grandes almacenes Printemps Haussmann en París.

Para quienes deseen profundizar aún más, se pueden organizar visitas opcionales a lugares como el Palais de la Porte Dorée, obra maestra de Albert Laprade, con sus salones decorados por Eugène Printz y Émile Ruhlmann, hoy convertidos en espacios de memoria y homenaje a la inmigración. También es posible acceder, con cita previa, a la nueva sede de Sotheby’s en París para una experiencia de arte y colección más íntima.

El paquete Unlocking Art Déco incluye:

  • Una noche para dos personas en la Suite Mosaic, con desayuno a la carta.

  • Un recorrido privado de tres horas por los principales hitos del Art Déco parisino.

  • Acceso exclusivo al interior del Théâtre des Champs-Élysées.

  • Visita personalizada al almacén Printemps, con opción de sesión privada de compras.

Para reservas, se puede contactar directamente con el hotel. Porque hay hoteles que no solo alojan viajeros, sino también el alma de una época. Y este, sin duda, es uno de ellos. “Solo hay dos lugares en el mundo donde podemos vivir felices: en casa y en París”, dijo Ernest Hemingway, a lo que se podría añadir un tercero: el Prince de Galles es un hogar en la capital de Francia.