Imagen de archivo de un diamante rosa.
Así es el impresionante diamante rosa de 22 millones de euros que ha sido robado (y recuperado) en Dubái
La joya de 21,25 quilates está clasificada como Fancy Intense al tener un color natural que exhibe una intensidad notablemente vibrante y saturada.
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Dubái es sinónimo de suntuosidad y lujo. El emirato árabe alberga algunos de los edificios más emblemáticos del mundo, como el Burj Khalifa; cuenta con una amplia gama de hoteles de 5 estrellas y resorts; así como centros comerciales que no solo ofrecen tiendas de marcas de primera calidad, sino también atracciones como acuarios o pistas de esquí.
Para los que priorizan su apetito y consideran que toda celebración hay que acompañarla con un buen cóctel, es de mencionar que dispone de una escena culinaria diversa, con restaurantes de alta cocina y clubes exclusivos para disfrutar de la vida nocturna.
Asimismo, para los más aventureros, en el Emirato Árabe se puede practicar todo tipo de deportes acuáticos en sus playas y realizar safaris en el desierto con paseos en camello, sandboarding y cenas bajo las estrellas.
Pero su oferta no termina ahí. La ciudad se ha convertido en destino popular para comprar artículos de lujo, incluyendo joyas de oro, perfumes y textiles de alta calidad. Sin embargo, en este caso, en la cuna de los tesoros no se ha producido una adquisición, sino un robo.
En concreto, un raro diamante rosa, valorado en 25 millones de dólares (unos 22 millones de euros), se convirtió en el protagonista de una intriga digna de thriller hollywoodense a mediados de agosto.
Cúspide del lujo
La joya en cuestión no era cualquier piedra. Se trataba de un diamante rosa clasificado como Fancy Intense —al tener un color natural que exhibe una intensidad notablemente vibrante y saturada—, de 21,25 quilates y certificado por un prestigioso instituto gemológico.
Su pureza lo convierte en una auténtica rareza, con solo un 0,01% de probabilidad de encontrar otro ejemplar igual en el mundo. Fue este grado de exclusividad el que lo convirtió en el blanco perfecto para una banda de criminales decididos a llevárselo fuera de Dubái.
En el universo de los bienes más codiciados se encuentran estas gemas, ya que representan el punto máximo de refinamiento y el lujo ostentoso debido a sus extraordinarias características. Se consideran rarezas inigualables al formar parte de la élite de las piedras preciosas por su escasez extrema.
Tras el cierre, en 2020, de la mina australiana de Argyle —fuente del 90% de los diamantes rosas del mundo— se ha disparado aún más el valor de estos ejemplares, ya que prácticamente no existen nuevos hallazgos en el mercado internacional.
Su tonalidad característica no responde a impurezas químicas, sino a una distorsión única en la estructura atómica causada por presiones geológicas excepcionales, lo que otorga a estas piedras preciosas un color delicado y magnético imposible de reproducir, ni siquiera en laboratorio.
Tal ha sido su alto calado en el glamour que han ocupado el lugar central en anillos de compromiso, collares de diseño y colecciones personalizadas propiedad de la élite global y las casas reales.
De hecho, algunos ejemplares han alcanzado cifras de más de 70 millones de dólares en subastas, como el mítico Pink Star, mientras joyas de menor tamaño fácilmente superan el millón de dólares por quilate.
De guante rosa
Lo ocurrido en Dubái está lejos de ser un caso del Inspector Clouseau y la Pantera Rosa, pero igual de cinemático.
El propietario del diamante, un joyero europeo, fue convencido por los delincuentes —quienes se hicieron pasar por millonarios alquilando coches de lujo y organizando reuniones en hoteles cinco estrellas— para sacar la piedra de su caja fuerte bajo la promesa de una venta suculenta.
El plan, tan sofisticado como arriesgado, culminó en su robo, pero la historia no acaba ahí: los tres sospechosos de nacionalidad asiática intentaron sacar la joya escondida en un pequeño refrigerador rumbo a Asia.
En cuanto el robo fue denunciado por el comerciante, la policía de Dubái activó un grupo de trabajo especializado y, gracias a la última tecnología —incluyendo inteligencia artificial y rastreo de movimientos—, lograron localizar y detener a los responsables en menos de ocho horas antes de que abandonaran el país.