Casa de pueblo.

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Interiorismo

“Las casas de pueblo no están para tirarlas”: la contundente opinión de una interiorista sobre cómo conservar su alma

La experta Yolanda Rodríguez apuesta por una reforma consciente y respetuosa que mantenga la personalidad original de las viviendas rurales.

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Cada vez más personas buscan escapar del bullicio de la ciudad y disfrutar de una vida tranquila en entornos rurales. En este contexto, muchas casas de pueblo, con años de historia a sus espaldas, están siendo adquiridas para reformas y proyectos de segunda residencia. Sin embargo, no todas las intervenciones respetan su esencia.

La interiorista Yolanda Rodríguez lo ha dejado claro, tanto a la revista Cosas de Casa como en su cuenta particular de Instagram (@yolarodriguezinteriorismo). Así, explica que no es necesario derribar por completo estas viviendas para adaptarlas a los tiempos actuales.

Según la experta, una casa de pueblo puede transformarse en un hogar moderno y funcional sin perder su personalidad ni sus elementos arquitectónicos más valiosos.

Rodríguez destaca que lo importante es entender la estructura, los materiales y la historia del inmueble, evitando reformas agresivas que destruyan su autenticidad. Este enfoque se está convirtiendo en una tendencia dentro del mundo del interiorismo rural y sostenible.

La propuesta de la interiorista se basa en rescatar lo mejor de las construcciones tradicionales: paredes de piedra, techos altos con vigas de madera, suelos hidráulicos y otros detalles con carácter.

A partir de estos elementos, se pueden introducir mejoras que aporten confort y eficiencia energética sin alterar la esencia original de la casa.

Para Rodríguez, "no hay que tirarlas enteras, hay que entenderlas y conservar su esencia". Este mensaje va en contra de la costumbre de demoler y construir desde cero, una práctica que muchas veces borra la identidad del lugar y genera un impacto ambiental mayor.

Su método incluye la reutilización de materiales, el aprovechamiento de la luz natural y la integración de nuevas tecnologías de forma armónica. Así se logra un equilibrio perfecto entre pasado y presente, dando como resultado hogares únicos y llenos de alma.

La interiorista también subraya la carga emocional y cultural que tienen muchas casas de pueblo, especialmente aquellas que han pertenecido a generaciones anteriores. Derribarlas por completo implica borrar parte de la memoria familiar y del patrimonio local.

En cambio, una reforma inteligente puede revalorizar el inmueble y adaptarlo a las necesidades actuales sin eliminar sus raíces. Este enfoque no solo conserva la estética tradicional, sino que también contribuye a la sostenibilidad y al turismo rural, cada vez más en auge en España.

Cada vez más estudios de interiorismo están adoptando la visión de Yolanda Rodríguez. Las reformas respetuosas permiten crear hogares modernos y funcionales que mantienen la esencia de lo auténtica. Este tipo de proyectos también resultan más económicos, ya que aprovechan la estructura existente y reducen la necesidad de nuevas construcciones.

La experta insiste en que la clave está en entender y escuchar lo que la casa pide, trabajando con ella y no contra ella. Solo así se consigue un hogar cómodo, actual y lleno de historia.

Un ejemplo de este enfoque es la rehabilitación de una casa centenaria en la sierra de Madrid, donde se conservaron las paredes de piedra originales y se añadieron ventanales de gran formato para ganar luminosidad. Gracias a esta reforma respetuosa, la vivienda mantiene su carácter rural pero ofrece todas las comodidades de un hogar moderno.

Otro caso destacado es de la antigua casa de labranza en Galicia, transformada en una vivienda familiar manteniendo sus vigas de madera y suelos de barro cocido. La interiorista optó por mobiliario contemporáneo combinado con piezas restauradas, logrando un ambiente acogedor y lleno de personalidad sin perder el encanto del pasado.

Rodríguez recuerda que muchas veces la clave no está en gastar más dinero, sino en saber interpretar el espacio existente y aprovechar los elementos estructurales y decorativos de la vivienda. Con una buena planificación, es posible modernizar una casa de pueblo sin caer en reformas invasivas y costosas.