Vista general de Mentón, en Francia.

Vista general de Mentón, en Francia. iStock

Viajes

Qué son los destinos de desvío, alternativas irresistibles para disfrutar de un viaje auténtico, de Andalucía a la Costa Azul

De Zaragoza a la Costa Azul, estos lugares son perfectos para escaparse por unas horas de las bulliciosas grandes capitales.

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Elena Pérez
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Cada verano, Instagram repite las mismas postales como un déjà vu —la Torre Eiffel abarrotada, los canales de Venecia llenos de gente, los templos de Kioto invadidos por flashes—. La presión por visitar según qué destinos, al menos una vez en la vida, ha moldeado las tendencias del turismo de las últimas décadas.

Sin embargo, no hay nada que nos guste menos en esos días en los que solo queremos desconectar que pasar por colas interminables para acabar comiendo un bocadillo a pie de calle, o quedar atrapados en medio de aglomeraciones que —quien esté libre de pecado que tire la primera piedra— nosotros mismos estamos provocando.

En este escenario, cada vez más viajeros buscan más magia y menos postureo. Y así es como nace una tendencia que está marcando las preferencias en las vacaciones de verano de 2025. Se trata de los destinos de desvío, lugares complementarios a la ciudad principal donde la experiencia se siente más auténtica.

Según la definición que ofrece Condé Nast Traveler, son sitios más pequeños y menos conocidos cerca de esos puntos turísticos icónicos como pueden ser Roma o París. La idea es sencilla: en lugar de ir directos del punto A al punto B, optaremos por tomar la carretera secundaria o tomaremos un tren a un pueblo que no aparece en todas las guías.

Son experiencias que combinan lo inesperado con la autenticidad y, sobre todo, con la posibilidad de disfrutar del viaje a otro ritmo: más pausado, más personal, más alineado con ese slow travel del que tantos hoteles presumen hoy en España, porque no hay que olvidar que para encontrar diversidad y experiencias reales no siempre hay que salir de casa.

Los destinos de desvío nos hacen descubrir rincones que, de otra manera, pasarían desapercibidos. Estas excursiones permiten disfrutar de experiencias de manera más natural y genuina, sin el estrés inherente a la planificación de un gran viaje, al tiempo que se saca más partido al gasto económico que ha supuesto el propio traslado.

De hecho, muchas capitales europeas, como Bruselas, son conocidas por ser ciudades colchón de las que luego es habitual moverse a pueblos encantadores como Brujas. Algo parecido pasa en Portugal, o ¿quién no ha aprovechado para ver Sintra al pasar por Lisboa, o para acercarse a Braga durante sus vacaciones en Oporto?

La búsqueda de la esencia local también es clave de esta tendencia. Un cartel que indica unas ruinas antiguas, una quesería con productos locales o un prado verde a kilómetros de los grandes rascacielos se convierten en experiencias que no estaban planificadas, pero que enriquecen el viaje.

Expedia también señala estas preferencias en auge basándose en las reservas de su plataforma: Reims se ha convertido en un desvío frecuente desde París, Fukuoka desde Tokio y Santa Bárbara desde Los Ángeles. En España, San Sebastián recibe a viajeros que pasan antes por Biarritz.

Ya hemos desvelado algunos ejemplos que tal vez tengas tachados en tu lista, pero hay muchos más. ¿Qué destinos merecen realmente la pena en 2025? A continuación, una lista de lugares que pueden complementar cualquier viaje y ofrecer experiencias únicas fuera de la ruta más transitada:

Menton, en la Costa Azul

A poco más de media hora en tren desde Niza, la ciudad ofrece un respiro del glamour y las multitudes de la Costa Azul. Sus calles coloridas con limones por todas partes, jardines perfumados y mercados locales crean un ambiente relajado y mediterráneo. Perfecto para quienes buscan paseos tranquilos junto al mar y restaurantes donde saborear la cocina provenzal sin prisas.

Menton, en Francia.

Menton, en Francia. iStock

Karlovy Vary, cerca de Praga

Famoso por sus balnearios y aguas termales, Karlovy Vary es un escape encantador a menos de dos horas de Praga. Sus edificios de estilo imperial y sus paseos junto al río invitan a recorrer la ciudad sin el ajetreo de la capital checa. Una parada ideal para relajarse entre tratamientos wellness y cafés históricos. Si te gusta el cine, el Grandhotel Pupp es una parada obligatoria.

Karlovy Vary, en República Checa.

Karlovy Vary, en República Checa.

Giethoorn, para Ámsterdam

Conocido como la Venecia holandesa, este pueblito, con sus canales tranquilos, puentes de madera y casas tradicionales, parece sacado de un cuento. Alejado del bullicio de la capital de los Países Bajos, permite recorrer su extensión en barca, bicicleta o a pie, ofreciendo una experiencia bucólica y casi de otro tiempo.

Giethoorn, en Países Bajos.

Giethoorn, en Países Bajos. iStock

Wicklow, si viajas a Dublín

Situado al sur de Dublín, el condado de Wicklow es una belleza costera que pertenece al 'triángulo vikingo' irlandés, denominado así por la importante influencia de los invasores nórdicos presentes aquí, en Waterford y Wexford. Es la escapada perfecta para respirar aire puro y perderse entre verdes colinas que te transportan a una Irlanda más auténtica y silenciosa.

Wicklow, en Irlanda.

Wicklow, en Irlanda. iStock

Tepoztlán, cerca de Ciudad de México

Este pueblo mágico es un refugio bohemio a menos de una hora de la capital mexicana. Con sus calles empedradas, mercados artesanales y el cerro del Tepozteco al fondo, combina espiritualidad, gastronomía local y artesanía. Un lugar donde el ritmo se ralentiza y el barullo de Ciudad de México queda atrás.

Tepoztlán, en México.

Tepoztlán, en México. iStock

Nikko, de paso por Tokio

A unas dos horas de Tokio, Nikko sorprende con su exuberante vegetación y templos declarados Patrimonio de la Humanidad. El santuario Toshogu, los bosques y las cataratas cercanas ofrecen un contraste perfecto con la vibrante metrópolis japonesa, ideal para una escapada cultural y natural en un solo día.

Nikko, en Japón.

Nikko, en Japón. iStock

Monasterio de Piedra, en Zaragoza

A menos de dos horas de Zaragoza, este monumento cisterciense hoy convertido en establecimiento turístico, se encuentra rodeado de jardines y cascadas espectaculares. Pasear entre sus senderos, grutas y lagos permite disfrutar de la historia y la naturaleza de manera pausada, lejos del ritmo urbano, y ofrece rincones fotogénicos para todos los gustos.

Monasterio de Piedra de Nuévalos, en España.

Monasterio de Piedra de Nuévalos, en España. iStock

Pampaneira, si visitas Granada

Situado en la Alpujarra granadina, este pueblo blanco enclavado en la montaña es famoso por sus calles estrechas y talleres artesanales. A menos de una hora de Granada, es el lugar ideal para perderse entre talleres de jarapas hechas a mano y paisajes naturales, respirando la esencia auténtica de Andalucía.

Pampaneira, en España.

Pampaneira, en España. iStock

Con estas propuestas a señalar en el mapa (aunque hay muchas más), los destinos de desvío se consolidan como la alternativa idónea para quienes quieren aprovechar el viaje al cien por cien. No compiten con las grandes ciudades, las complementan, ofreciendo una experiencia que gana adeptos y que, según las previsiones del sector, seguirá creciendo más allá de este año.