Imagen de archivo de la capital alemana.

Imagen de archivo de la capital alemana. iStock

Viajes

Berlín más allá del Muro y su famoso Berghain: los lugares imprescindibles que visitar en la capital más cosmopolita

Conocida por su carácter enérgico, es hogar de artistas, cuna del grafiti y un destino que se disfruta mejor adentrándose en el corazón de su ocio nocturno.

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Elena Pérez
Publicada

Es una de las ciudades europeas más retratadas en el cine, no sólo por su historia sino también por el aura de extravagancia que invade al visitante al cruzar sus calles. Berlín, escenario de películas emblemáticas como Good Bye Lenin (Wolfgang Becker, 2003) o La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2007), tiene mucho que ofrecer.

A medio camino entre memoria y modernidad, la capital alemana se mueve al ritmo del arte, la arquitectura y la cultura más vibrante. Pero esta no se entiende sin su pasado. La Puerta de Brandeburgo, símbolo de la reunificación alemana, es el inicio ideal para este recorrido en el que primero hay que visitar los enclaves imprescindibles.

A su alrededor, el Reichstag, sede del Parlamento, invita a subir a la cúpula de cristal desde la que se obtiene una de las vistas más completas de la ciudad. Muy cerca se extiende el Memorial del Holocausto, un sobrecogedor laberinto de bloques de hormigón que recuerda a los millones de judíos asesinados durante la Segunda Guerra Mundial.

Otro lugar clave para comprender la historia reciente es el Muro de Berlín. Hoy quedan pocos fragmentos en pie, pero el más famoso —el East Side Gallery— se ha transformado en un enclave donde artistas de todo el mundo plasman su visión sobre la libertad y la reconciliación. Entre los murales más fotografiados está el beso entre Brezhnev y Honecker.

Para quienes busquen adentrarse en la Guerra Fría, el paso Checkpoint Charlie conserva parte del espíritu de la frontera más famosa del siglo XX, con fotografías de los soldados que vigilaban el paso entre el Este y el Oeste. Aunque hoy es un enclave turístico, sigue siendo una parada obligatoria para entender la división que marcó a una generación.

El Berlín artístico

En el centro, el Museumsinsel o 'isla de los museos' concentra algunos de los tesoros artísticos más importantes de Europa. El Museo de Pérgamo —actualmente en renovación parcial— es una joya que alberga reconstrucciones monumentales como el Altar de Pérgamo o la Puerta de Ishtar de Babilonia.

Panorámica de la isla de los museos de Berlín.

Panorámica de la isla de los museos de Berlín. iStock

El Neues Museum, por su parte, guarda la icónica escultura de Nefertiti, mientras que el Alte Nationalgalerie y el Bode Museum completan un recorrido fascinante por siglos de arte y arqueología. A pocos pasos, la catedral de Berlín (Berliner Dom) impone con su cúpula verde y su interior neobarroco.

La ciudad es conocida por su arte urbano, pero no siempre (y vale la pena) da tiempo a aventurarse a descubrir los talleres y espacios alternativos donde nacen las nuevas corrientes creativas. En el complejo de Uferhallen, antiguas cocheras del tranvía en Wedding, se concentran estudios de pintores, escultores y performers.

Otro enclave poco conocido es Kindl Zentrum für Zeitgenössische Kunst, una antigua fábrica de cerveza en Neukölln reconvertida en centro de arte contemporáneo. Su arquitectura industrial, con tanques de cobre y techos altísimos, sirve de escenario a múltiples instalaciones monumentales y exposiciones experimentales.

Barrios con personalidad

Quizá lo más fascinante de Berlín es que nunca parece terminada. La ciudad está en constante transformación, reinventando sus espacios y sus formas de habitar. Cada rincón cuenta una historia distinta. Es una urbe que invita a mirar despacio, a perderse y a dejarse sorprender.

La galería Haus Schwarzenberg se encuentra en un conocido callejón del distrito de Mitte ideal para hacer fotos que reflejan el Berlín más genuino.

La galería Haus Schwarzenberg se encuentra en un conocido callejón del distrito de Mitte ideal para hacer fotos que reflejan el Berlín más genuino. iStock

Tras la caída del Muro, se reinventó a base de arquitectura audaz. La Potsdamer Platz es hoy un centro de negocios y ocio con edificios firmados por nombres como Renzo Piano o Helmut Jahn. Su mezcla de cristal y acero resume la nueva identidad de una ciudad que mira al futuro sin olvidar el pasado.

No muy lejos, una parada obligatoria para los amantes de la música clásica: la Filarmónica de Berlín. Diseñada por Hans Scharoun, es un emblema del modernismo y uno de los auditorios más prestigiosos del mundo, además de sede de la orquesta a la que da nombre. Esta ha sido dirigida por maestros legendarios como Herbert von Karajan y Simon Rattle.

Cada barrio tiene su propio carácter. Prenzlauer Berg, con sus calles arboladas y acogedores cafés, resulta ideal para perderse entre boutiques locales y panaderías artesanales. Friedrichshain, más juvenil y rebelde, mantiene el espíritu underground con sus bares ocultos, grafitis y clubes míticos como Berghain, del que canta Rosalía en su último disco.

¿Buscas el Berliner Fersehturm, el 'pirulí' tal vez más famoso de Europa? Lo encontrarás en Alexanderplatz, una de las plazas más conocidas de la ciudad. Es un punto céntrico conectado con trenes regionales, tranvías, autobuses y metro. Muchos de los principales lugares de interés se encuentran a poca distancia a pie desde aquí.

Vista del reloj mundial y la torre de televisión en Alexanderplatz.

Vista del reloj mundial y la torre de televisión en Alexanderplatz. iStock

En el otro extremo, Charlottenburg conserva el aire elegante de la vieja Berlín, con su palacio barroco, alrededor del cual hay diferentes museos para apasionados de la cultura. Un spot para dejar de mirar el reloj por un rato y pasear por sus avenidas comerciales disfrutando de las vistas que ofrecen sus edificaciones originarias de la "época de los fundadores".

Al margen de los monumentos que componen su postal más reconocible, la ciudad guarda una constelación de rincones poco transitados que siguen desvelando su historia. Uno es el Teufelsberg —la “montaña del diablo”—, una colina artificial construida sobre escombros de la Segunda Guerra Mundial. En su cima se alzan las cúpulas de una antigua estación de escucha, hoy convertida en un mirador urbano y galería de arte callejero.

Desde allí, el bosque de Grunewald se extiende desvelando el Berlín más salvaje y verde. Igualmente interesante es la Topografía del Terror, un museo al aire libre levantado sobre los restos del cuartel general de la Gestapo y las SS. Los textos y fotografías que se encuentran en él detallan la sórdida historia del aparato de seguridad de Adolf Hitler entre 1933 y 1945.

Ocio nocturno y festividades

La vida nocturna berlinesa es casi una institución. Desde los antiguos cabarets hasta los clubes de música electrónica que hoy marcan tendencia mundial, la ciudad siempre ha sido un refugio para la creatividad y la libertad. Además de sus discotecas legendarias, la oferta de bares de cócteles, cines alternativos y teatros experimentales parece no tener fin.

Fachada de la discoteca Berghain.

Fachada de la discoteca Berghain. Wikipedia

Berghain, además de poner título al último single de Rosalía, es conocido por ser un templo del techno. Se erige sobre lo que antaño fue una central eléctrica y lo que se esconde tras sus puertas —por las que muy pocas de las personas que hacen cola cada día logran entrar— es imposible de demostrar gráficamente, pues las fotos no están permitidas.

Hay otros muchos espacios que permiten vivir el verdadero ocio nocturno. Algunos de los más populares son Watergate, The House of Weekend, Klunkerkranich y KitKat Club. Por cierto, si te preguntas cuál es el mejor día para ir de fiesta en la ciudad, la respuesta es sencilla: cualquiera. Berlín no duerme, por lo que salir un sábado a las tres de la madrugada es tan normal como hacerlo un martes al mediodía.

En invierno, los Weihnachtsmärkte (mercados navideños) permiten probar el tradicional vino caliente mientras se recorren los puestos de artesanía iluminados. Este año, la temporada oficial comienza el 23 de noviembre, con el aroma a gofres y almendras tostadas, los carruseles y las pistas de patinaje sobre hielo que darán la bienvenida a las festividades decembrinas de la capital.