Rosana en una captura de un vídeo de sus redes sociales.
Rosana, española que se mudó a Suiza con 60 años: "Trabajo 3 días a la semana y con eso vivo tranquilamente"
En Suiza, incluso los empleos no cualificados ofrecen remuneraciones elevadas y en 2024, el sueldo medio rondaba los 7.489 euros al mes.
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Suiza es uno de los países con la mejor calidad de vida del mundo. A pesar de su elevado coste de vida, el país helvético cuenta con una excelente atención sanitaria, una alta esperanza de vida y, sobre todo, una de las economías más estables del mundo, que se ve reflejada en los salarios más elevados de toda Europa.
Son todos estos factores —y en especial el último— los que han impulsado a miles de personas a trasladarse al país alpino. Según datos de 2025, unos 139.255 españoles residen ya en Suiza, un colectivo que no solo incluye a jóvenes en busca de nuevas oportunidades, sino también a adultos de mayor edad, incluso próximos a la jubilación.
Una de las personas que pertenece a este último grupo es Rosana, una española que, a los 60 años, decidió mudarse a Suiza para trabajar como niñera. Lejos de ser un salto al vacío, la decisión formaba parte de un camino que llevaba décadas construyendo: como ella misma cuenta en su canal de YouTube, ha dedicado gran parte de su vida a ejercer este oficio en distintos países europeos.
La experiencia de Rosana en Suiza
La trayectoria de Rosana comenzó mucho antes de pensar siquiera en trasladarse a Suiza: vivió temporadas en Irlanda, Inglaterra y Alemania, además de trabajar en España. Esos años la dotaron de una enorme soltura en el trato con niños de todas las edades y, sobre todo, de una capacidad de adaptación que hoy considera una de sus mayores cualidades.
Tal y como cuenta, en cada país aprendió algo distinto. Desde costumbres familiares, pedagogía, formas de comunicación y un entendimiento profundo de que el trabajo de cuidado implica empatía y sensibilidad cultural. Aquella experiencia internacional es la que, asegura, le permitió dar el salto a Suiza sin miedo y con la seguridad de que podría desenvolverse.
Su primer contacto con el país helvético duró dos años y fue, en muchos sentidos, un periodo de aprendizaje. Rosana llegó para cuidar a una niña de siete meses y comenzó viviendo con la familia, algo que no le resultaba extraño debido a sus empleos anteriores.
Sin embargo, uno de los aspectos que más la sorprendió fue el salario. En Suiza, incluso los empleos no cualificados ofrecen remuneraciones elevadas y en 2024, el sueldo medio rondaba los 7.024 francos suizos (unos 7.489 euros) al mes.
Rosana no revela su cifra exacta, pero sus circunstancias hablan por sí solas: apenas cinco meses después de llegar, pudo independizarse y alquilar su propio apartamento, cubriendo todos los gastos con su salario y, además, logrando ahorrar cada mes.
Según cuenta, su jornada era de 36 horas semanales y, aunque disfrutaba de la rutina, el contrato incluía tareas domésticas que ella aceptó. No consideraba que limpiar fuese parte del trabajo de una niñera, pero entendió que debía adaptarse.
La experiencia de Rosana trabajando como niñera en Suiza.
Aun así, cuando la familia le avisó de que la niña comenzaría el colegio y de que necesitarían reducirle las horas, tomó la decisión de no buscar un segundo empleo para completar la jornada y regresar a España.
Sin embargo, aquel regreso fue breve. La falta de oportunidades laborales en España la llevó de vuelta a Suiza pocos meses después y retomó el oficio; sin embargo, su segunda experiencia tampoco fue la definitiva.
Esta vez trabajaba para una familia con una niña pequeña y una madre embarazada. El horario era exigente: doce horas al día, de ocho de la mañana a ocho de la tarde, pero el rol era exactamente lo que Rosana deseaba.
No hacía ninguna tarea doméstica; podía centrarse únicamente en los niños. Pasaba los días entre parques, visitas al zoológico y clases de música, disfrutando de un trabajo que sentía plenamente suyo. A pesar de ello, Rosana decidió marcharse por la actitud complicada de la madre.
Apenas comunicó su salida de la familia anterior, encontró una nueva oportunidad con una pareja de habla inglesa y sus tres hijos. Un oficio que, para Rosana, se convirtió rápidamente en el definitivo.
Su jornada actual se reparte en tres días y medio de trabajo semanal, un ritmo que le permite vivir con comodidad y tener tiempo para sí misma. Su labor combina la atención al más pequeño con pequeñas tareas logísticas relacionadas con ellos: doblar ropa, organizar habitaciones, preparar cenas… además de leer cuentos, jugar y pasear por el parque.
Más allá de los pocos días de trabajo, el entorno en el que vive también ha contribuido a su bienestar. Su casa se encuentra en un pequeño pueblo junto a un lago que "tiene algo de mágico". Los días empiezan tranquilos y terminan igual, una calma que no había conocido en otros países.
Rosana afirma que en Suiza ha encontrado una sensación de seguridad que valora enormemente. El país helvético le paga todos los derechos laborales desde el primer día, incluyendo contrato y seguro médico obligatorio. Además, tiene unas condiciones laborales respetadas y un salario que le permite vivir cómodamente.