María, dueña de un bar, en el reportaje de La Sexta.

María, dueña de un bar, en el reportaje de La Sexta.

Estilo de vida

María, dueña de un bar: "El menú del día me cuesta 8,50 euros y lo vendo a 12, ese es el único beneficio que me queda"

La española cuenta en una entrevista cómo los impuestos están complicando tanto contratar empleados como obtener beneficios.

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España ostenta el título de ser el país con más bares y restaurantes por persona del mundo. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), existe un bar por cada 175 habitantes, sumando en total 277.539 establecimientos y formando, en total, lo que se conoce como la cultura de los bares: el lugar en el que los españoles disfrutan, comparten y socializan.

A pesar de la increíble popularidad de estos establecimientos, la realidad es que los bares de España están enfrentando una crisis debido a múltiples factores: la caída del consumo, la falta de relevo generacional, el cambio de modelo de negocio —enfocado más en la comida rápida y franquicias— y, sobre todo, a la subida de los impuestos.

Uno de los bares que se enfrenta a estos factores a diario es el de María y José, donde sirven de media 40 menús del día cada jornada, pero apenas obtienen beneficios. De hecho, a su juicio, es algo que va a desaparecer en unos años, debido a la poca rentabilidad que tiene, explica en un reportaje de La Sexta.

La rentabilidad de los menús del día en España

El menú del día continúa siendo una de las fórmulas más arraigadas y exitosas de la hostelería. Solo en España, cada jornada se sirven cerca de cuatro millones de estos menús que incluyen bebida, primer plato, segundo y postre o café.

Las cifras hablan por sí solas: no es solo una opción económica, sino una auténtica costumbre nacional, un ritual cotidiano del que pocos bares pueden permitirse prescindir. O por lo menos, en los últimos tiempos.

La rentabilidad del menú del día ha cambiado considerablemente de unos años a otros. Ese modelo que durante décadas ha sostenido a miles de bares y restaurantes se encuentra hoy en una situación crítica, según los hosteleros.

La presión de los costes, la inestabilidad del consumo y la competencia de las franquicias han transformado este clásico en un ejercicio de resistencia para pequeños negocios como el de María y José.

Su bar es un reflejo de una realidad que afecta a toda España: una clientela fiel que le permite servir de media 40 menús del día cada jornada, pero unos gastos que crecen cada mes sin dar tregua.

En su cocina, María prepara cada día los menús del día. Lo hace sola, entre fogones, ollas y el trajín de un servicio en el que no se pueden permitir una persona más. "Es complicado mantener un empleado. Entre impuestos y sueldos, te machaca", explica al medio citado.

Imagen de ilustración de un menú en la calle.

Imagen de ilustración de un menú en la calle.

El desajuste entre los precios que marca el mercado y los que el cliente está dispuesto a pagar es evidente. María calcula que la materia prima mensual asciende ya a unos 2.500 euros, a lo que se suma "600 euros de luz, 90-95 de agua y unos 200 euros de gas", apunta María.

Pese a que su bar tiene la suerte de tener éxito, la realidad es que la hostelera "está segurísima" de que el menú del día va a desaparecer, especialmente, porque los precios no paran de subir.

"A mí el menú me cuesta entre 8 y 8,50 euros, y luego hasta 12 euros, que es a lo que lo vendo, es el beneficio que me queda", subraya.

Ese margen, que nunca llega a ser holgado, se traduce a final de mes en 1.500 euros de beneficio para ella y otros 1.500 para José. Ese es el sueldo de dos personas que mantienen un establecimiento cada día del año.

El caso de María y José es solo uno entre los miles de pequeños negocios familiares que conforman el tejido gastronómico del país. Son locales que sobreviven con pocos beneficios y gracias a una clientela fiel, mientras otros muchos se ven ahogados por los impuestos.

Precisamente esta situación es la que terminará por hacer desaparecer también el menú del día del que habla María. El aumento de la inflación —y otros muchos— ha provocado su encarecimiento y una disminución en la demanda en algunas áreas.