Una dermatóloga utiliza láser para mejorar manchas.

Una dermatóloga utiliza láser para mejorar manchas. istock

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Los expertos en el cuidado de la piel nos desvelan el mejor láser para eliminar las manchas del rostro

El láser se ha convertido en el tratamiento puntero para el cuidado de la piel en general, y para el tratamiento de manchas, en particular. Los dermatólogos nos aconsejan el adecuado para cada caso.

30 enero, 2023 13:21

Cuando hablamos de láser nos viene a la cabeza tratamientos como depilación o remodelado del contorno corporal. Sin embargo, la aplicación de diferentes tipos de luz es muy eficaz en áreas como la Dermatología.

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Hoy existen tratamientos muy punteros para tratar los problemas de piel.

Los especialistas suelen utilizar un determinado láser en particular o la combinación entre ellos, así como el apoyo de otras terapias, dependiendo de los problemas de la piel que se presenten.

Las nuevas tecnologías láser permiten realizar un abordaje preciso para la mayoría de los problemas y lesiones, con unos resultados estéticos muy buenos lo que ha supuesto toda una revolución.

El láser se utiliza para tratar muchos problemas como cicatrices de diversos tipos y origen, eliminación de tatuajes, para el tratamiento de melasma y rosácea, etc.

Clases de manchas

Los dermatólogos clasifican en cuatro tipos, las manchas que aparecen en el rostro:

  • Léntigos o manchas solares: Manchas planas cuya aparición está muy relacionada con la exposición solar.

  • Nevus melanocíticos o lunares: Manchas planas o con elevación pero mejor delimitadas que los léntigos. Pueden ser de nacimiento o aparecer a lo largo de la vida. Si tienen aspecto asimétrico, coloración heterogénea o aumentan de tamaño, es preciso acudir a un dermatólogo para su valoración.

  • Queratosis seborreicas: Más abultadas y de aspecto graso, de color variable, que suelen aparecer con la edad como parte del proceso de envejecimiento.

  • Melasma: Manchas planas y más extensas que aparecen generalmente en la cara (frente, mejillas, zona del bigote...). Es más frecuente en mujeres y se ha relacionado con la exposición solar, el embarazo o la toma de anticonceptivos.

Es fundamental el paso por un dermatólogo que diagnostique la mancha antes de realizar cualquier tratamiento, sobre todo, si la idea es realizar láser.

Tipos de láser

Existen muchos tipos de láser para tratar las manchas. La diferencia entre unos y otros radica en su estructura diana o la dirección del pulso del disparo.

Luz pulsada: Es muy utilizada para tratar manchas pigmentadas benignas como los léntigos, o la rosácea o fotoenvejecimiento.

Q Switched nano o también conocido como picosegundos. Es un láser de pulso más rápido y es muy útil para tratar el rejuvenecimiento de la piel, las manchas benignas de todo tipo y los tatuajes.

Láser colorante pulsado: Este tipo de láser es muy adecuado para tratar patología vascular.

Láser Co2: Ideal para eliminar lunares verrucosos benignos o queratosis seborreicas.

Mejor en invierno

La meteorología es un factor importante a tener en cuenta en lo que a cuidado de la piel se refiere. Durante el invierno, la piel experimenta más sequedad, debido a la bajada de las temperaturas, y además está menos expuesta a los rayos de sol. Y precisamente por esto, esta es la estación ideal para realizar determinados tratamientos, entre ellos, los realizados con tecnología láser.

La recuperación tras el láser es inmediata pudiendo hacer vida normal prácticamente desde el primer día, pero hay un requisito a tener en cuenta siempre, que es no someterse a un sólo rayo de sol.

El cuidado posterior

Para mantener un adecuado cuidado de la piel tras someterse a un láser es preciso utilizar durante todo el año protección solar. El objetivo es que no vuelvan a aparecer. Sin embargo, es posible que, con el tiempo, puedan aparecer otras nuevas.

Para prevenir la aparición de nuevas manchas es imprescindible el uso de bloqueadores solares, ya que los rayos ultravioleta son la principal causa, así como mantener la piel protegida de agresiones externas como el viento, el frío, o la deshidratación.