Muchas mujeres mayores de 60 años sufren en silencio la violencia machista.

Muchas mujeres mayores de 60 años sufren en silencio la violencia machista.

Actualidad

La violencia machista en la vejez: un maltrato marcado por el silencio y la vergüenza

A la discrimanción de la mujer se le une la edad, un factor que deriva en la marginación que dificulta la visibilidad del maltrato hacia ellas.  

28 octubre, 2021 01:49

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El silencio, la estigmatización y la vergüenza son algunas de las razones por las que muchas mujeres mayores de 65 años deciden no denunciar la violencia machista que padecen. El miedo, es otro de los factores fundamentales, y en la vejez este temor se incrementa por la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran las mujeres mayores.

La violencia machista sobre las mujeres mayores es un problema que todavía no se ha visibilizado ni atacado con la importancia que merece. La violencia que se ejerce sobre ellas es invisible, por la doble discriminación: por género y edad. En el primer trimestre de 2021 se detectó un preocupante aumento de llamadas de emergencia entre mujeres mayores de 65 años al Servicio de Atención de Víctimas de Violencia. Una violencia que no solo la ejercen los maridos o parejas sentimentales, sino también los propios hijos de la víctima. 

En su libro Yo, vieja (Capitán Swing), la psicóloga y escritora feminista Anna Freixas ya exponía varias situaciones cotidianas que hemos establecido como normales pero que "constituyen el grueso de la discriminación y el rechazo social hacia las personas mayores, únicamente por el hecho de serlo". Según explicaba "envejecer implica una pérdida de poder, de visibilidad y de capital social"

Más miedo, menos denuncias

Las mujeres mayores víctimas de violencia recurren en menor medida a servicios de ayuda, ya sea médica, psicológica, social o legal, según recogía la última encuesta realizada por la Delegación del Gobierno para la violencia de género en colaboración con el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Solo un 33,8 % lo ha hecho, frente al 46,8 % de las víctimas de menos de 65 años. 

Se trata por lo tanto de un fenómeno menos denunciado y menos atendido. En ello juega un papel esencial las ideas arraigadas de un pasado patriarcal, religioso y en el que el maltrato a la mujer se justificaba en muchas de las familias. Aunque el feminismo esté llegando a todas las capas sociales, y muchas mujeres mayores hayan des-aprendido para aprender que sí tienen derechos y merecen una igualdad, son muchos los casos en los que mujeres siguen viviendo una situación injusta que perpetúa el machismo aprendido.

Así, aceptan formas de maltrato por esa preocupante naturalización de la violencia en las relaciones. Este es el caso de las mujeres educadas durante la dictadura franquista, cuando las creencias religiosas les enseñaban que el papel de la mujer se limitaba al ser madre y esposa. La frase de "los trapos sucios se lavan en casa" sigue muy presente en el día a día de muchas mujeres españolas. 

Más casos

La visibilidad de esta violencia, con campañas de Igualdad o con programas mediáticos como el protagonizado por Rocío Carrasco, también ha ayudado a que se escuchen casos en los que estas mujeres pueden sentirse identificadas y descubrir que están siendo víctimas de violencia machista. 

Los factores de riesgo para el maltrato en las personas mayores son la dependencia física, presencia de demencia, incontinencia, aislamiento o convivencia con el agresor, y para la persona que cuida el agotamiento, la falta de apoyo social o institucional, falta de condiciones de la vivienda o dependencia económica. Esta situación de vulnerabilidad incrementa las dificultades para denunciar. Por lo tanto, se necesitan recursos específicos para ayudar a las mujeres mayores de 65 años.

Aquí, el trabajo social y la implicación de los familiares son cruciales para identificar si existe una situación de maltrato. Se necesitan herramientas para ayudar a las víctimas y que estas se sientan arropadas, seguras y con una estabilidad que les permita vivir sus últimos días lejos de violencia machista. El problema está claro: según aumenta la edad de la víctima, disminuye el número de denuncias. Un maltrato continuado en el tiempo y marcado por el silencio, el miedo y la vergüenza aprendida en un histórico país históricamente patriarcal.