Peces en una vieja cabina telefónica.

Peces en una vieja cabina telefónica.

Con la colaboración de:

Mascotario

El increíble uso que un colectivo le ha dado a las cabinas telefónicas: acuarios para reflexionar sobre el tiempo

En Osaka, el colectivo artístico local comenzó este proyecto en 2012 para transformar la vida de algunos peces y la memoria de un país.

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Angelica Rimini
Publicada

Kingyobu en japonés significa "club del pez dorado", una palabra que ahora se ha convertido en obra de arte animalista. En Osaka, los antiguos teléfonos públicos de los años 90 se han transformado en acuarios iluminados y llenos de coloridos peces vivos.

Este proyecto artístico comenzó en 2012, impulsado por un colectivo local que busca mezclar tecnología, memoria y naturaleza en una reflexión poética sobre el paso del tiempo y la capacidad del arte para dar nueva vida a lo que parece obsoleto.

Cada cabina telefónica fue cuidadosamente sellada y equipada con iluminación interna, convirtiéndola en un espacio transparente donde los peces nadan entre teléfonos silentes.

El teléfono dentro del acuario queda suspendido, generando un contraste visual entre la vida acuática y la máquina desfasada.

Los responsables emplean dispositivos de aireación y filtros para mantener el agua limpia, y la alimentación de los peces se realiza abriendo la parte superior como en una pecera convencional.​​

Renacimiento y creatividad

Para los habitantes locales, estos acuarios se han convertido en algo más que una curiosidad: son un símbolo de renacimiento y creatividad.

Recordando cómo la tecnología puede quedar anticuada rápidamente, la instalación sugiere que lo antiguo puede recuperarse y revalorizarse a través del cuidado y el ingenio artístico.

En este sentido, el arte funciona como puente entre pasado y presente, transformando residuos modernos en espacios de contemplación y calma.

Disputas legales y derechos de autor

La idea de la cabina telefónica como acuario ha sido objeto de disputas legales de derechos de autor en Japón.

El artista Nobuki Yamamoto realizó una obra similar titulada Message en 2000, reclamando derechos sobre el concepto cuando otras agrupaciones, como el Goldfish Club, expusieron instalaciones parecidas en Osaka y en la ciudad de Yamatokoriyama.

El caso fue mediático y finalmente los tribunales japoneses reconocieron la creatividad del artista, aunque la instalación popular de Osaka sí logró consolidarse como punto de encuentro y atracción turística por varios años.

Las cabinas acuario son mantenidas regularmente y el proyecto es muy popular entre el público, atrayendo multitudes de curiosos y residentes que las consideran parte de la identidad local. El uso de peces dorados añade un guiño a la larga tradición japonesa de emplear estos animales en obras de arte y cultura popular.