Gatos en Estambul.

Gatos en Estambul.

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Mascotario

Un turista español revela lo que encuentra en la ciudad de Estambul: "Funciona como un hotel de lujo para los gatos"

La ciudad turca alberga una perfecta convivencia entre sus ciudadanos y los gatos callejeros que viven en todas las esquinas de la ciudad. 

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Angelica Rimini
Publicada

En Estambul, esa ciudad donde Oriente y Occidente se entrelazan entre aromas de especias y ecos de mezquitas, hay un detalle que convierte su vida urbana en un relato casi mágico: sus gatos.

No son simples animales errantes; son protagonistas indiscutibles del paisaje cotidiano. En cada esquina, bajo cada mesa o sobre cada estante, hay un "michi" que parece saberse parte de la historia viva de la ciudad.

Un turista grabó visualmente el espectacular escenario en un vídeo de YouTube. Y, efectivamente, al observar las calles de Estambul, lo que uno encuentra es una perfecta convivencia.

Una urbe para los gatos

Los gatos duermen sobre los cojines de las cafeterías, pasean entre las góndolas de los supermercados o se estiran plácidamente sobre los bancos de los parques. Nadie los espanta, nadie los ignora. Es un entendimiento tácito: esta urbe pertenece tanto a los humanos como a sus felinos.

La escena más entrañable ocurre en espacios insospechados. Una librería, por ejemplo, donde entre los ejemplares de un bestseller reposa un gato esponjoso, dormido sobre la portada más vendida.

O una mezquita, como la imponente Santa Sofía, donde los visitantes se detienen para acariciar a los gatos que caminan con la libertad de quien siente que ha vivido ahí toda la vida.

Un hotel de lujo

De hecho, el narrador resume esta fascinante simbiosis con una frase que se ha vuelto icónica: "Literal, la ciudad entera funciona como un hotel de lujo gatuno".

Este amor no es pasajero ni superficial. Los vecinos, comerciantes y turistas colaboran activamente en mantener a los gatos sanos y felices. Fuera de los locales, es habitual encontrar cuencos llenos de agua, platos con comida y pequeñas mantas para que ninguno pase frío.

Compromiso comunitario 

En los meses invernales, los refugios de madera ofrecen un resguardo cálido, gesto que demuestra un compromiso comunitario admirable. Incluso hay quienes llevan en sus bolsillos un poco de alimento, por si se cruzan con algún gato hambriento en el camino.

La sensibilidad turca hacia los animales ha alcanzado también a las autoridades, que facilitan vacunas y atención veterinaria. No se trata de una moda, sino de un modo de vida que celebra la ternura y la compañía silenciosa de los gatos.

Así, Estambul no solo es una joya arquitectónica o cultural, sino también un santuario felino donde cada calle cuenta una historia ronroneante. Quien la visita lo sabe: en esta ciudad, los gatos no son huéspedes… son los verdaderos reyes.