Un perro en el Perrotón.

Un perro en el Perrotón. Cristina Villarino

Con la colaboración de:

Mascotario

Un educador canino advierte sobre la manera correcta de saludar a tu perro: "Hay que neutralizar la exaltación"

Rodrigo Arenas, en un vídeo de YouTube, explica cómo evitar perpetuar un ritual de saludo irrespetuoso, invasivo y que sobreestimula al perro.

Más información: Una educadora revela el mejor juego de olfato para tu perro: "Estás potenciando su capacidad sensorial"

Publicada

"Los humanos en nombre del amor inculcan a sus mascotas un ritual del saludo que es irrespetuoso, invasivo, sobreexcitado e incluso peligroso", afirma el educador canino Rodrigo Arenas en un vídeo de YouTube.

Saludar no es malo, todos queremos saludar a nuestros perros cuando llegamos de un día muy largo. Pero hacerlo y crear una excitación tan alta, termina generando un descontrol en el animal que es contraproducente.

Por eso existen formas adecuadas para mejorar la calma en tu perro, a través de la práctica del saludo. El experto aborda este tema para reflexionar sobre la convivencia y la seguridad.

La responsabilidad del humano

La gravedad de esta situación no es menor. Según Arenas, cuando un perro grande salta sobre dos patas para saludar, corre el riesgo de tumbar a la persona que tiene en frente.

Sin embargo, la culpa no recae en el animal. "El perro aprendió a saludar de esa manera porque eso fue lo que sus humanos le inculcaron", declara el especialista.

El comportamiento efusivo y exaltado es enseñado de manera inconsciente por los propietarios. "Cada vez que el perro ve a sus humanos entrar por la puerta y salta o se sube en dos patas, al tutor le parece fantástico y lo consienten, le dan palmada", relata Arenas.

Incitar el comportamiento

Esta acción de consentimiento es lo que está incitando ese comportamiento, convirtiéndose en la manera en que el perro aprende a saludar. Este patrón aprendido tiene serias implicaciones en la socialización externa.

"Si el perro replica esta misma onda invasiva al interactuar con otros canes, puede suscitar una respuesta correctiva por sentirse invadido en su espacio íntimo. Muchas veces las consecuencias pueden ser graves".

Las interacciones naturales

Para corregir esta dinámica, Arenas insta a los humanos a replicar el respeto que se observa en las interacciones naturales. "Si observamos el ritual del saludo entre perros, nos daremos cuenta de que siguen unos pasos precisos".

Primero hay un reconocimiento a una distancia, seguido de un acercamiento con una cierta energía y disposición, y solo después empieza el juego. El momento del saludo es, en sí mismo, un breve instante que resulta vital imitar.

El experto ofrece una secuencia estructurada para transformar este ritual. "Primero es fundamental neutralizar la exaltación".

Al llegar a casa, si el perro está saltando, tocando o invadiendo el espacio íntimo del humano, el propietario debe procurar esperar a que el animal se calme. Allí, hay que establecer límites.

Respetar un espacio íntimo

El dueño debe marcarle el límite sobre mi espacio íntimo, enseñarle a él que hay un espacio mío íntimo que debe respetar.

La clave es no interpretar la espera como una ignorancia hacia la mascota. Lo que se rechaza es el mal comportamiento: "No verlo como que estamos desatendiendo al perro, lo que estamos ignorando es el comportamiento".

El objetivo es neutralizar el comportamiento invasivo antes de interactuar. Por esto, es muy importante reforzar positivamente el estado adecuado.

Solo una vez que el perro exhibe una energía más sumisa, dócil o suave, se debe interactuar con él. En ese momento, se le habla, se le toca y se le nutre ese estado de calma.

Esperar a la calma

La máxima saludable para el ritual de bienvenida, según Arenas, es clara: "A la hora del saludo lo más saludable es esperar a la calma".

Al estructurar esta secuencia, el perro recibirá estímulo positivo por su estado adecuado. El ritual del saludo, al ser repetitivo, debe verse como una oportunidad para reforzar los buenos comportamientos y el respeto.

No tiene que ser una incitación a la exaltación, la excitación o la invasividad. Arenas concluye urgiendo a los propietarios a ocuparse de saludarse con sus perros de la manera más respetuosa y prudente.