Un gato sentado con un veterinario.

Un gato sentado con un veterinario. Istock

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El veterinario Jorge Cruz advierte sobre el virus de la leucemia felina: "La infección es muy fácil de transmitir"

El especialista invita a comprender cómo actúa este retrovirus, de qué forma se transmite y cuáles son las claves para prevenirlo.

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La leucemia felina es una de las enfermedades que más inquieta a quienes conviven con gatos. Se trata de un virus silencioso, capaz de extenderse con facilidad entre miembros de una misma colonia o incluso entre compañeros de hogar, y que suele despertar miedo por la gravedad de sus consecuencias.

Sin embargo, como enfatiza el veterinario clínico Jorge Cruz, más allá de la complejidad del virus, existen herramientas eficaces para reducir su impacto y proteger la salud de los felinos.

Su mensaje busca transmitir tanto conocimiento como calma: "No se contagia a las personas ni a los perros, solo se produce la enfermedad entre los felinos".

A partir de ahí, el especialista invita a comprender cómo actúa este retrovirus, de qué forma se transmite y cuáles son las claves para prevenirlo, ya que en esta enfermedad, la prevención es siempre la mejor medicina.

Una doble cara

El virus de la leucemia felina pertenece al grupo de los retrovirus y puede expresarse en el organismo de dos formas diferentes. Una es la neoplásica, en la cual el virus desarrolla tumores, especialmente en la zona torácica o en el aparato digestivo.

Otras veces la enfermedad adopta la forma de leucemia mieloide o linfoide, que el veterinario describe como un verdadero "cáncer de la sangre", caracterizado por la producción anormal de glóbulos blancos en la médula ósea.

La otra cara es la no neoplásica, que no produce tumores, pero afecta a la capacidad de defensa del organismo. En este caso, el virus compromete el sistema inmune y provoca anemia, dejando al animal extremadamente expuesto a infecciones secundarias.

Pueden observarse cuadros de gingivitis, úlceras en la cavidad oral, problemas digestivos como vómitos o diarreas, alteraciones neurológicas que llegan a traducirse en parálisis o incontinencia, e incluso lesiones oculares y cutáneas.

"En algunos gatos se pueden desarrollar tumores y en algunos otros no", resume Cruz al explicar esa variabilidad clínica.

Contagio sencillo

Aunque el virus es complejo en sus consecuencias, resulta sorprendentemente simple en su modo de contagiarse. "La infección es muy fácil de transmitir", advierte Cruz.

El contacto directo entre felinos es la vía más frecuente: la saliva, las secreciones nasales, la leche materna, la orina, las heces o las mordeduras son suficientes para traspasar el virus de un animal a otro.

De manera menos habitual, también puede transmitirse durante la cópula o pasar de madre a crías a través de la placenta, lo que refuerza la necesidad de extremar la prevención.

Cuatro caminos

Una de las razones por las que la leucemia felina resulta tan desconcertante es la diferente manera en que cada gato puede enfrentarse al virus. Cruz explica esta diversidad señalando cuatro posibles desenlaces.

Existen gatos inmunocompetentes cuya respuesta es tan eficaz que llegan a eliminar por completo el virus del cuerpo. Otros, en cambio, sufren una infección persistente o progresiva: el retrovirus se integra en el ADN de las células y alcanza la médula ósea, permaneciendo activo durante años.

Un tercer grupo lo constituyen los gatos que logran controlar el virus en la sangre, de forma que este no alcanza la médula ósea, aunque nunca desaparece totalmente del organismo.

Finalmente, alrededor de un 5% de los felinos muestra una infección atípica, donde el virus queda alojado en órganos como el ojo, las mamas o la vejiga. Esta última forma explica la confusión diagnóstica que se da en algunos pacientes, que unas veces dan positivo y otras negativo en las pruebas.

El valor de la prevención

El Dr. Cruz lo recalca sin titubeos: "Sin ningún tipo de duda, el mejor tratamiento siempre es el preventivo". Entre las medidas más eficaces destacan:

  • Vacunación: mucho más segura hoy que en décadas pasadas. Su frecuencia dependerá del criterio del veterinario, el estilo de vida y la edad del gato.

  • Esterilización: ayuda a disminuir el riesgo de transmisión por vía sexual.

  • Alimentación de calidad: refuerza el sistema inmune.
  • Restricción del acceso al exterior: clave para gatos con riesgo de contacto con animales callejeros.

  • Control de nuevas introducciones: todo gato nuevo en casa debe ser testeado para FeLV antes de convivir con otros.

  • Manejo del estrés: esencial para mantener la inmunidad fuerte.

Vivir con un gato positivo

Para los gatos ya diagnosticados con FeLV, la realidad es dura: no existe cura definitiva. El enfoque en estos casos se centra en mejorar la calidad de vida del gato y aliviar los síntomas a medida que aparecen.

Esto implica visitas veterinarias periódicas, tanto para controlar la anemia como para prevenir infecciones secundarias que podrían debilitar aún más al paciente.

"Cada caso es distinto y requiere de un plan terapéutico personalizado, diseñado en conjunto con el veterinario de cabecera". Con un manejo cuidadoso, apoyo clínico y medidas de acompañamiento, muchos gatos positivos logran mantener una vida digna durante años.