Con la llegada del verano, nuestras rutinas cambian: nuestra actividad física se reduce, nuestros horarios y hábitos cambian y nuestra alimentación se vuelve más variada, por no decir, abundante. De igual forma, el calor provoca cambios en el comportamiento, apetito y necesidades de nuestros animales que debemos de tener presentes.

Pese a esto, muchos tutores siguen ofreciendo la misma dieta a sus perros y gatos sin realizar reajustes o ciertas modificaciones. En este contexto, adaptar su alimentación para dar respuesta a los cambios de la época estival se convierte en algo fundamental si queremos asegurar su bienestar.

Durante el verano, nuestros animales enfrentan tres grandes desafíos: el riesgo de deshidratación y golpe de calor, la reducción de su actividad física (y, por tanto, el menor gasto de energía) y el mayor consumo de premios o "caprichos" (por el aumento del tiempo que pasan los cuidadores con ellos).

En estos meses, tanto la hidratación como minimizar los excesos en la dieta se vuelven medidas primordiales. El abuso de premios o compartir nuestra propia comida con más frecuencia, pueden desequilibrar su dieta o incluso llegar a perjudicarlos.

No debemos olvidar que hay ciertos ingredientes (como el chocolate, las uvas o la cebolla) que pueden afectar gravemente la salud de nuestros perros y gatos. El control de la condición corporal y la observación de su comportamiento nos ayudarán a detectar nuevas necesidades y buscar estrategias alimentarias que puedan ayudarlos, como plantear el reajuste de la ración si fuera necesario o priorizar recetas con más agua.

Así mismo, debemos tener en cuenta la posible pérdida de apetito asociada al calor, especialmente importante en el caso de animales mayores, convalecientes o crías lactantes, poblaciones en mayor riesgo de desequilibrios.

Siendo necesario establecer medidas que fomenten la ingesta tanto de comida como de bebida, para evitar deficiencias nutricionales, hipoglucemias o deshidratación.

En el caso particular de los felinos, esta notable reducción del apetito en verano está confirmada por estudios, como el Seasonal Variation in the Voluntary Food Intake of Domesticated Cats, publicado en 2014 por Samuel Serisier en colaboración con otros autores, que demostró una reducción de hasta un 15% de su ingesta asociado al incremento en temperatura y horas de luz que ocurre en estos meses.

Si bien es cierto que ofrecer diariamente durante todo el año alimento húmedo (ya sea en latas, pouches u otra presentación) es un hábito que aporta numerosos beneficios, no solo favoreciendo la asimilación de nutrientes y la hidratación, y, por tanto, el cuidado urinario; sino variedad nutricional, lo que supone un enriquecimiento ambiental al ofrecer nuevos estímulos y un cuidado de la microbiota intestinal.

Podríamos decir que es ahora, en estos meses de calor, cuando la dieta húmeda cobra un protagonismo indiscutible. Los hidrata, mejora su apetito y facilita la digestión, que puede verse ralentizada por las altas temperaturas.

Ofrecer alimento húmedo puede ser la diferencia entre un perro convaleciente que recupera sus fuerzas o un animal mayor que se mantiene en forma; y uno que pierde masa muscular o que tiene poca vitalidad, (y todo ello sin que nos demos apenas cuenta).

Además, estos alimentos son muy versátiles, ya que permiten ofrecerse incluso congelados, en cubiteras o poleras, y ofrecerse como snacks refrescantes para las horas de mayor calor (una solución práctica y divertida, que aporta nutrientes útiles para ellos y los hidrata rápidamente).

Pero el verano no sólo supone retos nutricionales, también implica tomar medidas extra para la conservación, ya que, las altas temperaturas, son enemigas silenciosas del valor nutricional y seguridad microbiológica del alimento.

Desde las croquetas que corren el riesgo de enranciarse al oxidarse sus grasas por el calor, hasta las conservas u otros alimentos húmedos que rápidamente pueden deteriorarse si no han sido refrigeradas o descongeladas adecuadamente, cada descuido puede traducirse en un problema digestivo o incluso una intoxicación.

Mantener los alimentos correctamente almacenados, protegidos de la luz solar y seguir las indicaciones de conservación y manipulación indicadas en el envase, nos ayudará a cuidar de su calidad nutricional y a que perduren en estos meses de mayor temperatura.

Debemos tener presente que no existe una única dieta ideal para todos nuestros perros o gatos, sino una adaptada a cada animal y a cada cuidador, donde un conocimiento real de las necesidades nutricionales, de los hábitos y su estado de salud, permita adaptar el manejo nutricional a cada momento de su vida.