Salvador, trabajador de la ONCE.

Salvador, trabajador de la ONCE. Patricia Sierra

Turismo

Un trabajador de la ONCE en Málaga se sincera con el turismo: "Lo que toca es aguantar, es lo que nos da de comer"

El hombre considera que la Costa del Sol se mantiene gracias a los visitantes, aunque señala que hay algunos que tienen un comportamiento agresivo.

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Patricia Sierra
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A la entrada de calle Larios se encuentra un puesto de lotería en el que Salvador lleva ya 8 años trabajando. A lo largo de todo este tiempo ha podido observar a todo aquel que ha entrado al centro: locales y extranjeros.

Tras todos estos años, tiene claro su veredicto: "Cada día hay más apartamentos y negocios enfocados al turista", asegura. Y, aunque es cierto que son los visitantes extranjeros los que "nos dan de comer", hay muchos cuyo comportamiento con Málaga deja mucho que desear.

A pesar de que el turismo no le afecta directamente, ya que su negocio se nutre de la gente local y su único comprador extranjero suele ser algún italiano, cree que a los turistas les duele poco la ciudad.

Bicicletas circulando en lugares de acceso peatonal, marquesinas y carteles publicitarios destrozados después del fin de semana, despedidas de soltero con música y altavoces a todo volumen. Los turistas "vienen un poco descontrolados", comenta el vendedor.

No obstante, Salvador afirma que "el turismo que se comporta así es el joven". Ese que viene a beber y cuya actitud es más agresiva. Claro, luego está el que es un poco más mayor y que no da ningún tipo de problema, según el lotero. Aquel que viene a visitar y a nutrirse culturalmente.

Hay una cosa que no puede negar: Málaga, hoy por hoy, se mantiene gracias a los turistas. Y es que tampoco tiene otro sector del que vivir, cree el hombre. Eso sí, también considera que la ciudad está bastante masificada por el turismo.

Al final, no queda más remedio. "Málaga está ahora en auge y lo que toca ahora mismo es aguantar un poco el turismo, que es lo que nos da de comer", considera Salvador. La Costa del Sol, mantenida por el turismo, pero ¿a qué precio?